Qazan
Qazan
16-08-2024, 02:58 AM
Al caer al agua, mi propio peso formó una onda expansiva con el río, que hizo levantar sobre mí mismo un torrente de agua empapándome entero, al caer del agua, nuevamente sobre el río, algo me golpeó la cabeza. El río era lo suficientemente profundo, como para que únicamente sobresaliese la mitad de mi tren superior. mi sorpresa no fue ni el golpe ni la poca dureza de este, sino que parecía que lo que me había golpeado, no quería soltarme.
Haciendo un pequeño esfuerzo, coordinando las patas, giré sobre mí mismo para ver de dónde provenía aquel golpe, cuál fue mi sorpresa sino descubrir aquel ser bajito de sombrero, puntiagudo y túnica verte. - ¿Oye y los otros seis como tú dónde están?-. Me vino a la mente una antigua leyenda sobre siete enanos que se dedicaban a la minería y por cosas de la vida. Tenían raptada a una princesa que usaban de sirvienta. -Tú no deberías tener un pico en lugar de jugar con una red de bichos?-. De verdad que la similitud con aquella leyenda parecía hiperrealista
Tampoco sabía, porque de pronto me había golpeado en la cabeza con ese cacharro del demonio diseñado para capturar gusanos de seda, casi parecía que quería robarme la dichosa bolsa con la canica, ya que más o menos sus intenciones parecían ir totalmente enfocadas a rapiñarla. No parecía querer un enfrentamiento directo conmigo, por su expresión corporal, me estaba dando a entender que por un lado estaba interesado en la canica y que por otro, no quería mancharse las manos.
-Hmmm… Por el motivo que sea esta cosa parece valiosa-. Tan valiosa como para buscar una disputa con un Gyojin en el agua. Aquello me hacía plantearme distintos escenarios… aunque definitivamente no me esperaba un gnomo. No me apetecía demasiado enzarzarme en una pelea contra alguien en túnica, seguro que debajo no llevaba ropa interior y no me hacía especial ilusión verle la akuma colgando, asi que era momento de utilizar tácticas evasivas.
Abrí ambos brazos y eché el cuerpo un poco hacia atrás, así haciendo fuerza con las patas, el torso y los brazos y aprovechando el tamaño que tenía siendo un cangrejo gigante logré arrojarle una gran cantidad de agua a modo de ola veraniega. - Bueno enanito, como decimos en mi especie, ciao pescao-. Aproveché aquella distracción con qué ya me había acostumbrado al movimiento de las patas y eche a correr río abajo, asegurándome de que la bolsa con la canica seguía atada a una de mis patas delanteras
Haciendo un pequeño esfuerzo, coordinando las patas, giré sobre mí mismo para ver de dónde provenía aquel golpe, cuál fue mi sorpresa sino descubrir aquel ser bajito de sombrero, puntiagudo y túnica verte. - ¿Oye y los otros seis como tú dónde están?-. Me vino a la mente una antigua leyenda sobre siete enanos que se dedicaban a la minería y por cosas de la vida. Tenían raptada a una princesa que usaban de sirvienta. -Tú no deberías tener un pico en lugar de jugar con una red de bichos?-. De verdad que la similitud con aquella leyenda parecía hiperrealista
Tampoco sabía, porque de pronto me había golpeado en la cabeza con ese cacharro del demonio diseñado para capturar gusanos de seda, casi parecía que quería robarme la dichosa bolsa con la canica, ya que más o menos sus intenciones parecían ir totalmente enfocadas a rapiñarla. No parecía querer un enfrentamiento directo conmigo, por su expresión corporal, me estaba dando a entender que por un lado estaba interesado en la canica y que por otro, no quería mancharse las manos.
-Hmmm… Por el motivo que sea esta cosa parece valiosa-. Tan valiosa como para buscar una disputa con un Gyojin en el agua. Aquello me hacía plantearme distintos escenarios… aunque definitivamente no me esperaba un gnomo. No me apetecía demasiado enzarzarme en una pelea contra alguien en túnica, seguro que debajo no llevaba ropa interior y no me hacía especial ilusión verle la akuma colgando, asi que era momento de utilizar tácticas evasivas.
Abrí ambos brazos y eché el cuerpo un poco hacia atrás, así haciendo fuerza con las patas, el torso y los brazos y aprovechando el tamaño que tenía siendo un cangrejo gigante logré arrojarle una gran cantidad de agua a modo de ola veraniega. - Bueno enanito, como decimos en mi especie, ciao pescao-. Aproveché aquella distracción con qué ya me había acostumbrado al movimiento de las patas y eche a correr río abajo, asegurándome de que la bolsa con la canica seguía atada a una de mis patas delanteras