
Lykos silver
Drake
14-02-2025, 06:01 PM
(Última modificación: 14-02-2025, 06:02 PM por Lykos silver.)
Ya os digo que esta cueva no me gustaba ni un pelo desde el principio. Seca como un esparto por fuera y húmeda como un sótano de mala muerte por dentro, un contraste que, francamente, me ponía los pelos de punta. Pero no tenía ni tiempo para quejarme: allí estaba él, el señor “voy de duro” con una mirada más gélida que un cubito de hielo en pleno agosto. No voy a negar que me pilló por sorpresa que aguantara mi embestida como si nada. ¡Con lo orgulloso que estoy de mi escudo y de mi envergadura! Pensé que lo iba a empotrar contra la pared, dejándolo hecho un cuadro abstracto, pero no. El tipo resistió, y hasta me empujó un pelín hacia atrás, como diciendo: “Anda, grandullón, ¿eso es todo lo que sabes hacer?”.
Claro, la rabia me subió por la garganta y me dieron ganas de soltarle cuatro frescas, pero respiré hondo (que con la humedad de la cueva tampoco es que fuera un aire muy puro, la verdad) y mantuve la postura. No había cosa que me fastidiara más que un arrogante que se creía inmune a la fuerza bruta.
De golpe, Agyo, que estaba por ahí haciendo sus filigranas, le lanzó un rayo que casi me deja medio cegato. Una luz que, por unos segundos, podría haber llegado a pensar que se trataba del foco de un teatro. Tras recibir el golpe, veo cómo el jefecillo da un respingo y suelta un gruñido de dolor. -¡Bien, Agyo, así se hace! Tsk-, susurré para mis adentros, porque, a ver, nadie está preparado para que le atacaran con rayos extraños, seguro que ni los mismísimo Yonkō, oye el caso es que nuestro macho alfa de pacotilla, después del rayo, se quedó medio grogui. Pero aún así, oye, que plantó sus pies en el suelo como un árbol viejo que no lo meneas ni con un vendaval.
Yo dejé caer mi lanza bastante enfadado, mientras empezaba a mover hacía atrás mi brazo, esperando el ataque que fuera a venir de la persona que tenía enfrente.
-Bueno, a ver si ahora te bajas un poco de la nube Tsk -le apunté con el escudo pero sin acercarme demasiado. Que me tomen por bruto no significa que sea un inconsciente. Por lo que me posicioné enfrente de el para molestarle lo mas posible.
Claro, la rabia me subió por la garganta y me dieron ganas de soltarle cuatro frescas, pero respiré hondo (que con la humedad de la cueva tampoco es que fuera un aire muy puro, la verdad) y mantuve la postura. No había cosa que me fastidiara más que un arrogante que se creía inmune a la fuerza bruta.
De golpe, Agyo, que estaba por ahí haciendo sus filigranas, le lanzó un rayo que casi me deja medio cegato. Una luz que, por unos segundos, podría haber llegado a pensar que se trataba del foco de un teatro. Tras recibir el golpe, veo cómo el jefecillo da un respingo y suelta un gruñido de dolor. -¡Bien, Agyo, así se hace! Tsk-, susurré para mis adentros, porque, a ver, nadie está preparado para que le atacaran con rayos extraños, seguro que ni los mismísimo Yonkō, oye el caso es que nuestro macho alfa de pacotilla, después del rayo, se quedó medio grogui. Pero aún así, oye, que plantó sus pies en el suelo como un árbol viejo que no lo meneas ni con un vendaval.
Yo dejé caer mi lanza bastante enfadado, mientras empezaba a mover hacía atrás mi brazo, esperando el ataque que fuera a venir de la persona que tenía enfrente.
-Bueno, a ver si ahora te bajas un poco de la nube Tsk -le apunté con el escudo pero sin acercarme demasiado. Que me tomen por bruto no significa que sea un inconsciente. Por lo que me posicioné enfrente de el para molestarle lo mas posible.