Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
13-08-2024, 03:39 PM
Había quedado claro que lo que parecía una labor de escolta, aparentemente seria y profesional, había acabado siendo tras todos los hechos vividos desde que partimos del complejo hotelero, una supervisión caprichosa a 2 adultos, que más que en un safari, deberían de hallarse en algún centro donde reeducarse. Pero obviamente, por muy idílico que fuera, eso nunca llegaría a cumplirse, para detrimento de todos. Poderoso caballero es don dinero.
Lamentando cada momento vivido desde el inicio, renegué por esforzarme a conducir a los 2 ricachones hacia un mejor hábito que estuviera a la altura de su madurez, pues, tras el flechazo de Jimbo hacia ese pobre león que sin más contemplaba sus dominios, el tal Carl olió sangre y lo persiguió mientras el animal intentaba escabullirse dentro de sus limitaciones. Parecía que las tornas en la sabana se torcían para el rey de esta, y aunque estuviera en la cima de la cadena alimentaria en aquel hábitat, por encima de él, como siempre y por desgracia, estaría el ser humano y su indomable capacidad de asaltar y apropiarse de forma egoísta de todo lo que viera. Pero por mí, y los férreos principios que me componían, diría basta a aquel esperpento, suficiente había sido ya todo lo que había hecho y presenciado.
Se perdía por la subida Carl para dar muerte al rey felino, cuando me giré y dediqué una mirada obstinada a Terence, que seguro que podría ser capaz de interpretar claramente, pues realicé de forma conjunta algunos gestos de negación rotando la cabeza sobre su eje horizontal un par de veces.
- Menudo esperpento... -
Musité por lo bajo hacia el joven mientras me montaba con él sobre el caballo que manejaba. Me dejaría guiar ya, y mostraba una conducta de negación ante los actos de los 2 ricachones, el mal parar de las hienas y el alboroto con los ñus. Sabía de igual forma donde me estaba metiendo previamente, pero todo eso había superado con creces cualquier expectativa que pudiera tener ante el abanico de posibilidades que podríamos encontrar durante el safari. Ahora, ya tan solo, me dejaría llevar por el grupo y sus decisiones, mi capacidad de participación solo cambiaría si fuera estrictamente necesaria.
Con las hienas finalmente fuera de juego, y el compañero salvado de la estampida de ñus, parecía que la situación volvía a normalizarse dentro de las circunstancias que ya teníamos encima. Sin embargo, no todo había acabado allí, y como escoltas debíamos de aceptar nuestra obligación de mediar con la seguridad de los 2 clientes, siendo que, lo que parecía ser el clímax de aquella triste aventura, un grito resonaría perdido en la dirección donde Carl se fue a por el león tras 2 disparos.
Volteé los ojos mientras cerré los párpados resignado, me veía venir lo que tocaría ahora, y acudir al encuentro con el ricachón sería primordial, a saber lo que habría pasado. Ya no éramos escoltas, éramos niñeros, y coloqué adecuadamente mi posición sobre el caballo de Terence porque se iba a venir lo siguiente.
- ¿Vamos? -
Le dije irónicamente, pues era obvio que así debería de ser, no obstante, le dejaría abierta la posibilidad de dejarle allí a su suerte y volver los 2 al hotel. Pero había que cumplir para finiquitar eso, y sabía dentro de mí que por mucha rabia que me diera, había que cumplir de una forma u otra con el trabajo, aunque mis ganas e implicación estuvieran ya bajo mínimos. Terence y yo podríamos ser los primeros en llegar a la escena si este decidía ir raudo sobre el animal, y quizá Jimbo, por su estatura y peso podría sumarse a la avanzadilla. ¿Qué le habría pasado ahora a Carl?
Lamentando cada momento vivido desde el inicio, renegué por esforzarme a conducir a los 2 ricachones hacia un mejor hábito que estuviera a la altura de su madurez, pues, tras el flechazo de Jimbo hacia ese pobre león que sin más contemplaba sus dominios, el tal Carl olió sangre y lo persiguió mientras el animal intentaba escabullirse dentro de sus limitaciones. Parecía que las tornas en la sabana se torcían para el rey de esta, y aunque estuviera en la cima de la cadena alimentaria en aquel hábitat, por encima de él, como siempre y por desgracia, estaría el ser humano y su indomable capacidad de asaltar y apropiarse de forma egoísta de todo lo que viera. Pero por mí, y los férreos principios que me componían, diría basta a aquel esperpento, suficiente había sido ya todo lo que había hecho y presenciado.
Se perdía por la subida Carl para dar muerte al rey felino, cuando me giré y dediqué una mirada obstinada a Terence, que seguro que podría ser capaz de interpretar claramente, pues realicé de forma conjunta algunos gestos de negación rotando la cabeza sobre su eje horizontal un par de veces.
- Menudo esperpento... -
Musité por lo bajo hacia el joven mientras me montaba con él sobre el caballo que manejaba. Me dejaría guiar ya, y mostraba una conducta de negación ante los actos de los 2 ricachones, el mal parar de las hienas y el alboroto con los ñus. Sabía de igual forma donde me estaba metiendo previamente, pero todo eso había superado con creces cualquier expectativa que pudiera tener ante el abanico de posibilidades que podríamos encontrar durante el safari. Ahora, ya tan solo, me dejaría llevar por el grupo y sus decisiones, mi capacidad de participación solo cambiaría si fuera estrictamente necesaria.
Con las hienas finalmente fuera de juego, y el compañero salvado de la estampida de ñus, parecía que la situación volvía a normalizarse dentro de las circunstancias que ya teníamos encima. Sin embargo, no todo había acabado allí, y como escoltas debíamos de aceptar nuestra obligación de mediar con la seguridad de los 2 clientes, siendo que, lo que parecía ser el clímax de aquella triste aventura, un grito resonaría perdido en la dirección donde Carl se fue a por el león tras 2 disparos.
Volteé los ojos mientras cerré los párpados resignado, me veía venir lo que tocaría ahora, y acudir al encuentro con el ricachón sería primordial, a saber lo que habría pasado. Ya no éramos escoltas, éramos niñeros, y coloqué adecuadamente mi posición sobre el caballo de Terence porque se iba a venir lo siguiente.
- ¿Vamos? -
Le dije irónicamente, pues era obvio que así debería de ser, no obstante, le dejaría abierta la posibilidad de dejarle allí a su suerte y volver los 2 al hotel. Pero había que cumplir para finiquitar eso, y sabía dentro de mí que por mucha rabia que me diera, había que cumplir de una forma u otra con el trabajo, aunque mis ganas e implicación estuvieran ya bajo mínimos. Terence y yo podríamos ser los primeros en llegar a la escena si este decidía ir raudo sobre el animal, y quizá Jimbo, por su estatura y peso podría sumarse a la avanzadilla. ¿Qué le habría pasado ahora a Carl?