Tras mi ataque la bestia marina pareció reparar en mí. Hasta el momento me había ignorado por completo, seguramente y gracias a ello aún seguía en la superficie del mar y no en el fondo de su estómago, pero eso acababa de cambiar. Con un brusco movimiento puso en jaque la estabilidad del barco, al tiempo que me fijaba como objetivo - Ven aquí tocino marino. ¡Me voy a hacer una colcha con tus escamas! - desafié convencido y seguro de mí mismo. Y posiblemente por última vez.
La emoción e intensidad del combate hizo que me olvidara por completo del suricato y del coyote. Aquello iba un paso más allá de un simple combate, sino que era un salto cualitativo en el camino hacia mi sueño. Jimbo y Zev tendrían apañárselas sin mí, al menos durante un poco más de tiempo. A fuer de ser sinceros, tampoco hubiera podido ayudarlos más de lo que lo estaba haciendo ocupándome del jabalí acuático.
-¡Grlgrlgrl: Punch! - Escupí una gran masa de baba directa a uno de los ojos, pero aquello no sirvió para detener a la mala bestia. Tampoco mi puntería fue la mejor de todas, y el baboso proyectil se estampó contra el colmillo que amenazaba mi integridad física. El tamaño de la punta del colmillo del jabalí era casi tan grande como yo, por lo que su golpe lo sentí en todo mi torso. Sentí como la punta me perforaba levemente todo el torso, como un gran punzón - ¡Maldito pez sin habla! - sin pensármelo dos veces giré sobre mí mismo, estirando el brazo derecho para agrandar todo lo posible el arco del movimiento con el que golpearía - ¡Impacto de media luna! - En cuanto el ataque conectara contra el colmillo, se liberaría una gran masa de aire cortante desde esa misma mano. Sacudirle en el colmillo también le haría daño, ¿no?
Estaba buceando tranquilamente por algún lugar del East Blue, buscando algo que cazar y que llevarme a la boca. Conmigo solo llevaba las cabezas de pescado en las manos y la concha que había encontrado días atrás colgada al cuello. Nadaba distraído cuando el colgante chocó contra un pico de una roca y entonces pasó - ¡Uooooooooh! ¡Por las ancas de mi tía! ¡Qué corales ha sido eso! - el pico de la roca caía lentamente al fondo marino cercenado limpiamente.
No sabía lo que era aquella concha tan particular, pero con los impactos liberaba una fuerte corriente de aire cortante, lo que había resultado ser increíblemente útil en los últimos días.
La emoción e intensidad del combate hizo que me olvidara por completo del suricato y del coyote. Aquello iba un paso más allá de un simple combate, sino que era un salto cualitativo en el camino hacia mi sueño. Jimbo y Zev tendrían apañárselas sin mí, al menos durante un poco más de tiempo. A fuer de ser sinceros, tampoco hubiera podido ayudarlos más de lo que lo estaba haciendo ocupándome del jabalí acuático.
-¡Grlgrlgrl: Punch! - Escupí una gran masa de baba directa a uno de los ojos, pero aquello no sirvió para detener a la mala bestia. Tampoco mi puntería fue la mejor de todas, y el baboso proyectil se estampó contra el colmillo que amenazaba mi integridad física. El tamaño de la punta del colmillo del jabalí era casi tan grande como yo, por lo que su golpe lo sentí en todo mi torso. Sentí como la punta me perforaba levemente todo el torso, como un gran punzón - ¡Maldito pez sin habla! - sin pensármelo dos veces giré sobre mí mismo, estirando el brazo derecho para agrandar todo lo posible el arco del movimiento con el que golpearía - ¡Impacto de media luna! - En cuanto el ataque conectara contra el colmillo, se liberaría una gran masa de aire cortante desde esa misma mano. Sacudirle en el colmillo también le haría daño, ¿no?
Dos semanas antes…
Estaba buceando tranquilamente por algún lugar del East Blue, buscando algo que cazar y que llevarme a la boca. Conmigo solo llevaba las cabezas de pescado en las manos y la concha que había encontrado días atrás colgada al cuello. Nadaba distraído cuando el colgante chocó contra un pico de una roca y entonces pasó - ¡Uooooooooh! ¡Por las ancas de mi tía! ¡Qué corales ha sido eso! - el pico de la roca caía lentamente al fondo marino cercenado limpiamente.
No sabía lo que era aquella concha tan particular, pero con los impactos liberaba una fuerte corriente de aire cortante, lo que había resultado ser increíblemente útil en los últimos días.