King Kazma
Shiromimi
16-08-2024, 01:38 PM
Las cosas en aquel lugar eran demasiado extrañas. Primero no sabía cómo había llegado allí y ahora un joven desaparecía convertido en nieve. ¿Era producto de alguna alucinación? ¿Tal vez una ilusión? ¿Parte de una trampa tal y como había pensado? En lo que sí se pudo fijar fue en que la bolsa que portaba el pelirrojo continuaba allí. Probablemente fuera un jugador y realmente alguno de los presentes lo había asesinado. O tal vez había muerto a causa del frío, no es que llevara mucho abrigo, y los humanos eran débiles ante el frío al llevar su piel sin proteger. Sea como fuere, lo cierto era que había una única verdad que sabía sobre aquello. Un problema menos del que preocuparse.
El otro humano que estaba junto al que había desaparecido por arte de magia no se tomó a bien su petición. Realmente era la reacción más adecuada en una situación así. Si te daban a elegir entre dejar que te roben o pelear, lo mejor era empezar a pelear sin avisar. ¿Para qué dar ventaja al otro? Y lo cierto era que el peliblanco era rápido y… cómo no, luchaba con una espada. La gente tenía que aprender a dejar de depender de esas armas para pelear. Le dio tiempo a reaccionar saltando hacia atrás, aunque la espada le hizo un pequeño corte en el chaleco. Enfrentarse a usuarios de filo era complicado, pero no imposible. Lo bueno era que suponía un reto con alguien tan capaz, así que le serviría para entrenar un poco.
Pero justo cuando aterrizó de nuevo en la nieve e iba a contraatacar, el peor escalofrío de su vida le recorrió todo el cuerpo, erizando su pelaje según subía por su espalda y provocando que sus orejas se alzaran por completo, tensas y atentas a cualquier señal de peligro. Era como si alguien le observara, alguien indetectable pero que podía ver todos sus movimientos a la perfección, como estar completamente desnudo e indefenso. Igual que una mascota… Unos nubarrones se empezaron a formar encima de ellos, sonando truenos que indicaban una tormenta de esas que hacían historia. Alguien estaba jugando con ellos como si se tratara de un espectáculo en una jaula, efectivamente como si fueran mascotas para su entretenimiento. Bueno, pues King no era ninguna mascota, no importaba su apariencia suave.
Lo siguiente ocurrió en apenas 4 segundos. Usó el truco que tenía pensado, calentó de repente sus pies lo máximo que pudo y eso provocó que la nieve a sus pies sublimara, llenando en un instante toda la zona de vapor de agua en un estallido inofensivo. Enfrió sus pies, no le convenía ir fundiendo nieve ni que se vieran brillar al estar incandescentes. Comenzó a respirar de una manera concreta que potenciaría sus músculos para tener mayor probabilidad de éxito. Arrojó entonces su chaleco hacia el chico de la espada por el lado contrario al que tenía la bolsa de canicas. El chaleco era rojo y fácilmente visible incluso en el vapor. Por el contrario, el cuerpo de King era blanco y sus pantalones negros. Un chaleco rojo tenía que llamar mucho más la atención. Aprovechando la distracción, pegó un salto hacia adelante para no hacer ruido al pisar la nieve y acercarse a su contrincante por el lado de la bolsa de canicas. Si conseguía robarla, sería perfecto, si no tendría que conformarse sólo con las del pelirrojo que había desaparecido y el otro chico que se acababa de desplomar. En el peor caso, se llevaría una canica, ya que no sabía si el desmayado estaba fingiendo. En el mejor caso, serían tres canicas nuevas y podría echar a correr hacia otra zona en la que no fuera a caer la tormenta del siglo. Le sonaba haber visto un bosque en la dirección que estaba tomando.
El otro humano que estaba junto al que había desaparecido por arte de magia no se tomó a bien su petición. Realmente era la reacción más adecuada en una situación así. Si te daban a elegir entre dejar que te roben o pelear, lo mejor era empezar a pelear sin avisar. ¿Para qué dar ventaja al otro? Y lo cierto era que el peliblanco era rápido y… cómo no, luchaba con una espada. La gente tenía que aprender a dejar de depender de esas armas para pelear. Le dio tiempo a reaccionar saltando hacia atrás, aunque la espada le hizo un pequeño corte en el chaleco. Enfrentarse a usuarios de filo era complicado, pero no imposible. Lo bueno era que suponía un reto con alguien tan capaz, así que le serviría para entrenar un poco.
Pero justo cuando aterrizó de nuevo en la nieve e iba a contraatacar, el peor escalofrío de su vida le recorrió todo el cuerpo, erizando su pelaje según subía por su espalda y provocando que sus orejas se alzaran por completo, tensas y atentas a cualquier señal de peligro. Era como si alguien le observara, alguien indetectable pero que podía ver todos sus movimientos a la perfección, como estar completamente desnudo e indefenso. Igual que una mascota… Unos nubarrones se empezaron a formar encima de ellos, sonando truenos que indicaban una tormenta de esas que hacían historia. Alguien estaba jugando con ellos como si se tratara de un espectáculo en una jaula, efectivamente como si fueran mascotas para su entretenimiento. Bueno, pues King no era ninguna mascota, no importaba su apariencia suave.
Lo siguiente ocurrió en apenas 4 segundos. Usó el truco que tenía pensado, calentó de repente sus pies lo máximo que pudo y eso provocó que la nieve a sus pies sublimara, llenando en un instante toda la zona de vapor de agua en un estallido inofensivo. Enfrió sus pies, no le convenía ir fundiendo nieve ni que se vieran brillar al estar incandescentes. Comenzó a respirar de una manera concreta que potenciaría sus músculos para tener mayor probabilidad de éxito. Arrojó entonces su chaleco hacia el chico de la espada por el lado contrario al que tenía la bolsa de canicas. El chaleco era rojo y fácilmente visible incluso en el vapor. Por el contrario, el cuerpo de King era blanco y sus pantalones negros. Un chaleco rojo tenía que llamar mucho más la atención. Aprovechando la distracción, pegó un salto hacia adelante para no hacer ruido al pisar la nieve y acercarse a su contrincante por el lado de la bolsa de canicas. Si conseguía robarla, sería perfecto, si no tendría que conformarse sólo con las del pelirrojo que había desaparecido y el otro chico que se acababa de desplomar. En el peor caso, se llevaría una canica, ya que no sabía si el desmayado estaba fingiendo. En el mejor caso, serían tres canicas nuevas y podría echar a correr hacia otra zona en la que no fuera a caer la tormenta del siglo. Le sonaba haber visto un bosque en la dirección que estaba tomando.