Lobo Jackson
Moonwalker
19-08-2024, 12:18 PM
Olfateaba hacia arriba y hacia abajo, buscando el olor del hombre. La niebla a su alrededor creaba una cortina blancuzca que le servía de cobertura, y aunque no podía ver nada, creía haber captado un rastro. Cuando pensó que se estaba acercando escuchó unos pasos apresurados alejarse en la dirección opuesta, pasos desde donde estaba seguro que se originaba el olor a humano.
Aceleró un poco la marcha y descubrió que había seguido el rastro con éxito cuando encontró el hongo volador yaciendo inerte sobre el suelo. Recostado como estaba, parecía mentira que algo tan grande y abultado pudiera mantenerse a flote en el aire, ¿sería una característica especial de esas setas? ¿Tal vez así podrían repartir sus esporas? ¿O sería un poder de aquel hombre? No estaba seguro de las propiedades aerodinámicas de los champiñones, pero tenía la absoluta certeza de que se la habían lanzado intencionadamente.
Acercó el morro hasta la seta y olisqueo, reconociendo sin dificultad el olor del hombre que hasta hacía unos instantes había estado allí.
Contento, realizó una pose en la que extendía el brazo derecho hacia afuera mientras que apoyaba la cabeza sobre la mano izquierda, torciendo ligeramente las piernas al tiempo que declaraba con seguridad: - He encontrado tu rastro-gara. - Se giró sobre sí mismo, dando tres piruetas sobre sí mismo con los brazos recogidos y una pierna levantada. - Sé hacia dónde has ido-gara. -
De pronto, el suntuoso y grácil baile se detuvo con el mink encarando su hocico hacia la dirección hacia la que el hombre se había marchado corriendo. Sus puños se apretaron con tanta fuerza que las venas de sus brazos se marcaron bajo su suntuoso y cuidado pelaje.
- Estás sudando, puedo oler tu cansancio-gara. - El pecho del lobo se hinchaba y deshinchaba a causa de una respiración que sólo podía traducirse a un ansia depredadora. Sus ojos parecían dejarse llevar por una especie de deseo primigenio que dormitaba en su interior, algo que notaba desde el fondo de su ser. Un instinto de persecución que le instaba a seguir a cuatro patas y continuar con su tarea como rastreador.
Deseaba encontrar a aquel hombre.
Deseaba... Encontrar... A una presa...
Deseaba... Deseaba... Deseaba...
Parpadeo varias veces y se sintió perfectamente capaz de conseguirlo, a pesar de estar prácticamente pegado al suelo. Pero estaba bien, pensó, porque así sería más fácil seguir el rastro. Eso es, pensó, cerca del suelo es lo ideal.
Alegre, quiso expresar un grito triunfal. - ¡Guau! - ¿Guau? Se extrañó un poco pero de alguna manera sentía que se había expresado de la mejor forma posible.
Comenzó a caminar a cuatro patas al tiempo que su nariz se pegaba al suelo. No le sería difícil encontrar al hombre... ¿Eh? Sus manos eran más pequeñas, parecían patas. - Estas setas me deben de estar volviendo majareta. - Pensó.
Y aunque Lobo Jackson no había notado nada, su cuerpo había cambiado. Ahora, en lugar de ser un mink, era el lobo azul más estiloso del lugar y no tardaría en encontrarse con el hombre pues se dirigía a paso rápido a través de la espesura fúngica.
Aceleró un poco la marcha y descubrió que había seguido el rastro con éxito cuando encontró el hongo volador yaciendo inerte sobre el suelo. Recostado como estaba, parecía mentira que algo tan grande y abultado pudiera mantenerse a flote en el aire, ¿sería una característica especial de esas setas? ¿Tal vez así podrían repartir sus esporas? ¿O sería un poder de aquel hombre? No estaba seguro de las propiedades aerodinámicas de los champiñones, pero tenía la absoluta certeza de que se la habían lanzado intencionadamente.
Acercó el morro hasta la seta y olisqueo, reconociendo sin dificultad el olor del hombre que hasta hacía unos instantes había estado allí.
Contento, realizó una pose en la que extendía el brazo derecho hacia afuera mientras que apoyaba la cabeza sobre la mano izquierda, torciendo ligeramente las piernas al tiempo que declaraba con seguridad: - He encontrado tu rastro-gara. - Se giró sobre sí mismo, dando tres piruetas sobre sí mismo con los brazos recogidos y una pierna levantada. - Sé hacia dónde has ido-gara. -
De pronto, el suntuoso y grácil baile se detuvo con el mink encarando su hocico hacia la dirección hacia la que el hombre se había marchado corriendo. Sus puños se apretaron con tanta fuerza que las venas de sus brazos se marcaron bajo su suntuoso y cuidado pelaje.
- Estás sudando, puedo oler tu cansancio-gara. - El pecho del lobo se hinchaba y deshinchaba a causa de una respiración que sólo podía traducirse a un ansia depredadora. Sus ojos parecían dejarse llevar por una especie de deseo primigenio que dormitaba en su interior, algo que notaba desde el fondo de su ser. Un instinto de persecución que le instaba a seguir a cuatro patas y continuar con su tarea como rastreador.
Deseaba encontrar a aquel hombre.
Deseaba... Encontrar... A una presa...
Deseaba... Deseaba... Deseaba...
Parpadeo varias veces y se sintió perfectamente capaz de conseguirlo, a pesar de estar prácticamente pegado al suelo. Pero estaba bien, pensó, porque así sería más fácil seguir el rastro. Eso es, pensó, cerca del suelo es lo ideal.
Alegre, quiso expresar un grito triunfal. - ¡Guau! - ¿Guau? Se extrañó un poco pero de alguna manera sentía que se había expresado de la mejor forma posible.
Comenzó a caminar a cuatro patas al tiempo que su nariz se pegaba al suelo. No le sería difícil encontrar al hombre... ¿Eh? Sus manos eran más pequeñas, parecían patas. - Estas setas me deben de estar volviendo majareta. - Pensó.
Y aunque Lobo Jackson no había notado nada, su cuerpo había cambiado. Ahora, en lugar de ser un mink, era el lobo azul más estiloso del lugar y no tardaría en encontrarse con el hombre pues se dirigía a paso rápido a través de la espesura fúngica.