Anko
Médica Despiadada
17-08-2024, 01:09 PM
Aquel grito no salió de su boca, todo se quedó en su interior, en ese momento no se sentía capaz de hacerlo, por alguna razón. Anko no tenía mucha experiencia aún y estaba lejos de convertirse en marine, aquello sólo era una promesa vacía y sin fundamento, al menos en ese momento. Nuevamente, su cabeza se dejó caer, la mirada de la niña quedó enfocada en el suelo de tierra del pequeño acantilado, su respiración estaba levemente acelerada mientras sus lágrimas caían al suelo desde su rostro. Una escena dolorosa para quien sea que pudiera verla.
A la lejanía, en una pequeña zona boscosa, se encontraba el Teniente Koshiro. Uno de los progenitores de Anko y la principal inspiración para la niña. El hombre miraba con dolor y pena la escena de su hija, él también sentía dolor al haber perdido a su esposa, pero su carácter tan fuerte no le permitía llorar o mostrar debilidad alguna, al menos no en público, porqué algo estaba claro, el sujeto había llorado bastante tiempo desde que su mujer falleció. Esa actitud tampoco le permitía ser un padre amoroso como el que se esperaría, preferiría esperar a que Anko se despejara de todo ese dolor para luego hablar con ella. Se podría decir que era amoroso y responsable a su manera.
El saco blanco de la marina sostenido por los hombros del imponente hombre se meneaba ligeramente con el empuje del viento, sus brazos cruzados remarcaban su imponente figura y su cabello negro brillaba con la luz del atardecer. Un leve suspiro salió de su boca y se giró, dando una última mirada a su hija antes de empezar a moverse hacia su hogar en Shimotsuki. Ya habría tiempo para hablar con Anko cuando regresara a casa. Por otro lado, la niña seguía perdida en el dolor y la tristeza, sin saber que su padre había estado viéndola todo ese tiempo, desde que estaba sentada descansando. — Creo… que… debí pasar más tiempo contigo… —. Pensó la niña mientras usaba las palmas de sus manos para limpiar las lágrimas que salían de sus ojos.
— Prometo que haré algo de lo que te sientas orgullosa… —. En ese momento no sabía qué, pero estaba decidida a hacer algo para honrar la memoria de su madre. Lo ideal debió ser abandonar el sueño de convertirse en marine y dedicarse enteramente a algún trabajo civil, pues era lo que su madre esperaba de ella, de ahí que surgieran discusiones cuando la peli marrón negaba esto al decir que su sueño era seguir la senda se Koshiro. Pero si abandonaba la meta de alistarse en la marina, talvez no podría limpiar al mundo de criminales. Sólo quedaba una última opción, estudiar por aparte aquella profesión tan complicada que su madre había tomado, la medicina.
A la lejanía, en una pequeña zona boscosa, se encontraba el Teniente Koshiro. Uno de los progenitores de Anko y la principal inspiración para la niña. El hombre miraba con dolor y pena la escena de su hija, él también sentía dolor al haber perdido a su esposa, pero su carácter tan fuerte no le permitía llorar o mostrar debilidad alguna, al menos no en público, porqué algo estaba claro, el sujeto había llorado bastante tiempo desde que su mujer falleció. Esa actitud tampoco le permitía ser un padre amoroso como el que se esperaría, preferiría esperar a que Anko se despejara de todo ese dolor para luego hablar con ella. Se podría decir que era amoroso y responsable a su manera.
El saco blanco de la marina sostenido por los hombros del imponente hombre se meneaba ligeramente con el empuje del viento, sus brazos cruzados remarcaban su imponente figura y su cabello negro brillaba con la luz del atardecer. Un leve suspiro salió de su boca y se giró, dando una última mirada a su hija antes de empezar a moverse hacia su hogar en Shimotsuki. Ya habría tiempo para hablar con Anko cuando regresara a casa. Por otro lado, la niña seguía perdida en el dolor y la tristeza, sin saber que su padre había estado viéndola todo ese tiempo, desde que estaba sentada descansando. — Creo… que… debí pasar más tiempo contigo… —. Pensó la niña mientras usaba las palmas de sus manos para limpiar las lágrimas que salían de sus ojos.
— Prometo que haré algo de lo que te sientas orgullosa… —. En ese momento no sabía qué, pero estaba decidida a hacer algo para honrar la memoria de su madre. Lo ideal debió ser abandonar el sueño de convertirse en marine y dedicarse enteramente a algún trabajo civil, pues era lo que su madre esperaba de ella, de ahí que surgieran discusiones cuando la peli marrón negaba esto al decir que su sueño era seguir la senda se Koshiro. Pero si abandonaba la meta de alistarse en la marina, talvez no podría limpiar al mundo de criminales. Sólo quedaba una última opción, estudiar por aparte aquella profesión tan complicada que su madre había tomado, la medicina.