Vesper Chrome
Medical Fortress
14-08-2024, 10:11 PM
La transformación era completa. Ya no era simplemente yo; me había convertido en algo más, algo antiguo y temido. La muerte blanca. Podía sentir cómo el poder se extendía por mis venas, alimentado por la ira y el rencor que había acumulado durante años. Cada paso que daba resonaba en las calles desiertas, y la tierra misma parecía temblar bajo mi presencia.
Mi mente, ahora un torbellino de pensamientos oscuros y deseos de venganza, me empujaba a avanzar. Cada edificio en pie, cada vestigio de vida pasada en ese lugar debía ser erradicado. No había lugar para la duda, ni para el remordimiento. El eco de mis pasos se mezclaba con los sonidos distantes, y con cada metro que recorría, sentía cómo la energía dentro de mí crecía exponencialmente pero todo aquello era ira.
Finalmente, llegué al centro de la ciudad, una vasta plaza que una vez debió ser el corazón palpitante de la vida en ese lugar. Ahora, era solo un desierto de piedra y polvo, con una fuente seca en su centro, rodeada por estatuas derruidas de antiguos héroes olvidados. Me detuve, observando el panorama desolador a mi alrededor. La tristeza y el desasosiego que había sentido antes se habían transformado en una determinación inquebrantable.
Con un rugido que sacudió los simientos, liberé toda la furia contenida dentro de mí en un inmenso grito. Un grito que habia sido mas que suficiente para hacer caer unos cuantos edificios que no estaban a mas del suelo. Los edificios que aún se mantenían en pie a mi alrededor parecian como castillos de naipes, las estatuas me llenaban de incomodidad y queria convertirlas en polvo, y la plaza misma se agrietó dandome a comprender que cualquier movimiento brusco haria que todo se cayera abajo.
El grito resonó por toda la ciudad, como un eco de mi propio dolor y rabia, y entonces, el silencio volvió a caer. Un silencio aún más profundo que antes, roto solo por el viento que ahora soplaba suavemente, como si estuviera lamiendo las heridas que yo mismo había causado. Miré a mi alrededor, a la devastación que había dejado en mi camino, y por un momento, un atisbo de satisfacción me recorrió. Pero entonces, algo más despertó dentro de mí. Una voz, apenas un susurro, enterrada en lo más profundo de mi ser. "¿Es esto lo que realmente quieres? ¿Es esto lo que has buscado durante tanto tiempo?"
La pregunta resonó en mi mente, y por primera vez desde que había despertado en ese lugar, la ira comenzó a disiparse, dejando un vacío que no sabía cómo llenar. La destrucción, la ira, aunque poderosa, no había traído la paz que anhelaba. Y en ese momento, en medio de las ruinas de una ciudad que quien sabe quien había destruido, comencé a cuestionar si alguna vez encontraría lo que realmente buscaba.
Mi mente, ahora un torbellino de pensamientos oscuros y deseos de venganza, me empujaba a avanzar. Cada edificio en pie, cada vestigio de vida pasada en ese lugar debía ser erradicado. No había lugar para la duda, ni para el remordimiento. El eco de mis pasos se mezclaba con los sonidos distantes, y con cada metro que recorría, sentía cómo la energía dentro de mí crecía exponencialmente pero todo aquello era ira.
Finalmente, llegué al centro de la ciudad, una vasta plaza que una vez debió ser el corazón palpitante de la vida en ese lugar. Ahora, era solo un desierto de piedra y polvo, con una fuente seca en su centro, rodeada por estatuas derruidas de antiguos héroes olvidados. Me detuve, observando el panorama desolador a mi alrededor. La tristeza y el desasosiego que había sentido antes se habían transformado en una determinación inquebrantable.
Con un rugido que sacudió los simientos, liberé toda la furia contenida dentro de mí en un inmenso grito. Un grito que habia sido mas que suficiente para hacer caer unos cuantos edificios que no estaban a mas del suelo. Los edificios que aún se mantenían en pie a mi alrededor parecian como castillos de naipes, las estatuas me llenaban de incomodidad y queria convertirlas en polvo, y la plaza misma se agrietó dandome a comprender que cualquier movimiento brusco haria que todo se cayera abajo.
El grito resonó por toda la ciudad, como un eco de mi propio dolor y rabia, y entonces, el silencio volvió a caer. Un silencio aún más profundo que antes, roto solo por el viento que ahora soplaba suavemente, como si estuviera lamiendo las heridas que yo mismo había causado. Miré a mi alrededor, a la devastación que había dejado en mi camino, y por un momento, un atisbo de satisfacción me recorrió. Pero entonces, algo más despertó dentro de mí. Una voz, apenas un susurro, enterrada en lo más profundo de mi ser. "¿Es esto lo que realmente quieres? ¿Es esto lo que has buscado durante tanto tiempo?"
La pregunta resonó en mi mente, y por primera vez desde que había despertado en ese lugar, la ira comenzó a disiparse, dejando un vacío que no sabía cómo llenar. La destrucción, la ira, aunque poderosa, no había traído la paz que anhelaba. Y en ese momento, en medio de las ruinas de una ciudad que quien sabe quien había destruido, comencé a cuestionar si alguna vez encontraría lo que realmente buscaba.