Galhard escuchó con atención y un sentimiento de entendimiento las palabras de Asradi, notando cómo su sonrisa y su mirada hacia el mar reflejaban un cambio sutil pero significativo en su percepción de la humanidad, y en especial, de aquellos que, como él, deseaban hacer del mundo un lugar más justo. La sinceridad en su voz y el brillo de esperanza en sus ojos le confirmaron que, a pesar de todo, el camino que había elegido era el correcto.
—Las reglas que se imponen sin justicia o compasión alguna deberían cuestionarse, sí.—respondió Galhard con una sonrisa amable, animado por la actitud de Asradi. La noche alrededor parecía menos oscura con cada palabra compartida, cada gesto de confianza.
La mención de la sirena sobre las dificultades de cambiar un sistema tan arraigado no hizo más que reafirmar su determinación. —No será fácil, es cierto, pero cada paso en la dirección correcta cuenta. Por suerte tengo más compañeros que piensan así... Si logramos inspirar a otros, poco a poco podemos hacer una diferencia.— Dijo con decisión mirando la palma de su mano
Cuando Asradi mencionó la necesidad de una prenda para cubrir su cola, Galhard asintió comprensivamente, ya pensando en cómo ayudarla de la manera más práctica y respetuosa posible.
—Mañana por la mañana, traeré algo que pueda servirte. Un vestido largo quizás, algo que te permita moverte libremente y al mismo tiempo te brinde la privacidad y la comodidad que necesitas.—ofreció, su tono lleno de un compromiso genuino.
—Y si te parece bien, estaré encantado de acompañarte como tu escolta mientras estés aquí. No solo para asegurarme de que tienes todo lo que necesitas, sino también para garantizar que no tengas que enfrentarte sola a situaciones incómodas o peligrosas.—continuó, su oferta era sincera, deseando protegerla no solo de los peligros físicos sino también de los prejuicios que podrían herir.
Galhard se levantó, extendiendo su mano hacia la luna, como si quisiera capturar un poco de su luz plateada.
—Deja que la luna y el tranquilo rumor del mar sean nuestros testigos esta noche, Asradi. Estoy aquí no solo como un marine, sino como alguien que te respeta y admira tu fuerza y tu coraje para aventurarte tan lejos de casa.— Murmuró con calidez mientras observaba la luna.
La sonrisa sutil de Asradi bajo el brillo de la luna era todo lo que Galhard necesitaba ver para saber que había hecho bien en ofrecer su ayuda y compañía. En ese pequeño gesto, encontró más motivación para seguir su propio camino, un camino que, con suerte, lo llevaría a encontrar más aliados como ella, dispuestos a buscar un mundo mejor, más allá de las fronteras de tierra y mar.
—Las reglas que se imponen sin justicia o compasión alguna deberían cuestionarse, sí.—respondió Galhard con una sonrisa amable, animado por la actitud de Asradi. La noche alrededor parecía menos oscura con cada palabra compartida, cada gesto de confianza.
La mención de la sirena sobre las dificultades de cambiar un sistema tan arraigado no hizo más que reafirmar su determinación. —No será fácil, es cierto, pero cada paso en la dirección correcta cuenta. Por suerte tengo más compañeros que piensan así... Si logramos inspirar a otros, poco a poco podemos hacer una diferencia.— Dijo con decisión mirando la palma de su mano
Cuando Asradi mencionó la necesidad de una prenda para cubrir su cola, Galhard asintió comprensivamente, ya pensando en cómo ayudarla de la manera más práctica y respetuosa posible.
—Mañana por la mañana, traeré algo que pueda servirte. Un vestido largo quizás, algo que te permita moverte libremente y al mismo tiempo te brinde la privacidad y la comodidad que necesitas.—ofreció, su tono lleno de un compromiso genuino.
—Y si te parece bien, estaré encantado de acompañarte como tu escolta mientras estés aquí. No solo para asegurarme de que tienes todo lo que necesitas, sino también para garantizar que no tengas que enfrentarte sola a situaciones incómodas o peligrosas.—continuó, su oferta era sincera, deseando protegerla no solo de los peligros físicos sino también de los prejuicios que podrían herir.
Galhard se levantó, extendiendo su mano hacia la luna, como si quisiera capturar un poco de su luz plateada.
—Deja que la luna y el tranquilo rumor del mar sean nuestros testigos esta noche, Asradi. Estoy aquí no solo como un marine, sino como alguien que te respeta y admira tu fuerza y tu coraje para aventurarte tan lejos de casa.— Murmuró con calidez mientras observaba la luna.
La sonrisa sutil de Asradi bajo el brillo de la luna era todo lo que Galhard necesitaba ver para saber que había hecho bien en ofrecer su ayuda y compañía. En ese pequeño gesto, encontró más motivación para seguir su propio camino, un camino que, con suerte, lo llevaría a encontrar más aliados como ella, dispuestos a buscar un mundo mejor, más allá de las fronteras de tierra y mar.