Galhard
Gal
13-08-2024, 03:33 PM
El dolor punzante en mi mejilla y el calor de la sangre escurriéndose por el corte me recordaron lo peligrosos que pueden ser estos piratas, incluso en su desesperación. Toqué brevemente la herida, sintiendo el borde rasgado de mi oreja donde un fragmento había sido arrancado. El dolor era agudo, pero no debilitante. He soportado cosas peores, y sabía que las heridas podían esperar. Lo que no podía esperar era la misión.
Con el segundo pirata huyendo y atrapado como un ratón en una trampa, se me presentó una oportunidad única. No era un hombre que disfrutara de la violencia por la violencia misma, pero en estos momentos, se trataba de eficiencia y control. Me acerqué con pasos firmes al pirata atrapado, consciente de que el miedo ya lo había debilitado más que cualquier golpe que pudiera darle. Me incliné ligeramente hacia él, dejando que el peso de mi presencia y la intensidad de mi mirada hicieran el trabajo.
—Escucha bien— murmuré con una voz baja y controlada, manteniendo el tono firme pero sin levantarlo.—Puedes cooperar y terminar este día sin más heridas… o puedo asegurarte que no será solo tu mandíbula la que termine dislocada.—
Le di un segundo para que mi advertencia se asentara en su mente antes de continuar.—Dime, ¿qué está pasando en esta cueva? ¿Qué están planeando? ¿Qué es lo que están discutiendo allá dentro?— Dije en un tono agresivo, en parte provocado por el dolor en mi oreja.
Mientras esperaba su respuesta, mantuve mis sentidos alerta, atento a cualquier movimiento que indicara que estaba considerando algo más que la simple rendición. Sabía que el miedo podría hacer que hablara, pero también que actuara de manera desesperada. Mi mano descansaba cerca de mi arma, lista para intervenir si era necesario, aunque esperaba no tener que usarla.
Aun así, no me dejaba distraer del entorno. Aunque el pirata frente a mí era mi prioridad inmediata, mi oído seguía intentando captar fragmentos de la conversación que se llevaba a cabo entre la mujer y sus compañeros. Algo en la manera en que prolongaban su charla me hacía sospechar que se estaban preparando para algo, y cualquier información que pudiera obtener podría ser crucial.
Tomé nota mental del hombre que se había tumbado junto a la fogata. Era un indicio de que, al menos algunos de los piratas, no esperaban más ataques inmediatos. Un signo de que podrían estar bajando la guardia. Una ventaja que no dejaría pasar.
—Elige con cuidado, pirata— agregué finalmente, haciendo que el tono de mi voz sonara como una advertencia definitiva. —Porque tu vida podría depender de lo que digas ahora— Claramente se trataba de un farol, matar a alguien era una línea que jamás quería cruzar.
Con el segundo pirata huyendo y atrapado como un ratón en una trampa, se me presentó una oportunidad única. No era un hombre que disfrutara de la violencia por la violencia misma, pero en estos momentos, se trataba de eficiencia y control. Me acerqué con pasos firmes al pirata atrapado, consciente de que el miedo ya lo había debilitado más que cualquier golpe que pudiera darle. Me incliné ligeramente hacia él, dejando que el peso de mi presencia y la intensidad de mi mirada hicieran el trabajo.
—Escucha bien— murmuré con una voz baja y controlada, manteniendo el tono firme pero sin levantarlo.—Puedes cooperar y terminar este día sin más heridas… o puedo asegurarte que no será solo tu mandíbula la que termine dislocada.—
Le di un segundo para que mi advertencia se asentara en su mente antes de continuar.—Dime, ¿qué está pasando en esta cueva? ¿Qué están planeando? ¿Qué es lo que están discutiendo allá dentro?— Dije en un tono agresivo, en parte provocado por el dolor en mi oreja.
Mientras esperaba su respuesta, mantuve mis sentidos alerta, atento a cualquier movimiento que indicara que estaba considerando algo más que la simple rendición. Sabía que el miedo podría hacer que hablara, pero también que actuara de manera desesperada. Mi mano descansaba cerca de mi arma, lista para intervenir si era necesario, aunque esperaba no tener que usarla.
Aun así, no me dejaba distraer del entorno. Aunque el pirata frente a mí era mi prioridad inmediata, mi oído seguía intentando captar fragmentos de la conversación que se llevaba a cabo entre la mujer y sus compañeros. Algo en la manera en que prolongaban su charla me hacía sospechar que se estaban preparando para algo, y cualquier información que pudiera obtener podría ser crucial.
Tomé nota mental del hombre que se había tumbado junto a la fogata. Era un indicio de que, al menos algunos de los piratas, no esperaban más ataques inmediatos. Un signo de que podrían estar bajando la guardia. Una ventaja que no dejaría pasar.
—Elige con cuidado, pirata— agregué finalmente, haciendo que el tono de mi voz sonara como una advertencia definitiva. —Porque tu vida podría depender de lo que digas ahora— Claramente se trataba de un farol, matar a alguien era una línea que jamás quería cruzar.