Galhard
Gal
16-08-2024, 12:15 PM
A la luz de las trémulas sombras de las Montañas del Lamento, Galhard, en su forma diminuta y verde de gnomo, observaba con astucia cómo el gyojin tiburón en forma de cangrejo intentaba escapar. La mágica canica que pendía de la bolsa del gyojin resonaba con un brillo especial, alimentando el impulso del gnomo por reclamarla para sí.
A pesar del ingenioso esfuerzo del cangrejo por zafarse, lanzando una onda acuática en su dirección, Galhard no se dejó intimidar. Utilizando su agilidad de gnomo, saltó ágilmente sobre las gotas que salpicaban alrededor, su capa ondeando tras él como la vela de un barco pirata en tormenta.
—¡Vaya, vaya! si fuéramos siete el juego terminaría demasiado rápido —exclamó Galhard, su voz elevándose sobre el estruendo del río —¡Parece que tienes más trucos que una sirena en marea baja!—Añadió entre risas mientras continuaba su persecución.
Sin perder el ánimo, y con una sonrisa juguetona pintada en su rostro, Galhard se lanzó tras el gyojin con renovado vigor. Mientras el cangrejo avanzaba torpemente río abajo, Galhard, aprovechando su tamaño pequeño y su conocimiento del terreno, tomó un atajo entre las rocas y raíces que se retorcían a lo largo de la orilla.
Con el caza-mariposas en alto, preparado para capturar la canica en cuanto tuviera oportunidad, Galhard calculó sus movimientos con precisión. Sabía que el gyojin podría tener ventaja en el agua, pero en tierra, o cerca de ella, el gnomo tenía su propio reino de astucia y velocidad.
—¡No tan rápido, amigo mío! —gritó mientras se deslizaba entre las sombras, cerrando la distancia con cada salto ágil.
Justo cuando el gyojin pensaba que había ganado distancia, Galhard emergió de entre las sombras directamente en su camino. Con un movimiento rápido y decidido, el gnomo apuntó con su caza-mariposas a la bolsa que contenía la canica, su objetivo claro como el cristal de un relojero.
—¡Puede que el agua sea tu dominio, pero en este juego de sombras y astucia, incluso un gnomo tiene sus cartas para jugar!— añadió con un guiño malicioso.
Con el corazón latiendo con la emoción de la caza y el juego en pleno desarrollo, Galhard se mantuvo alerta, listo para cualquier movimiento del gyojin. En este mundo de pesadillas y maravillas, cada encuentro era una danza de destino y azar, y Galhard estaba decidido a bailar hasta el final.
A pesar del ingenioso esfuerzo del cangrejo por zafarse, lanzando una onda acuática en su dirección, Galhard no se dejó intimidar. Utilizando su agilidad de gnomo, saltó ágilmente sobre las gotas que salpicaban alrededor, su capa ondeando tras él como la vela de un barco pirata en tormenta.
—¡Vaya, vaya! si fuéramos siete el juego terminaría demasiado rápido —exclamó Galhard, su voz elevándose sobre el estruendo del río —¡Parece que tienes más trucos que una sirena en marea baja!—Añadió entre risas mientras continuaba su persecución.
Sin perder el ánimo, y con una sonrisa juguetona pintada en su rostro, Galhard se lanzó tras el gyojin con renovado vigor. Mientras el cangrejo avanzaba torpemente río abajo, Galhard, aprovechando su tamaño pequeño y su conocimiento del terreno, tomó un atajo entre las rocas y raíces que se retorcían a lo largo de la orilla.
Con el caza-mariposas en alto, preparado para capturar la canica en cuanto tuviera oportunidad, Galhard calculó sus movimientos con precisión. Sabía que el gyojin podría tener ventaja en el agua, pero en tierra, o cerca de ella, el gnomo tenía su propio reino de astucia y velocidad.
—¡No tan rápido, amigo mío! —gritó mientras se deslizaba entre las sombras, cerrando la distancia con cada salto ágil.
Justo cuando el gyojin pensaba que había ganado distancia, Galhard emergió de entre las sombras directamente en su camino. Con un movimiento rápido y decidido, el gnomo apuntó con su caza-mariposas a la bolsa que contenía la canica, su objetivo claro como el cristal de un relojero.
—¡Puede que el agua sea tu dominio, pero en este juego de sombras y astucia, incluso un gnomo tiene sus cartas para jugar!— añadió con un guiño malicioso.
Con el corazón latiendo con la emoción de la caza y el juego en pleno desarrollo, Galhard se mantuvo alerta, listo para cualquier movimiento del gyojin. En este mundo de pesadillas y maravillas, cada encuentro era una danza de destino y azar, y Galhard estaba decidido a bailar hasta el final.