Zath Elion Vhal
Zev el Fiero
15-08-2024, 09:52 AM
Zev notó la resistencia tanto de Timsy como de Jimbo cuando sugirió cambiar el nombre del barco a "Albor". Al escuchar las protestas, primero del pez y luego el gruñido de desagrado del suricato, el coyote no pudo evitar torcer el gesto levemente, aceptando que el nombre que habían escogido tenía un valor especial para ellos. No era de su interés insistir en detalles menores que, en el gran esquema de las cosas, no cambiarían la esencia de su misión ni la relación con sus compañeros.
Con un ligero asentimiento, Zev dejó que el tema se disipara en el aire salino que los rodeaba. "Alborada" seguiría siendo el nombre de su embarcación. Lo importante era el camino.
Con la mente distraída, Zev intentaba apagar el ruido de fondo que era el incesante parloteo de Jimbo sobre el pez gigante que algún día capturaría. El entusiasmo del suricato era contagioso, pero en ese momento, el coyote necesitaba un respiro. Cerró los ojos un instante, dejando que la brisa marina y el ritmo del mar calmaran sus pensamientos, tratando de encontrar un momento de paz en medio de la energía inagotable de su compañero.
De repente, un estruendo rompió la calma. Zev abrió los ojos de golpe justo cuando la superficie del mar estallaba en furia, una enorme criatura marina emergió con una fuerza devastadora. El corazón del coyote se detuvo un instante al ver cómo Timsy era lanzado por los aires, probablemente embestido por la bestia. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, pero para Zev, el tiempo pareció detenerse.
Su mente entró en modo combate, cada detalle a su alrededor se hizo nítido, cada movimiento se ralentizó en su percepción. Respiró hondo mientras analizaba rápidamente la situación. A un lado, vio a Jimbo reaccionar de manera espléndida, ya con su arco tensado y apuntando hacia el monstruo. El suricato estaba listo para atacar, y Zev sabía que, en ese momento, Jimbo representaba su mejor oportunidad de contraatacar con efectividad.
Timsy, a pesar del golpe, parecía estar manejándose bien en el agua, demostrando una vez más su destreza en su elemento. Pero el peligro aún era inmenso. Zev entendió al instante que su papel en esta batalla era claro: proteger a Jimbo a toda costa. Si podían mantener a la bestia ocupada el tiempo suficiente, Jimbo podría conectar los ataques decisivos que podrían poner fin a la amenaza.
- Jimbo - dijo Zev con una calma que contrastaba con la tormenta que se desataba a su alrededor, - mantén tu objetivo firme. Yo me encargaré de que tengas la oportunidad de disparar.
Zev se posicionó de manera que pudiera interponerse entre la criatura y Jimbo si fuera necesario. Estaba listo para proteger al suricato, incluso si eso significaba lanzarse él mismo como carnaza para distraer al monstruo. Sabía que, en esa situación, escapar no era una opción. Solo podían luchar.
El coyote apretó los puños, su mente totalmente concentrada en su misión. No permitiría que esa bestia alcanzara a Jimbo; haría lo que fuera necesario para mantenerlo a salvo y darle el tiempo que necesitaba para lanzar sus ataques. La adrenalina corría por sus venas, pero su mente permanecía fría y calculadora. Este era su papel, y estaba decidido a cumplirlo a toda costa.
Con los sentidos afilados y su espíritu indomable, Zev se preparó para lo que venía, listo para luchar hasta el final.
Con un ligero asentimiento, Zev dejó que el tema se disipara en el aire salino que los rodeaba. "Alborada" seguiría siendo el nombre de su embarcación. Lo importante era el camino.
Con la mente distraída, Zev intentaba apagar el ruido de fondo que era el incesante parloteo de Jimbo sobre el pez gigante que algún día capturaría. El entusiasmo del suricato era contagioso, pero en ese momento, el coyote necesitaba un respiro. Cerró los ojos un instante, dejando que la brisa marina y el ritmo del mar calmaran sus pensamientos, tratando de encontrar un momento de paz en medio de la energía inagotable de su compañero.
De repente, un estruendo rompió la calma. Zev abrió los ojos de golpe justo cuando la superficie del mar estallaba en furia, una enorme criatura marina emergió con una fuerza devastadora. El corazón del coyote se detuvo un instante al ver cómo Timsy era lanzado por los aires, probablemente embestido por la bestia. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, pero para Zev, el tiempo pareció detenerse.
Su mente entró en modo combate, cada detalle a su alrededor se hizo nítido, cada movimiento se ralentizó en su percepción. Respiró hondo mientras analizaba rápidamente la situación. A un lado, vio a Jimbo reaccionar de manera espléndida, ya con su arco tensado y apuntando hacia el monstruo. El suricato estaba listo para atacar, y Zev sabía que, en ese momento, Jimbo representaba su mejor oportunidad de contraatacar con efectividad.
Timsy, a pesar del golpe, parecía estar manejándose bien en el agua, demostrando una vez más su destreza en su elemento. Pero el peligro aún era inmenso. Zev entendió al instante que su papel en esta batalla era claro: proteger a Jimbo a toda costa. Si podían mantener a la bestia ocupada el tiempo suficiente, Jimbo podría conectar los ataques decisivos que podrían poner fin a la amenaza.
- Jimbo - dijo Zev con una calma que contrastaba con la tormenta que se desataba a su alrededor, - mantén tu objetivo firme. Yo me encargaré de que tengas la oportunidad de disparar.
Zev se posicionó de manera que pudiera interponerse entre la criatura y Jimbo si fuera necesario. Estaba listo para proteger al suricato, incluso si eso significaba lanzarse él mismo como carnaza para distraer al monstruo. Sabía que, en esa situación, escapar no era una opción. Solo podían luchar.
El coyote apretó los puños, su mente totalmente concentrada en su misión. No permitiría que esa bestia alcanzara a Jimbo; haría lo que fuera necesario para mantenerlo a salvo y darle el tiempo que necesitaba para lanzar sus ataques. La adrenalina corría por sus venas, pero su mente permanecía fría y calculadora. Este era su papel, y estaba decidido a cumplirlo a toda costa.
Con los sentidos afilados y su espíritu indomable, Zev se preparó para lo que venía, listo para luchar hasta el final.