Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
Tema cerrado 
[EVENTO] Hace calor, hace calor, y yo estaba esperando que cantes mi canción.
Takahiro
La saeta verde
El peliverde no se había percatado aún, pero antes de cambiar del infierno de los monstruos a aquel infierno ardiente le habían dado un balazo en la pierna. Tal vez hubiese sido por la adrenalina que recorría por sus venas cómo la lava que caía lentamente, ya semiseca, por los laterales de la montaña. Su corazón aún palpitaba con fuerza, haciendo fluir su sangre por todos y cada uno de los rincones de su cuerpo. Su respiración agitada, que le hacía tener la boca más seca aún con cada exhalación. Sin embargo, el dolor se iba acentuando cada vez más, llegando hasta presentar una leve cojera que no le gustaba nada.

—Maldito zumbado de la pistolita —se quejó el peliverde, observando como del lateral de su muslo izquierda brotaba sangre y manchaba sus ropajes.

El dolor era como una punzada intermitente, que variaba en función de si tenía el pie apoyado o no sobre el tórrido suelo. Cada vez que aminoraba el paso, la punzada se volvía más aguda, viéndose obligado a detenerse durante un instante. Su pierna izquierda estaba temblorosa y sus movimientos no eran tan eficientes como debían serlo. No era médico, pero la bala le había hecho una herida limpia en el músculo, sin haber tocado el hueso. ¿Cómo lo supo? Porque si llega a tener el hueso roto no se estaría moviendo. Había visto en el pasado como amigos se rompían algún hueso del brazo o de la parte baja de la pierna y lo trastos que se volvían. Él, en cambio, siempre había sido una persona bastante resistente, y nunca había tenido que sufrir algo como eso.

Pero él no se detenía. Si algo le habían enseñado en la escuela de marines era que el dolor era puramente psicológico, que con el tiempo el cuerpo se acostumbra a él y no sería un impedimento a la hora de continuar con la misión que estuvieran llevando a cabo.

Y, finalmente, después de tanto caminar en soledad, escuchó una voz conocida. Al principio le pareció un susurro imaginario, un recuerdo anclado en lo más profundo de su psique y que su subconsciente lo estaba engañando. Pero no fue así. Frente a él estaba Ray, tan feliz como siempre. El peliverde elevo la mano y le saludo, reduciendo la distancia como podía.

—No tengo ni idea. No recuerdo nada de lo que hice antes de aparecer en una ciudadela medio rota, y luego he aparecido aquí —le dijo, mostrando una mueca de dolor—. Por cierto, no me harías una curilla de las tuyas, ¿verdad? Que un chalao me ha disparado porque le he quitado una canica a un monstruo níveo —aclaró, aunque sabía que con eso no sería suficiente.

El marine le contó todas y cada una de las peripecias que había tenido desde que llegó: el monstruo, la cancioncilla que tenía en la cabeza, la amnesia selectiva… Todo.

—Lo único que tengo claro es que las canicas tienen algo que ver en esto —le dijo, enseñándole la bolsa con las dos canicas—. ¿La razón? No tengo ni idea.

La idea de Ray de jugarnos las canicas a piedra, papel o tijera sacó una sonrisa a Takahiro, que no pudo negarse. Le encantaban esa clase de juegos y era mejor que tener que batirse en duelo con su amigo. Una cosa era pelear en los entrenamientos y otra por unas esferas del demonio.

—Por mi perfecto… —Los ojos de Takahiro con la misma intensidad que los de un ludópata comprando lotería, llevó sus manos a la espalda y sonrió—. Piedra, papel o tijera… —dijo—. ¡Uno, dos y tres!

Llevo con fuerza su brazo hacia el frente con el puño completamente cerrado y con la esperanza de comenzar ganando aquella ardua contienda.
#4
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RE: [EVENTO] Hace calor, hace calor, y yo estaba esperando que cantes mi canción. - por Takahiro - 20-08-2024, 02:02 PM

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