Galhard
Gal
14-08-2024, 09:43 PM
En las sombrías y susurrantes Montañas del Lamento, donde cada paso podía ser el último, Galhard, en su inusual forma de gnomo, espiaba desde detrás de un árbol retorcido. Su atuendo verde y su gorra cónica le conferían un aire cómico, contrastando fuertemente con el ambiente sombrío. Su tarea era clara, aunque bizarra: recolectar canicas en un juego surrealista y peligroso.
Observando desde su escondite, Galhard divisó a su próximo objetivo: un gyojin tiburón, ahora convertido en un cangrejo gigante y desorientado, luchando por coordinar sus nuevas y numerosas extremidades cerca del río. Aprovechando la confusión y el ruido del chapoteo, Galhard se preparó para actuar.
Con sigilo, el pequeño gnomo verde se movió entre las sombras, acercándose al gyojin con una mezcla de curiosidad y cautela. Su caza-mariposas en mano, estaba decidido a usarlo no solo como herramienta, sino como arma en este juego de astucia y agilidad.
—¡Menudo día para pescar, eh! —exclamó Galhard con un tono jovial y algo burlón, intentando tal vez distraer o confundir aún más a su adversario mientras hacía un ademán juguetón con su caza-mariposas.
Galhard, con la agilidad de su pequeña forma gnómica, intentó rápidamente acercarse al zurrón donde el gyojin guardaba su preciosa canica. Su estrategia era clara: enganchar el zurrón con el caza-mariposas y hacerse con la canica sin entrar en confrontación directa.
Sin embargo, consciente del potencial peligro de un enfrentamiento físico con un ser tan poderoso como un gyojin, incluso en forma de cangrejo, Galhard mantuvo una distancia prudente, listo para retirarse rápidamente en caso de que el cangrejo decidiera atacar o defenderse.
—¡Uno nunca sabe qué esperar en este mundo de locos! —continuó diciendo Galhard, su voz llenando el espacio entre ellos mientras evaluaba cada movimiento del gyojin con precaución.
Mientras el gnomo verde planeaba su próximo movimiento, esperaba una reacción, cualquier señal que pudiera usar a su favor. Tal vez el gyojin cangrejo optaría por una retirada estratégica al río, o quizás intentaría proteger su canica de una forma que Galhard aún no podía anticipar. Con una mirada aguda y su cuerpo siempre listo para saltar hacia la seguridad o hacia la victoria, Galhard se mantuvo alerta, sabiendo que en las Montañas del Lamento, cada encuentro podía cambiar el rumbo de este extraño y peligroso juego.