Asradi
Völva
14-08-2024, 05:37 PM
Vale, tenía que reconocerlo, aquella comida estaba deliciosa. No era algo habitual que soliese comer, generalmente se alimentaba de productos más marinos. Aunque tenia una especial debilidad por el takoyaki o las aves cocinadas. Para ella, eso era como un manjar exótico. Pero tenía que reconocer que ese arroz con marisco no estaba nada mal. Le gustaba. Y, por algún motivo, también se había tranquilizado un poco al ver que Galhard, como se había presentado, no parecía tener malas intenciones. Al menos por ahora. Siendo sinceros, aquello le estaba viniendo de perlas, porque necesitaba ese descanso y recuperar fuerzas. No sabía si debería quedarse en ese lugar, posteriormente, unos días más. Era arriesgado.
East Blue. ¿Había llegado tan lejos?
La mirada que Asradi le dirigió al varón fue una de ligero desconcierto, antes de suspirar suavemente.
— No creí que me hubiese alejado tantísimo del norte. — De la isla Gyojin y más allá, a decir verdad. Al parecer sí que le habían cundido los días y las horas nadando casi sin reposo. Solo para detenerse lo justo y lo necesario.
Pero era mejor así. Si estaba tan lejos de casa, entonces no la buscarían. O, al menos, eso era lo que pensaba. Finalmente, se sintió satisfecha, y dejó la comida restante para que el hombre la disfrutase. Al fin y al cabo, la había preparado para él.
— Gracias, reconozco que no estoy habituada a la amabilidad de la gente. — Y, con gente, se refería sobe todo a las criaturas de la superficie. — Pero sé a lo que te refieres, y estoy de acuerdo contigo. Hay gente buena y gente mala en todos lados.
En eso le daba toda la razón, era algo innegable. Pero eso no quería decir que fuese a ser menos cuidadosa. Quizás tendría que abrirse un poco más de mente en según qué situaciones. Entonces, Galhard dijo algo que le hizo parpadear y mirarle con más curiosidad. Incluso se atrevió a sonreír, esta vez, con algo de gracia.
— Eres un marine. Pero no tiene sentido, es decir... — Le miró con una mezcla de confusión y curiosidad al mismo tiempo. Con un destello interesado en sus ojos azules. — Tenía entendido que los marines seguían las normas del Gobierno Mundial. De los nobles.
A lo mejor estaba equivocada, pero eso era lo que había escuchado. O, al menos, lo que ella había entendido en su día.
Se acomodó en la arena, jugando un poco con la misma, al mover suavemente su cola de un lado a otro, casi como si hiciese dibujos en la superficie húmeda. Estaba cómoda, y eso era lo importante. La cercanía del mar siempre era un alivio para ella.
— Creo que me quedaré por aquí unos pocos días, quizás. — Mencionó, todavía algo pensativa. — Necesitaré conseguir ropa o algo lo suficientemente largo como para poder esconderla. — Miró hacia su propia cola, señalándola con un cabeceo.
Que ese hombre se estuviese comportando de manera amable con ella, no quería decir que el resto del pueblo lo hiciese. O, al menos, todos.
— Pero creo que ya he abusado mucho de tu amabilidad.
East Blue. ¿Había llegado tan lejos?
La mirada que Asradi le dirigió al varón fue una de ligero desconcierto, antes de suspirar suavemente.
— No creí que me hubiese alejado tantísimo del norte. — De la isla Gyojin y más allá, a decir verdad. Al parecer sí que le habían cundido los días y las horas nadando casi sin reposo. Solo para detenerse lo justo y lo necesario.
Pero era mejor así. Si estaba tan lejos de casa, entonces no la buscarían. O, al menos, eso era lo que pensaba. Finalmente, se sintió satisfecha, y dejó la comida restante para que el hombre la disfrutase. Al fin y al cabo, la había preparado para él.
— Gracias, reconozco que no estoy habituada a la amabilidad de la gente. — Y, con gente, se refería sobe todo a las criaturas de la superficie. — Pero sé a lo que te refieres, y estoy de acuerdo contigo. Hay gente buena y gente mala en todos lados.
En eso le daba toda la razón, era algo innegable. Pero eso no quería decir que fuese a ser menos cuidadosa. Quizás tendría que abrirse un poco más de mente en según qué situaciones. Entonces, Galhard dijo algo que le hizo parpadear y mirarle con más curiosidad. Incluso se atrevió a sonreír, esta vez, con algo de gracia.
— Eres un marine. Pero no tiene sentido, es decir... — Le miró con una mezcla de confusión y curiosidad al mismo tiempo. Con un destello interesado en sus ojos azules. — Tenía entendido que los marines seguían las normas del Gobierno Mundial. De los nobles.
A lo mejor estaba equivocada, pero eso era lo que había escuchado. O, al menos, lo que ella había entendido en su día.
Se acomodó en la arena, jugando un poco con la misma, al mover suavemente su cola de un lado a otro, casi como si hiciese dibujos en la superficie húmeda. Estaba cómoda, y eso era lo importante. La cercanía del mar siempre era un alivio para ella.
— Creo que me quedaré por aquí unos pocos días, quizás. — Mencionó, todavía algo pensativa. — Necesitaré conseguir ropa o algo lo suficientemente largo como para poder esconderla. — Miró hacia su propia cola, señalándola con un cabeceo.
Que ese hombre se estuviese comportando de manera amable con ella, no quería decir que el resto del pueblo lo hiciese. O, al menos, todos.
— Pero creo que ya he abusado mucho de tu amabilidad.