Ray
Kuroi Ya
16-08-2024, 01:24 PM
La función de los raíles y de las enormes puertas no quedaba nada clara en la mente de Ray. Lo más probable era que, puesto que estaban en unos astilleros y desembocaban directamente en el mar, se utilizaran o bien para transportar barcos u otra clase de vehículos acuáticos o bien para cargar y descargar estos vehículos de forma más eficiente. De todas formas aún no había visto nada que explicara ni remotamente el por qué de tanto secretismo.
El tamaño de la puerta se hacía más y más impresionante según se acercaba. Su inmensidad era claramente patente, haciendo sentir al marine casi como si fuera una minúscula abeja de tamaño normal. El joven siguió avanzando con cautela hasta que sintió algo. Un alambre tan fino que en la oscuridad resultaba invisible, situado en la entrada probablemente con intención de que quien pasara a su través lo rompiera. Ray sintió cómo la tensión del cable desaparecía tras entrar en contacto con él, e instintivamente miró arriba al vislumbrar por el rabillo del ojo un movimiento sospechoso. Dos columnas, aparentemente sujetas por el alambre hasta que el marine lo había roto a su paso, caían sobre él. La alarmada voz de Atlas, proveniente de la zona que se encontraba algo más elevada, fue también indicativa del peligro que se cernía sobre él.
Por suerte el peliblanco contaba con unos veloces reflejos que le permitieron reaccionar antes de que fuera demasiado tarde y quedara irremediablemente aplastado bajo aquellas vigas. Transformado como estaba en su forma híbrida entre humano y zángano se agachó, doblando las piernas para coger impulso, y saltó hacia delante con fuerza mientras utilizaba sus alas para propulsarse aún más y alejarse de la zona de aterrizaje de las vigas.
Rodó sobre sí mismo por el suelo al finalizar su maniobra y, aún con el corazón latiendo desbocado en su pecho, se irguió de nuevo para ver dónde se encontraba. Su mirada se encontró con la de Atlas, que se dirigía hacia él con una expresión preocupada en el rostro y asiendo su espada con fuerza.
- Estoy bien. - Le dijo. - Aunque ahora me queda claro que hay alguien que no quiere que estemos aquí y que intenta matar a cualquiera que husmee más de la cuenta. Tenemos que descubrir por qué.
Había alguien más allí además de ellos, eso lo tenía claro. Había percibido a alguien moviéndose poco antes, tratando seguramente de atraerle a la trampa en la que había estado a punto de caer.
El tamaño de la puerta se hacía más y más impresionante según se acercaba. Su inmensidad era claramente patente, haciendo sentir al marine casi como si fuera una minúscula abeja de tamaño normal. El joven siguió avanzando con cautela hasta que sintió algo. Un alambre tan fino que en la oscuridad resultaba invisible, situado en la entrada probablemente con intención de que quien pasara a su través lo rompiera. Ray sintió cómo la tensión del cable desaparecía tras entrar en contacto con él, e instintivamente miró arriba al vislumbrar por el rabillo del ojo un movimiento sospechoso. Dos columnas, aparentemente sujetas por el alambre hasta que el marine lo había roto a su paso, caían sobre él. La alarmada voz de Atlas, proveniente de la zona que se encontraba algo más elevada, fue también indicativa del peligro que se cernía sobre él.
Por suerte el peliblanco contaba con unos veloces reflejos que le permitieron reaccionar antes de que fuera demasiado tarde y quedara irremediablemente aplastado bajo aquellas vigas. Transformado como estaba en su forma híbrida entre humano y zángano se agachó, doblando las piernas para coger impulso, y saltó hacia delante con fuerza mientras utilizaba sus alas para propulsarse aún más y alejarse de la zona de aterrizaje de las vigas.
Rodó sobre sí mismo por el suelo al finalizar su maniobra y, aún con el corazón latiendo desbocado en su pecho, se irguió de nuevo para ver dónde se encontraba. Su mirada se encontró con la de Atlas, que se dirigía hacia él con una expresión preocupada en el rostro y asiendo su espada con fuerza.
- Estoy bien. - Le dijo. - Aunque ahora me queda claro que hay alguien que no quiere que estemos aquí y que intenta matar a cualquiera que husmee más de la cuenta. Tenemos que descubrir por qué.
Había alguien más allí además de ellos, eso lo tenía claro. Había percibido a alguien moviéndose poco antes, tratando seguramente de atraerle a la trampa en la que había estado a punto de caer.