Byron
Hizashi
16-08-2024, 12:32 AM
El chico de cabello violeta se encontraba acostado en la cama, sobre él, una mujer de apetitosas curvas. Esta posaba sobre su rostro del joven sus dos enormes y casi esféricos pechos de forma coqueta, jugueteando con él, parecía casi desear amamantar al muchacho. Byron disfrutaba de esto, dejándose llevar sin disimulo, todo en aquella habitación gritaba erotismo, desde las cálidas luces que adornaban la sala, hasta los apasionados movimientos de la bella dama que cabalgaba sobre él. Bien metido en faena, agarró uno de los rebosantes senos, y se acercó sus labios a este, dando, sin él esperarlo, un bocado al aire.
Abrió los ojos ante aquella bocanada al aire que tan extraña le había resultado, para sorprenderse al ver como, lo que había sido una sala de pasión y diversión, se fundía en la oscuridad de la nada, y se encontraba a sí mismo yaciendo sobre lo que sería una gélida cama de nieve. Antes de que se diera cuenta, el paisaje se extendía ante su mirada, llenando esas tinieblas con una tundra heladora, poblada de figuras heladas, árboles de cristal y enormes témpanos de hielo adornaban allá donde mirase. La luz solar reflejada entre tanta estructura polar, bañaban arco iris allá donde mirases, dando un aura mística y fantasiosa al lugar.
Incrédulo, el chico, intentando buscar explicación a lo que acababa de suceder, reconstruyó en su cabeza la sucesión de acontecimientos, como había pasado de estar gozando en una acogedora habitación, a encontrarse en aquel glacial escenario. Recordó la sensación de haber acariciado ese manjar, su mano había tocado algo en aquel momento, apretó su mano, y notó que había algo en ella, llevó su mirada, y en su palma se encontraba una canica. Extrañado la acercó para ver aquella esfera con más detenimiento, y en su cabeza, como si de psicofonías de otro mundo se tratasen escuchó una ¿canción?.
Una regla es simple, canicas has de acumular
y en cada despertar, tu bolsa has de soltar.
La confusión creció en el muchacho, y la situación solo podía ir a peor. Raudo y sin avisar, el frío hizo presencia en su cuerpo, podría decirse que al estar distraído su cuerpo lo había estado pasando por alto. Lo sintió, por cada uno de sus huesos, sin miramiento recorrió hasta el último de sus rincones, nunca había sentido algo así. La temperatura era tal que podría llevarse al otro mundo a cualquiera, incluso a los más preparados si se tomaban la situación a la ligera. Byron estornudó, y siendo consciente de que si no se ponía en movimiento moriría congelado, se levantó de un salto.
Entre tiritonas guardó aquella canica en el saco que tenía en su cintura y observó detenidamente la zona para elegir el lugar por el que moverse. En su cabeza seguía dándole vueltas a los versos que había escuchado, nada tenía sentido para él, parecía ser un simple juego macabro, matar, robar, canicas... Pero ¿cómo había sido transportado a ese lugar? Lo lógico, analizando los versos, es que más competidores hubiesen sido llevados allí, así que tarde o temprano se encontraría a otro pobre diablo como él.
Por lo pronto, lo mejor era subir a lo más alto para así tener una mejor vista de sus alrededores, y sin tiempo para quedarse quieto, pues no quería convertirse en una estatua de hielo, emprendió su camino hacia el monte.