Tenka
Anticuario
14-08-2024, 01:27 PM
(Última modificación: 14-08-2024, 01:30 PM por Tenka.
Razón: AÑADÍ LA BANDA SONORA <3
)
Observaba con temor la plateada pupila del sol, extrañamente inmóvil tras la bruma gris. La niebla se derramaba ahora violenta sobre mi como un torrente.
Cada paso me consumía en un trance angustioso y soporífero, como un delirio febril.
—Precoz la parca asiste a entregarme en funesto ritual. —Ya empezamos— O es acaso el sueño de un sueño de un ebrio morfeo. —Sí, ahora resulta que morfeo va pedo, de verdad, que se calle ya, qué pesadilla más mala.
Mi alucinada y bifurcada mente solidificó en una sola cuando, de repente, escuché un canto lejano.
Las sílabas llegaban como sonidos graves y dilatados, para luego ir cerrándose hasta cobrar forma en una voz prodigiosa y llena de majestad.
AAAAAAAAAOOOOO EEEEEEEEEEE IIIIIIIIIIIIIIIEEEEOOO
BAAAAAAOOOO EEEEEEEE CIIIIIIIIIIEEEEOO
BAAAOOO EEELLL CIIIIIIEEEO
BAAJOO EELL CIIIEELO
BAJO EL CIIELO
Bajo el cielo
“Bajo el cielo…, genial, ahora escucho una megafonía celestial. Al final va a tener razón el poeta este”, pensé para mi, en mi interior, donde aún parecía tener gobierno alguno.
Las armonías casi imposibles comenzaron a concordar cada vez más bajo una misma clave. Y las palabras comenzaron a condensar, como si brotaran en la misma pared de mi tímpano.
“...cielo estrellado, los llamo a mi juego,
selectos habitantes del East Blue, al borde del sueño.
En la Isla de Oniria, donde la luna es mi guía…”
“Pues ya estaría, el que habla por mi, el poeta, tenía razón, morfeo va bien cocido”, pensé. La locución completa no tenía desperdicio. Gracias a ella caí en la cuenta de que, como mencionó, contaba con una bolsa en mi cintura, y dentro una canica. La bolsa parecía, de manera imposible, unida a mi cuerpo, o mejor dicho, a mi propia existencia.
“Esta es, sin duda, una ilusión persistente. Habrá que jugar bajo sus términos”, me dije.
—Solemne oda desciende sobre mis sentidos, a la postre…
El golpe en mi espalda cesó, para mi fortuna, otra nueva línea de diálogo de mi yo más lírico. Fue tan inesperado que me llevó de bruces al suelo con violencia. Para mi sorpresa, el duro suelo se sintió como una caricia nubosa. ¿Acaso en aquel ensueño no había dolor? Miré mis manos y mi cara, que habían frenado la caída. Nada. Qué extraño.
Tan pronto como pude me giré. Contuve el sobresalto al ver aquel… anfibio Gyojin pez bruja con escamas verde y azules. No creo que pueda describirse mejor. No pude, sin embargo, frenar el susto cuando escuché su voz. Soy consciente de que los Gyojin hablan, pero me recuerdan demasiado a las sardinas, y eso no sería un gran problema si no les tuviera fobia y si no me las imaginara hablando. “Ay joder, qué asco”.
—¡Por el orbe sideral, qué insólita afrenta osa perturbar mi excelsa compostura!—Ahí, bien, dando una primera buena impresión a la bruja sardina. De esta me matan.
De pronto mi vista se fijó en la cintura de aquel Gyojin. Llevaba una bolsa como la mía. “El poema celestial cósmico onírico había dicho…Una regla es simple, canicas has de acumular… Entiendo.”, me dije.
Eché a correr hacia la niebla con la intención de hacerme invisible tan pronto como me sienta guarecido bajo su bruma.