Galhard
Gal
14-08-2024, 08:25 PM
Galhard observó con atención cada gesto de Asradi mientras hablaba, notando cómo la desconfianza inicial parecía desvanecerse lentamente. La comida había logrado no solo satisfacer su hambre, sino también derribar, al menos en parte, las barreras que la sirena había levantado por instinto. Su sonrisa, aunque leve, fue una señal de que comenzaba a sentirse más cómoda en su presencia.
Cuando ella mencionó su sorpresa al haber llegado tan lejos del norte, Galhard asintió comprensivo. Sabía bien lo que era estar en tierras desconocidas, alejados de todo lo familiar, y cómo esa distancia podía ser tanto un refugio como una fuente de inquietud. El mundo era vasto, y East Blue, aunque tranquilo en comparación con otros mares, aún escondía sus propios peligros.
Al escuchar sus dudas sobre los marines, Galhard no pudo evitar soltar una leve risa, una mezcla de ironía y sinceridad.
— Tienes razón, Asradi. La mayoría de los marines siguen las normas del Gobierno Mundial, y muchos lo hacen ciegamente, sin cuestionar si esas normas son justas o no. — Hizo una pausa, sus ojos clavados en los de ella, como si estuviera compartiendo un secreto. — Pero yo no soy como ellos. Nunca he creído en la justicia absoluta que se nos enseña en algunos sectores de la Marina— Galhard apartó la vista hacia el mar, observando cómo las olas rompían suavemente en la orilla. Había muchas cosas que él mismo había cuestionado desde que se unió a la Marina, y eso lo había llevado a tomar un camino diferente al de la mayoría de sus compañeros.
— Me uní a la Marina porque quería cambiar las cosas desde dentro. No seré un cómplice en la tiranía de los nobles ni en las injusticias que a menudo se cometen en nombre de la "justicia". — Sus palabras fueron firmes, pero cargadas de una convicción tranquila. — Mi objetivo es proteger a los inocentes y luchar contra las verdaderas amenazas, sin importar de dónde vengan. Y para eso, a veces hay que romper algunas reglas.— Finalizó subiendo su mirada hacia la luna como si buscase que el brillo de la misma le confiriese más determinación.
La brisa marina acarició su rostro, mientras Asradi jugaba con la arena, aparentemente reflexionando sobre sus propias palabras. Galhard se inclinó un poco hacia adelante, con una expresión más suave.
— No has abusado de nada, Asradi. Ayudarte ha sido un placer, y lo volvería a hacer sin dudarlo. — Dijo, con una sonrisa genuina. — Si decides quedarte por aquí unos días, estaré cerca. Puedo ayudarte a conseguir algo de ropa, o lo que necesites para que te sientas más cómoda— Añadió con calidez.
La sinceridad en su voz era palpable, y su oferta no llevaba ningún tipo de segundas intenciones. Galhard simplemente era un hombre que, en un mundo lleno de injusticias, había decidido ser una excepción.
— Todos necesitamos un poco de ayuda de vez en cuando. Y si puedo hacer que tus días aquí sean más tranquilos, lo haré con gusto. — Agregó, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y empatía.
Finalmente, se recostó en la arena, dejando que la relajante atmósfera de la cala los envolviera a ambos. Aunque sus caminos eran diferentes, en ese momento compartían un entendimiento mutuo. Dos almas, cada una con sus propias luchas, que por un breve instante habían encontrado paz en la compañía del otro.
Cuando ella mencionó su sorpresa al haber llegado tan lejos del norte, Galhard asintió comprensivo. Sabía bien lo que era estar en tierras desconocidas, alejados de todo lo familiar, y cómo esa distancia podía ser tanto un refugio como una fuente de inquietud. El mundo era vasto, y East Blue, aunque tranquilo en comparación con otros mares, aún escondía sus propios peligros.
Al escuchar sus dudas sobre los marines, Galhard no pudo evitar soltar una leve risa, una mezcla de ironía y sinceridad.
— Tienes razón, Asradi. La mayoría de los marines siguen las normas del Gobierno Mundial, y muchos lo hacen ciegamente, sin cuestionar si esas normas son justas o no. — Hizo una pausa, sus ojos clavados en los de ella, como si estuviera compartiendo un secreto. — Pero yo no soy como ellos. Nunca he creído en la justicia absoluta que se nos enseña en algunos sectores de la Marina— Galhard apartó la vista hacia el mar, observando cómo las olas rompían suavemente en la orilla. Había muchas cosas que él mismo había cuestionado desde que se unió a la Marina, y eso lo había llevado a tomar un camino diferente al de la mayoría de sus compañeros.
— Me uní a la Marina porque quería cambiar las cosas desde dentro. No seré un cómplice en la tiranía de los nobles ni en las injusticias que a menudo se cometen en nombre de la "justicia". — Sus palabras fueron firmes, pero cargadas de una convicción tranquila. — Mi objetivo es proteger a los inocentes y luchar contra las verdaderas amenazas, sin importar de dónde vengan. Y para eso, a veces hay que romper algunas reglas.— Finalizó subiendo su mirada hacia la luna como si buscase que el brillo de la misma le confiriese más determinación.
La brisa marina acarició su rostro, mientras Asradi jugaba con la arena, aparentemente reflexionando sobre sus propias palabras. Galhard se inclinó un poco hacia adelante, con una expresión más suave.
— No has abusado de nada, Asradi. Ayudarte ha sido un placer, y lo volvería a hacer sin dudarlo. — Dijo, con una sonrisa genuina. — Si decides quedarte por aquí unos días, estaré cerca. Puedo ayudarte a conseguir algo de ropa, o lo que necesites para que te sientas más cómoda— Añadió con calidez.
La sinceridad en su voz era palpable, y su oferta no llevaba ningún tipo de segundas intenciones. Galhard simplemente era un hombre que, en un mundo lleno de injusticias, había decidido ser una excepción.
— Todos necesitamos un poco de ayuda de vez en cuando. Y si puedo hacer que tus días aquí sean más tranquilos, lo haré con gusto. — Agregó, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y empatía.
Finalmente, se recostó en la arena, dejando que la relajante atmósfera de la cala los envolviera a ambos. Aunque sus caminos eran diferentes, en ese momento compartían un entendimiento mutuo. Dos almas, cada una con sus propias luchas, que por un breve instante habían encontrado paz en la compañía del otro.