
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
13-02-2025, 09:53 PM
El viento gélido de Skjoldheim soplaba con más fuerza, azotando la tundra con su aliento helado. Ragn permaneció en silencio, observando la fogata frente a él. Las llamas titilaban, luchando contra el viento, como si se negaran a apagarse, y en ese reflejo vio algo de sí mismo… y de Torrenirrh. "Partirá sin despedirse." Las palabras de Tax seguían resonando en su cabeza. Sabía que era cierto. Así era él. Un huracán de orgullo, violencia y determinación que jamás permitiría que nadie lo viera tambalearse. Y, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, Ragn sintió algo que no era rabia ni rivalidad. Sintió pena.
No por la derrota, no por la pelea. Sino por la maldita soledad en la que su hermano se sumergía una y otra vez, como si fuese la única forma en la que sabía vivir. Torrenirrh siempre había sido fuerte, inquebrantable a los ojos del mundo… pero Ragn lo conocía demasiado bien. Sabía lo que escondía bajo esa mirada dura y ese desprecio casi instintivo. Y, aunque nunca lo diría en voz alta, quizá siempre había querido salvarlo de sí mismo. Un suspiro pesado escapó de sus labios. —Hm … Torrenirrh es un idiota. —Su voz sonó más cansada de lo que esperaba, más sincera. — Si no termina muerto, será por pura terquedad. Los dioses lo saben. — No añadió nada más. No había razón. Torrenirrh no aceptaría ayuda, ni palabras, ni siquiera un reconocimiento si se lo ofreciera. Era un ciclo sin fin. Pero esta vez, Ragn no estaba seguro de querer seguir persiguiéndolo.
Desvió la mirada hacia Tax, quien seguía esperando su respuesta. La petición pesaba sobre la mesa con la gravedad de algo mucho más grande de lo que cualquiera de los dos podía decir en voz alta. La nación más fuerte de North Blue. Una alianza con Elbaf. La revolución siempre había sido su camino, su objetivo, su guerra desde hacía un tiempo. Pero… ¿y si había otra forma de luchar? ¿Y si había algo más que simplemente derribar el mundo actual? Se pasó una mano por la nuca, sintiendo el frío morder su piel. No podía responder con certeza. Pero sí sabía algo: Tax no haría esta petición a la ligera, y si alguien tenía una oportunidad de lograrlo, era él. Ragn sonrió de lado, con esa chispa de desafío que nunca lo abandonaba. — Quién diría que un día esto pasaría, Tax. —Su tono era relajado, pero sus palabras llevaban un peso real. — Si tú necesitas mi ayuda, te ayudaré. No por mi padre, por ti. — Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas.
Sostuvo su mirada por unos instantes, como si evaluara hasta qué punto aquellas palabras eran verdaderas. Luego, dejó escapar una leve exhalación, algo entre una risa silenciosa y un suspiro de alivio. Ragn se reclinó ligeramente, sintiendo la tensión aflojarse en sus hombros. Había dado una respuesta, pero la decisión seguía palpitando en su pecho. La revolución siempre había sido su norte, su propósito, su causa. Pero últimamente… ¿no había sentido que ese mismo camino lo estaba devorando? Tantas batallas, tantas cicatrices, tantas pérdidas. Y Torrenirrh… Torrenirrh seguía siendo el recordatorio viviente de lo que podía suceder cuando todo giraba en torno a la lucha y nada más. ¿Realmente quería seguir caminando ese mismo sendero hasta volverse irreconocible? ¿De qué servía si ya no estaba el enano de Tofun? El fuego crepitaba, reflejándose en los ojos de Tax mientras volvía a hablar. —No será fácil. Los Buccaneers son guerreros, pero también son orgullosos. El pueblo de Skjoldheim no confía en cualquiera. Pero qué te voy a contar yo que tú no sepas.— Ragn esbozó una media sonrisa, el rastro de su habitual arrogancia regresando por un instante.
No por la derrota, no por la pelea. Sino por la maldita soledad en la que su hermano se sumergía una y otra vez, como si fuese la única forma en la que sabía vivir. Torrenirrh siempre había sido fuerte, inquebrantable a los ojos del mundo… pero Ragn lo conocía demasiado bien. Sabía lo que escondía bajo esa mirada dura y ese desprecio casi instintivo. Y, aunque nunca lo diría en voz alta, quizá siempre había querido salvarlo de sí mismo. Un suspiro pesado escapó de sus labios. —Hm … Torrenirrh es un idiota. —Su voz sonó más cansada de lo que esperaba, más sincera. — Si no termina muerto, será por pura terquedad. Los dioses lo saben. — No añadió nada más. No había razón. Torrenirrh no aceptaría ayuda, ni palabras, ni siquiera un reconocimiento si se lo ofreciera. Era un ciclo sin fin. Pero esta vez, Ragn no estaba seguro de querer seguir persiguiéndolo.
Desvió la mirada hacia Tax, quien seguía esperando su respuesta. La petición pesaba sobre la mesa con la gravedad de algo mucho más grande de lo que cualquiera de los dos podía decir en voz alta. La nación más fuerte de North Blue. Una alianza con Elbaf. La revolución siempre había sido su camino, su objetivo, su guerra desde hacía un tiempo. Pero… ¿y si había otra forma de luchar? ¿Y si había algo más que simplemente derribar el mundo actual? Se pasó una mano por la nuca, sintiendo el frío morder su piel. No podía responder con certeza. Pero sí sabía algo: Tax no haría esta petición a la ligera, y si alguien tenía una oportunidad de lograrlo, era él. Ragn sonrió de lado, con esa chispa de desafío que nunca lo abandonaba. — Quién diría que un día esto pasaría, Tax. —Su tono era relajado, pero sus palabras llevaban un peso real. — Si tú necesitas mi ayuda, te ayudaré. No por mi padre, por ti. — Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas.
Sostuvo su mirada por unos instantes, como si evaluara hasta qué punto aquellas palabras eran verdaderas. Luego, dejó escapar una leve exhalación, algo entre una risa silenciosa y un suspiro de alivio. Ragn se reclinó ligeramente, sintiendo la tensión aflojarse en sus hombros. Había dado una respuesta, pero la decisión seguía palpitando en su pecho. La revolución siempre había sido su norte, su propósito, su causa. Pero últimamente… ¿no había sentido que ese mismo camino lo estaba devorando? Tantas batallas, tantas cicatrices, tantas pérdidas. Y Torrenirrh… Torrenirrh seguía siendo el recordatorio viviente de lo que podía suceder cuando todo giraba en torno a la lucha y nada más. ¿Realmente quería seguir caminando ese mismo sendero hasta volverse irreconocible? ¿De qué servía si ya no estaba el enano de Tofun? El fuego crepitaba, reflejándose en los ojos de Tax mientras volvía a hablar. —No será fácil. Los Buccaneers son guerreros, pero también son orgullosos. El pueblo de Skjoldheim no confía en cualquiera. Pero qué te voy a contar yo que tú no sepas.— Ragn esbozó una media sonrisa, el rastro de su habitual arrogancia regresando por un instante.