Ray
Kuroi Ya
18-08-2024, 01:11 PM
Por fortuna su intento de iniciar una conversación fue exitoso, y la expresión facial del anciano cambió al encontrar a alguien que parecía entender su enfado ante la actitud del joven pirata. Tras leer el papel que Kensho le había dado el viejo lobo de mar anunció que le invitaría a comer y beber mientras le explicaba cuanto pudiera sobre las preguntas que traía, oferta que el marine aceptó encantado.
En particular le resultó interesante la información que obtuvo sobre las pequeñas fortalezas ilegales situadas en diferentes puntos del distrito. Al parecer se llamaban en su conjunto el Tetradecágono, pues eran concretamente catorce edificios, cada uno de ellos con seis plantas subterráneas y muy fuertemente guardados. Por las palabras del anciano aquel no era el momento adecuado para tratar de infiltrarse en uno de esos edificios, pues aún carecía de la experiencia y la fuerza necesarias. No obstante anunció que, si volvía a preguntarle al respecto cuando se hubiera hecho lo suficientemente poderoso, se pensaría el darle la clave para entrar.
El peliblanco anotó aquello en su cabeza, poniéndose como objetivo volverse lo suficientemente fuerte para que aquel anciano se atreviese a confiarle las claves de aquellos lugares. Tenía claro que ocultaban algo verdaderamente serio y peligroso, y era consciente de que como marine averiguar de qué se trataba y ponerle fin era su deber.
No obstante en aquel momento lo importante era detener al Capitán Crus quien, al parecer, no era más que un antiguo comerciante caído en desgracia. Arruinado debido a los vicios de su mujer y posteriormente abandonado por ella al no poder seguir sufragándolos, había enloquecido y se había puesto como objetivo arruinar a otros comerciantes para que pasaran lo mismo que él había sufrido. Ray suspiró. Aquel pobre diablo casi hasta le daba pena ahora que conocía su historia, pero el haber sufrido una desgracia no le daba derecho a infligírsela a los demás, por lo que tenía que llevarle ante la justicia para que pagase por sus crímenes.
Y al parecer el día siguiente sería el momento adecuado para hacerlo. Uno de sus antiguos rivales comerciales celebraría el cumpleaños de su hija en un parque próximo, y había altas sospechas de que Crus tratara de arruinar los festejos. Al parecer el delincuente utilizaba cuchillos y armas de fuego, por lo que el peliblanco podía hacerse una idea de a qué se enfrentaría.
- Muchas gracias, Lobo de Mar. - Dijo con sinceridad el joven marine. - Tus palabras me han resultado muy útiles, y tengo que darte la razón en la calidad de la carne y de la cerveza. No te quepa duda de que volveré cuando esté listo y te preguntaré de nuevo sobre la forma de entrar en el Tetradecágono, ya que esos edificios me han fascinado desde que los vi. Y tampoco de que mañana escucharás que ese pobre desgraciado de Crus ha sido llevado ante la justicia.
Iba a despedirse del anciano, pero este cayó entonces dormido. La explicación de la posadera, afirmando que era habitual en él, le tranquilizó. Así que se puso en marcha con intención de volver al Cuartel General, dispuesto a descansar bien aquella noche antes de ir al encuentro de Crus.
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La mañana siguiente Ray se despertó lleno de energía. Había llegado el momento de completar la tarea que se le había asignado y llevar al villano que estaba causando tantos problemas en el distrito comercial ante la justicia para que recibiera adecuado castigo por sus fechorías. Así que se dirigió al parque que el lobo de mar le había indicado, tratando de pasar desapercibido como un simple transeúnte que disfrutaba de un tranquilo paseo por la zona mientras esperaba que el maleante hiciera su aparición.
En particular le resultó interesante la información que obtuvo sobre las pequeñas fortalezas ilegales situadas en diferentes puntos del distrito. Al parecer se llamaban en su conjunto el Tetradecágono, pues eran concretamente catorce edificios, cada uno de ellos con seis plantas subterráneas y muy fuertemente guardados. Por las palabras del anciano aquel no era el momento adecuado para tratar de infiltrarse en uno de esos edificios, pues aún carecía de la experiencia y la fuerza necesarias. No obstante anunció que, si volvía a preguntarle al respecto cuando se hubiera hecho lo suficientemente poderoso, se pensaría el darle la clave para entrar.
El peliblanco anotó aquello en su cabeza, poniéndose como objetivo volverse lo suficientemente fuerte para que aquel anciano se atreviese a confiarle las claves de aquellos lugares. Tenía claro que ocultaban algo verdaderamente serio y peligroso, y era consciente de que como marine averiguar de qué se trataba y ponerle fin era su deber.
No obstante en aquel momento lo importante era detener al Capitán Crus quien, al parecer, no era más que un antiguo comerciante caído en desgracia. Arruinado debido a los vicios de su mujer y posteriormente abandonado por ella al no poder seguir sufragándolos, había enloquecido y se había puesto como objetivo arruinar a otros comerciantes para que pasaran lo mismo que él había sufrido. Ray suspiró. Aquel pobre diablo casi hasta le daba pena ahora que conocía su historia, pero el haber sufrido una desgracia no le daba derecho a infligírsela a los demás, por lo que tenía que llevarle ante la justicia para que pagase por sus crímenes.
Y al parecer el día siguiente sería el momento adecuado para hacerlo. Uno de sus antiguos rivales comerciales celebraría el cumpleaños de su hija en un parque próximo, y había altas sospechas de que Crus tratara de arruinar los festejos. Al parecer el delincuente utilizaba cuchillos y armas de fuego, por lo que el peliblanco podía hacerse una idea de a qué se enfrentaría.
- Muchas gracias, Lobo de Mar. - Dijo con sinceridad el joven marine. - Tus palabras me han resultado muy útiles, y tengo que darte la razón en la calidad de la carne y de la cerveza. No te quepa duda de que volveré cuando esté listo y te preguntaré de nuevo sobre la forma de entrar en el Tetradecágono, ya que esos edificios me han fascinado desde que los vi. Y tampoco de que mañana escucharás que ese pobre desgraciado de Crus ha sido llevado ante la justicia.
Iba a despedirse del anciano, pero este cayó entonces dormido. La explicación de la posadera, afirmando que era habitual en él, le tranquilizó. Así que se puso en marcha con intención de volver al Cuartel General, dispuesto a descansar bien aquella noche antes de ir al encuentro de Crus.
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La mañana siguiente Ray se despertó lleno de energía. Había llegado el momento de completar la tarea que se le había asignado y llevar al villano que estaba causando tantos problemas en el distrito comercial ante la justicia para que recibiera adecuado castigo por sus fechorías. Así que se dirigió al parque que el lobo de mar le había indicado, tratando de pasar desapercibido como un simple transeúnte que disfrutaba de un tranquilo paseo por la zona mientras esperaba que el maleante hiciera su aparición.