Byron
Que me lo otorguen
18-08-2024, 05:23 AM
Moviendo su cuello, crujió este, si, ahora el chico se encontraba mucho mejor, menos agarrotado. Tras de sí, escuchó cómo se abría la puerta del local, no pudo evitar echar una mirada escondida, evitando que le cazaran curioseando quien salía tras él. Un alto hombre de cabello sedoso, ondulado y blanco, con un porte intimidante debido a su envergadura y sus rasgos faciales, más sorprendentemente, y sin querer faltar, se contrarrestaban con su aura y sonrisa bobalicona. Apartó la mirada tras hacer aquel pequeño análisis, no quería acabar comprometido en una situación incómoda si aquel hombre se daba por aludido de alguna forma. Escuchó los pasos tras él, quiso echar otra mirada curiosa tras su hombro, más no hizo falta, pues en cuanto fue a girar su rostro el tipo se entraba erguido frente a él, le sacaba unos cuantos centímetros de altura y su sombra cubría a Byron por completo. Imitó los movimientos de calentamiento de Byron, mientras le dedicaba unas palabras.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal del muchacho, después de todo, no era algo agradable que un total desconocido relatase de forma tan concisa y precisa el pasado reciente de uno mismo. Una extraña mueca incómoda surgió en su rostro, sin poder evitarlo, catalogó a aquel sujeto como "un rarito", el típico espécimen que se metería en la vida de un extraño por mero aburrimiento. Sin darse cuenta de la expresión de Byron siguió con sus comentarios, o en caso de haberlo hecho, la ignoró por conveniencia. Lance, ese era su nombre y en cuanto acabó, no pudo evitar expulsar por su boca el adjetivo con el que lo había bautizado en su mente.
Al soltar su irreverente comentario, pudo darse cuenta de que Lance no parecía prestarle atención. Siguió curiosamente su mirada, hasta encontrarse con lo que había captado la atención del peliblanco, dos individuos, una chica de pelo azul revolcándose en el suelo mascullando improperios, y un hombre de increíblemente largas extremidades superiores, agachado ayudando a la chica a recoger los cachivaches tirados por alrededor de ellos. Byron no se ofendió por aquella falta de atención, después de todo él también se había quedado ensimismado viendo al sujeto de brazos largos, nunca había visto un ser con tales proporciones.
El rarito avanzó, y como si eso le diese también permiso a Byron para inmiscuirse, imitó su movimiento siguiendo sus pasos. Lance parecía haberse fijado en la chica, confirmando una vez más la primera impresión que tuvo de él, típica persona que se mete donde no le llaman. Aunque el comentario medio haciéndose el héroe lo interpretó de otra forma, con que, ese era el tipo de mujeres que le gustaban al peliblanco, acababa de conocerlo y ya conocía sus fetiches. El joven no podía negar que la chica tenía una cara bonita, pero para gusto de Byron, le faltaba "sustancia delantera y trasera", así como unas curvas más pronuncias. Negó a la nada con la cabeza, definitivamente no era su tipo.
Raramente sucedía, pero, a veces un varón podía llamar la atención de chico de ojos violetas. No por temas sexuales, si no por cualidades físicas que él no hubiese visto nunca. No pudo evitar mirar aquellos brazos de nuevo, acercándose más poco a poco, ignorando la conversación de fondo, hasta que finalmente el chico se vio a sí mismo tocando las largas extremidades del tipo de ojos cansados. Unos leves apretones por aquí y por allá, le hicieron darse cuenta pronto que aquel hombre poseía 4 articulaciones, contando su muñeca y hombro. Fascinado, el muchacho miró a aquel tipo, con los ojos de ilusión de un niño, incluso, podían verse destellos de alegría brotar de sus iris.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal del muchacho, después de todo, no era algo agradable que un total desconocido relatase de forma tan concisa y precisa el pasado reciente de uno mismo. Una extraña mueca incómoda surgió en su rostro, sin poder evitarlo, catalogó a aquel sujeto como "un rarito", el típico espécimen que se metería en la vida de un extraño por mero aburrimiento. Sin darse cuenta de la expresión de Byron siguió con sus comentarios, o en caso de haberlo hecho, la ignoró por conveniencia. Lance, ese era su nombre y en cuanto acabó, no pudo evitar expulsar por su boca el adjetivo con el que lo había bautizado en su mente.
Al soltar su irreverente comentario, pudo darse cuenta de que Lance no parecía prestarle atención. Siguió curiosamente su mirada, hasta encontrarse con lo que había captado la atención del peliblanco, dos individuos, una chica de pelo azul revolcándose en el suelo mascullando improperios, y un hombre de increíblemente largas extremidades superiores, agachado ayudando a la chica a recoger los cachivaches tirados por alrededor de ellos. Byron no se ofendió por aquella falta de atención, después de todo él también se había quedado ensimismado viendo al sujeto de brazos largos, nunca había visto un ser con tales proporciones.
El rarito avanzó, y como si eso le diese también permiso a Byron para inmiscuirse, imitó su movimiento siguiendo sus pasos. Lance parecía haberse fijado en la chica, confirmando una vez más la primera impresión que tuvo de él, típica persona que se mete donde no le llaman. Aunque el comentario medio haciéndose el héroe lo interpretó de otra forma, con que, ese era el tipo de mujeres que le gustaban al peliblanco, acababa de conocerlo y ya conocía sus fetiches. El joven no podía negar que la chica tenía una cara bonita, pero para gusto de Byron, le faltaba "sustancia delantera y trasera", así como unas curvas más pronuncias. Negó a la nada con la cabeza, definitivamente no era su tipo.
Raramente sucedía, pero, a veces un varón podía llamar la atención de chico de ojos violetas. No por temas sexuales, si no por cualidades físicas que él no hubiese visto nunca. No pudo evitar mirar aquellos brazos de nuevo, acercándose más poco a poco, ignorando la conversación de fondo, hasta que finalmente el chico se vio a sí mismo tocando las largas extremidades del tipo de ojos cansados. Unos leves apretones por aquí y por allá, le hicieron darse cuenta pronto que aquel hombre poseía 4 articulaciones, contando su muñeca y hombro. Fascinado, el muchacho miró a aquel tipo, con los ojos de ilusión de un niño, incluso, podían verse destellos de alegría brotar de sus iris.