Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
18-08-2024, 12:20 AM
(Última modificación: 18-08-2024, 12:28 AM por Hyun Yeon.
Razón: Añadir resumen y datos técnicos
)
La situación era compleja. Una mujer rubia y alta con dos metralletas había empezado a amenazar a un enorme gyojin tiburón y a un hombre con alas parecía que quería... ¿sus bolsas? Todo el mundo parecía llevar bolsas similares a la mía. ¿Tendrían las mismas canicas que él, otras cosas? A aquello se le sumaban otros factores. Pese al fuerte viento podía escuchar movimiento cercano. Había más gente cerca. No tardé en comprobar que mi imaginación no me estaba jugando una mala pasada, pues una mujer morena se sumó a la primera, amenazando con atacar a quien tocase a su compañera. Así que se conocían de antes. ¿Piratas? ¿Estarían atracando a aquellos hombres? Tenía toda la pinta. Tal vez era el momento de que interviniese y les ayudase, pero seguía incomodándome un poco no saber quién más andaba por ahí.
Al principio parecía que el gyojin y el hombre alado pensaban cooperar, pero algo en la hostil actitud de la mujer rubia debió tocar la fibra sensible del hombre tiburón. Eso, o ya tenía desde un principio pensado destrozarla. La superaba en tamaño por más de del doble, suficiente para que muchos se hubiesen pensado dos veces el intentar atracarle, pero las armas que ella empuñaba parecían equilibrar la balanza. Tal vez yo pudiera desequilibrarla en el otro sentido. No podía tolerar un acto como aquel. Algo que me tenía un poco inquieto y suspicaz, sin embargo, eran las bolsas. ¿Por qué tenía una como las de ellos? ¿Y por qué las quería esa mujer? Algo se está cociendo aquí que no termino de ver.
Tras meditar mis opciones, terminé por optar por la opción más sensible y diplomática: la violencia. Me incorporé lentamente y me preparé para intervenir. No queriendo interponerme en el camino de la mole de cuatro metros que era el gyojin tiburón, decidí que me encargaría de que la morena no pudiera ayudar a su compañera atracadora. Saliendo de la roca que me servía como escondite, cargué hacia la escena con mi gabardina ondeando al fuerte viento. Recurrí al poder de mi akuma no mi y empecé a crecer. Desde mi punto de vista, la gente a mi alrededor pareció empequeñecer y hasta el hombre tiburón se me quedó algo pequeño. Había superado los cinco metros de altura y ahora me abalanzaba sobre la mujer morena, preparando mi puño...
...pero entonces, pese a mi nuevo tamaño, el viento me sacudió como si fuera un juguete de corcho. La inercia de mi carrera y mi ropa holgada jugaron en mi contra cuando la corriente de aire me golpeó desde atrás, empujándome contra el barco destrozado. Probablemente fue una combinación de mi peso aumentado y que la madera estaba podrida, pero el caso fue que cuando choqué contra el casco del navío, este cedió como un cartón mojado. Aturdido, traté de incorporarme, pero en ese momento descubrí que mis pantalones y gabardina se habían enganchado en la madera fractura. ¿El resultado? Mis piernas asomaban fuera del barco mientras el resto de mí colgaba en el interior, con la cara pegada contra el suelo de la cubierta inferior. Decir que era una posición poco digna era una obviedad.
Al principio parecía que el gyojin y el hombre alado pensaban cooperar, pero algo en la hostil actitud de la mujer rubia debió tocar la fibra sensible del hombre tiburón. Eso, o ya tenía desde un principio pensado destrozarla. La superaba en tamaño por más de del doble, suficiente para que muchos se hubiesen pensado dos veces el intentar atracarle, pero las armas que ella empuñaba parecían equilibrar la balanza. Tal vez yo pudiera desequilibrarla en el otro sentido. No podía tolerar un acto como aquel. Algo que me tenía un poco inquieto y suspicaz, sin embargo, eran las bolsas. ¿Por qué tenía una como las de ellos? ¿Y por qué las quería esa mujer? Algo se está cociendo aquí que no termino de ver.
Tras meditar mis opciones, terminé por optar por la opción más sensible y diplomática: la violencia. Me incorporé lentamente y me preparé para intervenir. No queriendo interponerme en el camino de la mole de cuatro metros que era el gyojin tiburón, decidí que me encargaría de que la morena no pudiera ayudar a su compañera atracadora. Saliendo de la roca que me servía como escondite, cargué hacia la escena con mi gabardina ondeando al fuerte viento. Recurrí al poder de mi akuma no mi y empecé a crecer. Desde mi punto de vista, la gente a mi alrededor pareció empequeñecer y hasta el hombre tiburón se me quedó algo pequeño. Había superado los cinco metros de altura y ahora me abalanzaba sobre la mujer morena, preparando mi puño...
...pero entonces, pese a mi nuevo tamaño, el viento me sacudió como si fuera un juguete de corcho. La inercia de mi carrera y mi ropa holgada jugaron en mi contra cuando la corriente de aire me golpeó desde atrás, empujándome contra el barco destrozado. Probablemente fue una combinación de mi peso aumentado y que la madera estaba podrida, pero el caso fue que cuando choqué contra el casco del navío, este cedió como un cartón mojado. Aturdido, traté de incorporarme, pero en ese momento descubrí que mis pantalones y gabardina se habían enganchado en la madera fractura. ¿El resultado? Mis piernas asomaban fuera del barco mientras el resto de mí colgaba en el interior, con la cara pegada contra el suelo de la cubierta inferior. Decir que era una posición poco digna era una obviedad.