Asradi
Völva
15-08-2024, 07:09 PM
Le sorprendía un poco que Galhard se quisiese tomar la molestia de conseguirle, él mismo, la prenda solicitada. En realidad con qué le dijese donde, ella podría ocuparse. Tendría que ser cuidadosa tanto para aproximarse al lugar como para robar dicha pieza de ropa. Pero bueno, si él le facilitaba esa tarea, y gratis, no iba a quejarse. Solo esperaba que, efectivamente, continuase siendo de confianza.
Cuando el de cabellera castaña comenzó el relato, ella se limitó a escuchar, con una mezcla de fascinación y calma. Así que ese lugar se llamaba Rostock. Por inercia miró hacia el faro que continuaba avisando a los barcos de la cercanía de la costa, para que no tuviesen peligro de encallar. Era un lugar tranquilo, al menos de noche, por lo que le resultaba bastante agradable. Si no fuese porque, seguramente, al amanecer estaría más concurrido, no le importaría dormir ahí las horas que faltaban hasta el amanecer. Pero, por ahora, estaba a gusto con aquella conversación.
— Suena muy idílico cuando lo dices. Espero que sea verdad, que esa diversidad que hay en este lugar ayude a que haya ese entendimiento que comentas. Lo he visto en pocas ocasiones. — Por no decir casi nunca. No decía que no lo hubiese, pero era consciente de lo escaso que podía ser. La punta de su cola se movía, suave y distraídamente. — Servir...
Esa palabra la dijo en un murmullo, pensativa. Sonaba un poco pasivo eso, pero terminó entendiendo a qué se refería Galhard al respecto. Asradi asintió de manera breve. Ella también “servía”, pero a su manera.
— Quien impone no es un verdadero maestro. Mi forma de “servir” es curando las heridas y dolencias de los demás. — Era la última generación, por ahora, de curanderas de su familia. Y se había escapado de casa.
Seguro que estaban echando pestes de ella. O no. A estas alturas, aunque le dolía, prefería no saberlo. Pero no iba a consentir que decidiesen por ella en lo que respectaba su vida. Estaba dispuesta a seguir el linaje materno en cuanto al tratamiento casi druidico de las dolencias del cuerpo. Pero no a unirse a un hombre que no conocía de nada.
Se le dibujó, apenas, una arruga en el ceño al recordar tal cosa. Sobre todo al escuchar que, de una manera u otra, al marine le había pasado algo parecído. El que le quisiesen imponer cosas que a él no le agradaban o con las que no se encontraba a gusto.
— He escuchado que eres del North Blue. — Eso le hizo sonreír ligeramente. — Yo nací en los mares del norte. Mi familia proviene de ahí, de las frías aguas norteñas. Aunque luego nos mudamos a la isla Gyojin. — Por eso siempre se encontraba mucho más a gusto en climas más fríos. No soportaba bien el calor excesivo.
Había escuchado parte de la historia de Galhard, pero... ¿Debía compartir la de ella? Había cosas que prefería resguardar para sí, aunque no le parecía justo el no contarle nada. Miró de hito en hito al marine durante unos segundos, pensativa más bien.
— Mi historia no tiene nada relevante. Provengo de una familia normal y corriente, aunque con cierta influencia política dentro de algunos círculos entre los gyojin y sirenas. — Sonrió quedamente. Su padre era bastante severo, aunque un buen tipo. Tenía buena afinidad con él, a pesar de seguir las costumbre maternas. — Podría decirse que he vivido bastante bien, aunque nunca me ha gustado el tener que hacer lo que los demás me decían. O, más bien, que decidiesen por mi.
Siempre ocurría eso y siempre había conflictos al respecto. Aunque parecía muy modosita, Asradi tenía carácter. A veces demasiado, si le tocaban las aletas.
— Así que hace poco decidí irme. Quiero ver mundo más allá de los mares. Quiero descubrir otras zonas del océano y conocer más gente. — Comprobar si, efectivamente, la superficie era tan terrible como la pintaban.
Cuando el de cabellera castaña comenzó el relato, ella se limitó a escuchar, con una mezcla de fascinación y calma. Así que ese lugar se llamaba Rostock. Por inercia miró hacia el faro que continuaba avisando a los barcos de la cercanía de la costa, para que no tuviesen peligro de encallar. Era un lugar tranquilo, al menos de noche, por lo que le resultaba bastante agradable. Si no fuese porque, seguramente, al amanecer estaría más concurrido, no le importaría dormir ahí las horas que faltaban hasta el amanecer. Pero, por ahora, estaba a gusto con aquella conversación.
— Suena muy idílico cuando lo dices. Espero que sea verdad, que esa diversidad que hay en este lugar ayude a que haya ese entendimiento que comentas. Lo he visto en pocas ocasiones. — Por no decir casi nunca. No decía que no lo hubiese, pero era consciente de lo escaso que podía ser. La punta de su cola se movía, suave y distraídamente. — Servir...
Esa palabra la dijo en un murmullo, pensativa. Sonaba un poco pasivo eso, pero terminó entendiendo a qué se refería Galhard al respecto. Asradi asintió de manera breve. Ella también “servía”, pero a su manera.
— Quien impone no es un verdadero maestro. Mi forma de “servir” es curando las heridas y dolencias de los demás. — Era la última generación, por ahora, de curanderas de su familia. Y se había escapado de casa.
Seguro que estaban echando pestes de ella. O no. A estas alturas, aunque le dolía, prefería no saberlo. Pero no iba a consentir que decidiesen por ella en lo que respectaba su vida. Estaba dispuesta a seguir el linaje materno en cuanto al tratamiento casi druidico de las dolencias del cuerpo. Pero no a unirse a un hombre que no conocía de nada.
Se le dibujó, apenas, una arruga en el ceño al recordar tal cosa. Sobre todo al escuchar que, de una manera u otra, al marine le había pasado algo parecído. El que le quisiesen imponer cosas que a él no le agradaban o con las que no se encontraba a gusto.
— He escuchado que eres del North Blue. — Eso le hizo sonreír ligeramente. — Yo nací en los mares del norte. Mi familia proviene de ahí, de las frías aguas norteñas. Aunque luego nos mudamos a la isla Gyojin. — Por eso siempre se encontraba mucho más a gusto en climas más fríos. No soportaba bien el calor excesivo.
Había escuchado parte de la historia de Galhard, pero... ¿Debía compartir la de ella? Había cosas que prefería resguardar para sí, aunque no le parecía justo el no contarle nada. Miró de hito en hito al marine durante unos segundos, pensativa más bien.
— Mi historia no tiene nada relevante. Provengo de una familia normal y corriente, aunque con cierta influencia política dentro de algunos círculos entre los gyojin y sirenas. — Sonrió quedamente. Su padre era bastante severo, aunque un buen tipo. Tenía buena afinidad con él, a pesar de seguir las costumbre maternas. — Podría decirse que he vivido bastante bien, aunque nunca me ha gustado el tener que hacer lo que los demás me decían. O, más bien, que decidiesen por mi.
Siempre ocurría eso y siempre había conflictos al respecto. Aunque parecía muy modosita, Asradi tenía carácter. A veces demasiado, si le tocaban las aletas.
— Así que hace poco decidí irme. Quiero ver mundo más allá de los mares. Quiero descubrir otras zonas del océano y conocer más gente. — Comprobar si, efectivamente, la superficie era tan terrible como la pintaban.