Asradi
Völva
14-08-2024, 06:02 PM
A medida que avanzaba hacia lo que parecía ser aquel navío naufragado, o abandonado, el viento parecía aumentar en fuerza. Hasta tal punto que sus cabellos se agitaban de manera violenta y descontrolada.
— ¡Aff! — Protestó cuando varios mechones, de nuevo, se le metieron delante de la cara. Los apartó de un par de manotazos, llevándolos otra vez tras las orejas.
Pero fue ese mismo viento, molesto, el que le trajo varios sonidos. Asradi se detuvo unos momentos, ya a varios metros de donde aquel gigante de madera se encontraba, solo para escuchar. No estaba segura de si era aquella voz que le había susurrado antes de despertarse en aquel lugar. O eran otras.
La joven sirena permaneció escuchando, incluso frunció el ceño unos momentos. No, esa no era la voz de sus sueños. O de lo que fuese. Ahí había más gente. Retrocedió un paso, por inercia y afán de conservación. Siempre había sido un tanto desconfiada y bastante cuidadosa. No iba a ser menos ahora.
— Será mejor que me vay-¡Aaaaaaaaaaaaaaah! — Ni tiempo tuvo la pobre antes de que otra ráfaga huracanada se la llevase por delante.
O, más bien, la empujase casi de manera frenética hacia delante. Ese era el problema de ser tan menuda, a veces. Que no tenía el suficiente peso como para afirmarse. Y, qué diantres, ella no estaba habituada a la tierra.
No supo cómo, casi salió “planeando” hacia delante. Más bien, hacia el interior de aquel navío, por uno de los agujeros laterales. Se escuchó un cuerpo chocando contra el otro. No estuvo segura de a quién se llevó por delante pero, al menos ella, terminó medio rebozada en el suelo, tosiendo un poco hasta que se pudo sentar de manera un poco más digna.
— ¿¡Qué diantres pasa con este lugar!? — Protestó de inmediato, sacudiéndose un poco la tierra de las piernas, de las preciosas escamas plateadas que cubrían las mismas.
Miró, de repente, a su alrededor. Cierto, no estaba sola. Incluso pareció gruñir, notando como los afilados dientes de su subespecie de sirena, tiburón tintorera, se iban mostrando. Era más un acto reflejo, a modo defensivo, al no saber qué encontrarse todavía.