Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
16-08-2024, 01:12 PM
(Última modificación: 19-10-2024, 10:06 PM por Ragnheidr Grosdttir.)
Día 15 de Verano del año 724. 17:30-
¿Quién era Antonio Recio? seguramente un ser despreciable, pero ... ¿Tenía culpa de ello? no era una mala pregunta para comenzar lo que estaba a punto de pasar. La vida de Antonio, sería el cuento que se relataría en esta historia.
Hammond descansaba en lo alto de una colina. Detrás de él un gigantesco faro, ese que se podía contemplar cuando llegabas a la isla, desde muy lejos. Después de la peculiar reunión con Airgid y compañía, necesitaba descansar un poco de tanto jaleo. Incluso llegó algo parecido a una mafia mink que le siguió por todas partes. Escapando de ellos es como Venture llegó hasta este punto. Vestía con su clásica cota de malla, capa roja y un casco con alas metálicas que tenía colgando de su cuello. Con cada movimiento, chocaba contra la espalda, generando sonidos ciertamente algo molestos. Se encontraba sentado, mirando al horizonte, apoyando la diestra sobre Rompetormentas.
La figura de Mich se dibujaba en las nubes. Lo rápido que uno le tomaba cariño a las personas era increíble. Lo fácil que era perderlas, también. En su bolsillo derecho asomaba un papel, uno que sacó con calma, extendiendo el mismo. *Si alguien tiene información, por favor, informad. Antonio Recio está en busca y captura* Debajo del escrito, una imagen. Estaba toda aquella zona empapelada, todo el mundo hablando de este diminuto humano con aspecto de pescadero de tres al cuarto. ¿Tendrían algo que ver los minks mafiosos con esto? lo cierto es que tenía toda la pinta.
¿Por qué buscaban a Antonio Recio?
Hammond se desplomó contra el cesped, de espaldas. — Qué assserrr tú, Resssio ... Parrra merresser esssto ... — Golpeó el cesped con aquel particular cartel de "se busca" tan rudimentario. La isla estaba muy viva, de eso no cabía duda, pero también estaba repleta de "mala actividad" y eso que tenían un cuartel de marines, pero se rascaban más los huevos que otra cosa. O eso decían las malas lenguas. Ragn no entendía nada, solo que debía cumplir con lo que le tocaba, era su momento, ahora o nunca ...
¿Quién era Antonio Recio? seguramente un ser despreciable, pero ... ¿Tenía culpa de ello? no era una mala pregunta para comenzar lo que estaba a punto de pasar. La vida de Antonio, sería el cuento que se relataría en esta historia.
Hammond descansaba en lo alto de una colina. Detrás de él un gigantesco faro, ese que se podía contemplar cuando llegabas a la isla, desde muy lejos. Después de la peculiar reunión con Airgid y compañía, necesitaba descansar un poco de tanto jaleo. Incluso llegó algo parecido a una mafia mink que le siguió por todas partes. Escapando de ellos es como Venture llegó hasta este punto. Vestía con su clásica cota de malla, capa roja y un casco con alas metálicas que tenía colgando de su cuello. Con cada movimiento, chocaba contra la espalda, generando sonidos ciertamente algo molestos. Se encontraba sentado, mirando al horizonte, apoyando la diestra sobre Rompetormentas.
La figura de Mich se dibujaba en las nubes. Lo rápido que uno le tomaba cariño a las personas era increíble. Lo fácil que era perderlas, también. En su bolsillo derecho asomaba un papel, uno que sacó con calma, extendiendo el mismo. *Si alguien tiene información, por favor, informad. Antonio Recio está en busca y captura* Debajo del escrito, una imagen. Estaba toda aquella zona empapelada, todo el mundo hablando de este diminuto humano con aspecto de pescadero de tres al cuarto. ¿Tendrían algo que ver los minks mafiosos con esto? lo cierto es que tenía toda la pinta.
¿Por qué buscaban a Antonio Recio?
Hammond se desplomó contra el cesped, de espaldas. — Qué assserrr tú, Resssio ... Parrra merresser esssto ... — Golpeó el cesped con aquel particular cartel de "se busca" tan rudimentario. La isla estaba muy viva, de eso no cabía duda, pero también estaba repleta de "mala actividad" y eso que tenían un cuartel de marines, pero se rascaban más los huevos que otra cosa. O eso decían las malas lenguas. Ragn no entendía nada, solo que debía cumplir con lo que le tocaba, era su momento, ahora o nunca ...