Galhard
Gal
13-08-2024, 05:13 PM
Galhard observó al pirata atrapado entre las rocas con una mezcla de lástima y desaprobación. El miedo en los ojos del hombre era palpable, y sus intentos de justificar su situación sólo reforzaban la idea de que se trataba de un pobre infeliz, arrastrado a un mundo que no comprendía ni podía manejar. La fragilidad de su voz, con la mandíbula fracturada, lo hacía parecer aún más patético.
Las palabras del pirata eran fragmentadas y confusas, pero suficientes para confirmar lo que Galhard ya sospechaba: Josué era un peón, una pieza desechable en el juego de algún capitán que lo había enviado a buscar a un "hombre tiudido y turlto", una descripción tan vaga como inútil. No era una sorpresa, la mayoría de los capitanes piratas veían a su tripulación como meros instrumentos para lograr sus propios fines, sin importarle lo que les sucediera.
Con un suspiro, Galhard se dio cuenta de que insistir con Josué no le llevaría a ningún lado. El hombre apenas podía hablar y, además, parecía genuinamente ignorante de cualquier información útil. Sus ojos, tristes y cristalinos, hablaban de alguien que ya había renunciado a su destino, que estaba dispuesto a aceptar cualquier castigo con tal de escapar de la brutalidad que lo rodeaba. No habría honor en continuar interrogándolo.
Galhard se levantó, dejando al pirata atrapado en su lugar. Con un último vistazo, constató que el otro pirata seguía inconsciente en el suelo de la cueva. Si despertaba, tal vez podría ser una fuente de información más valiosa, pero eso dependería del tiempo que tuviera.
Decidió entonces dirigir su atención hacia el exterior de la cueva. Al asomar la vista, notó que la mujer con la que había intercambiado palabras ya no estaba, lo que despertó una ligera preocupación en su interior. Sus tres reclutas estaban ahora cerca del hombre que antes había estado junto a la fogata, y Galhard se preguntó si tal vez este individuo podría ofrecer alguna pista sobre lo que estaba ocurriendo.
El sonido del mar llamó su atención, y al dirigir la mirada hacia el puerto, vio cómo el barco pirata comenzaba a mover sus velas, preparándose para zarpar. Un ligero fruncir de ceño apareció en su rostro. La posibilidad de que la mujer pirata lo hubiera descubierto y estuviera intentando huir no podía ser descartada. Aun así, perseguir el barco parecía imposible en ese momento; no tenía los medios para alcanzarlo, y dejar a sus reclutas o al prisionero sería imprudente.
Galhard sabía que debía priorizar la información que pudiera obtener en tierra antes de intentar cualquier persecución. Quizás el hombre junto a la fogata, o alguno de los reclutas que ahora lo rodeaban, tuviera alguna clave sobre el propósito de estos piratas o sobre el "hombre tiudido y turlto" que mencionó Josué.
Con pasos decididos, Galhard se dirigió hacia el grupo cerca de la fogata, manteniendo la calma en todo momento. Su mente, siempre analítica, consideraba las posibles opciones mientras se acercaba. Su objetivo inmediato era claro: obtener toda la información posible antes de que el barco pirata desapareciera en el horizonte. Si el destino de esa nave estaba sellado o no, dependería de lo que descubriera en los próximos minutos.
Las palabras del pirata eran fragmentadas y confusas, pero suficientes para confirmar lo que Galhard ya sospechaba: Josué era un peón, una pieza desechable en el juego de algún capitán que lo había enviado a buscar a un "hombre tiudido y turlto", una descripción tan vaga como inútil. No era una sorpresa, la mayoría de los capitanes piratas veían a su tripulación como meros instrumentos para lograr sus propios fines, sin importarle lo que les sucediera.
Con un suspiro, Galhard se dio cuenta de que insistir con Josué no le llevaría a ningún lado. El hombre apenas podía hablar y, además, parecía genuinamente ignorante de cualquier información útil. Sus ojos, tristes y cristalinos, hablaban de alguien que ya había renunciado a su destino, que estaba dispuesto a aceptar cualquier castigo con tal de escapar de la brutalidad que lo rodeaba. No habría honor en continuar interrogándolo.
Galhard se levantó, dejando al pirata atrapado en su lugar. Con un último vistazo, constató que el otro pirata seguía inconsciente en el suelo de la cueva. Si despertaba, tal vez podría ser una fuente de información más valiosa, pero eso dependería del tiempo que tuviera.
Decidió entonces dirigir su atención hacia el exterior de la cueva. Al asomar la vista, notó que la mujer con la que había intercambiado palabras ya no estaba, lo que despertó una ligera preocupación en su interior. Sus tres reclutas estaban ahora cerca del hombre que antes había estado junto a la fogata, y Galhard se preguntó si tal vez este individuo podría ofrecer alguna pista sobre lo que estaba ocurriendo.
El sonido del mar llamó su atención, y al dirigir la mirada hacia el puerto, vio cómo el barco pirata comenzaba a mover sus velas, preparándose para zarpar. Un ligero fruncir de ceño apareció en su rostro. La posibilidad de que la mujer pirata lo hubiera descubierto y estuviera intentando huir no podía ser descartada. Aun así, perseguir el barco parecía imposible en ese momento; no tenía los medios para alcanzarlo, y dejar a sus reclutas o al prisionero sería imprudente.
Galhard sabía que debía priorizar la información que pudiera obtener en tierra antes de intentar cualquier persecución. Quizás el hombre junto a la fogata, o alguno de los reclutas que ahora lo rodeaban, tuviera alguna clave sobre el propósito de estos piratas o sobre el "hombre tiudido y turlto" que mencionó Josué.
Con pasos decididos, Galhard se dirigió hacia el grupo cerca de la fogata, manteniendo la calma en todo momento. Su mente, siempre analítica, consideraba las posibles opciones mientras se acercaba. Su objetivo inmediato era claro: obtener toda la información posible antes de que el barco pirata desapareciera en el horizonte. Si el destino de esa nave estaba sellado o no, dependería de lo que descubriera en los próximos minutos.