Galhard
Gal
15-08-2024, 09:26 PM
En las retorcidas y místicas Montañas del Lamento, el juego surrealista y peligroso continuaba, desafiando a todos los participantes con sus reglas extrañas y consecuencias impredecibles. Galhard, en su forma gnómica, mantenía la mirada fija en su objetivo: el gyojin transformado en un cangrejo gigante, que ahora parecía abrumado por sus nuevas extremidades y el entorno desconcertante.
Con una mezcla de sigilo y astucia, Galhard se movió con la ligereza característica de su pequeña forma, manteniendo una distancia segura mientras planeaba su siguiente paso. Aunque el gyojin estaba distraído intentando coordinar sus patas, Galhard sabía que debía actuar rápido y con precisión.
El gnomo verde se agazapó, utilizando las formaciones rocosas como cobertura. Con el caza-mariposas listo en mano, se aproximó al confundido gyojin, quien seguía luchando con el entorno y su propio reflejo en el agua del río.
—¡Qué curioso espectáculo ofrece el río hoy! —exclamó Galhard con una chispa de humor en su voz, intentando mantener ligero el ambiente mientras se preparaba para su jugada maestra.
Aprovechando que el gyojin estaba enfocado en sus múltiples patas y en su frustrante situación, Galhard dio un salto ágil y silencioso, acercándose al zurrón que colgaba del lado del cangrejo. Con un movimiento rápido y preciso, utilizó su caza-mariposas para enganchar el zurrón, tirando suavemente para liberarlo sin alertar a su adversario.
—¡Es solo un pequeño juego de canicas! —siguió distrayendo, manteniendo el tono juguetón y despreocupado, mientras su mano libre se movía con la destreza de un verdadero ladrón de canicas.
En un instante, el zurrón estaba en sus manos, y con un giro ligero, Galhard se alejó saltando hacia las sombras, su figura pequeña y ágil apenas visible entre la vegetación densa y las rocas. Miró hacia atrás solo una vez para asegurarse de que el gyojin seguía distraído con su predicamento acuático.
Con la canica asegurada, Galhard no pudo evitar sentir una oleada de emoción por la exitosa maniobra. El aire frío de la montaña revoloteaba a su alrededor, llevando consigo los susurros de las antiguas leyendas de las Montañas del Lamento. Aunque el juego era extraño y las circunstancias aún más, en ese momento, bajo el cielo estrellado y con una nueva canica en su poder, Galhard sintió que tal vez, solo tal vez, había algo de magia en este caótico mundo de sueños y pesadillas.
Con una mezcla de sigilo y astucia, Galhard se movió con la ligereza característica de su pequeña forma, manteniendo una distancia segura mientras planeaba su siguiente paso. Aunque el gyojin estaba distraído intentando coordinar sus patas, Galhard sabía que debía actuar rápido y con precisión.
El gnomo verde se agazapó, utilizando las formaciones rocosas como cobertura. Con el caza-mariposas listo en mano, se aproximó al confundido gyojin, quien seguía luchando con el entorno y su propio reflejo en el agua del río.
—¡Qué curioso espectáculo ofrece el río hoy! —exclamó Galhard con una chispa de humor en su voz, intentando mantener ligero el ambiente mientras se preparaba para su jugada maestra.
Aprovechando que el gyojin estaba enfocado en sus múltiples patas y en su frustrante situación, Galhard dio un salto ágil y silencioso, acercándose al zurrón que colgaba del lado del cangrejo. Con un movimiento rápido y preciso, utilizó su caza-mariposas para enganchar el zurrón, tirando suavemente para liberarlo sin alertar a su adversario.
—¡Es solo un pequeño juego de canicas! —siguió distrayendo, manteniendo el tono juguetón y despreocupado, mientras su mano libre se movía con la destreza de un verdadero ladrón de canicas.
En un instante, el zurrón estaba en sus manos, y con un giro ligero, Galhard se alejó saltando hacia las sombras, su figura pequeña y ágil apenas visible entre la vegetación densa y las rocas. Miró hacia atrás solo una vez para asegurarse de que el gyojin seguía distraído con su predicamento acuático.
Con la canica asegurada, Galhard no pudo evitar sentir una oleada de emoción por la exitosa maniobra. El aire frío de la montaña revoloteaba a su alrededor, llevando consigo los susurros de las antiguas leyendas de las Montañas del Lamento. Aunque el juego era extraño y las circunstancias aún más, en ese momento, bajo el cielo estrellado y con una nueva canica en su poder, Galhard sintió que tal vez, solo tal vez, había algo de magia en este caótico mundo de sueños y pesadillas.