Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
20-08-2024, 05:56 PM
Durante aquel vistazo por aquella pequeña brecha en el barco, pude ver como un tipo iba agigantándose mientras era empujado brutalmente contra la parte del barco donde me encontraba. Sin dudarlo, me lancé hacia mi izquierda aunque su cuerpo se clavó unos metros más allá, hacia la derecha, pero quería evitar todo lo posible el impacto.
Por lógica, aquello no respondía a ningún tipo de razón. Crecer de esa manera hasta llegar a los 4 metros, era algo tan impensable como quizá normal en aquel escenario de ensoñación. Comprendía que la escena se las traía consigo, a cada cual de los actores que la componían más particular. En mí, no dejaba de generarse un debate interno entre la obtención de esas extrañas canicas que tanta discusión generaban, así como el pasado cataclismo que había acabado conmigo, con aquella tierra de hielo y por suposición, con toda vida que hubiera en aquel paraje helado, ¿Podría correr la misma suerte aquella gente y esa zona? ¿Qué tan importante eran las canicas? Me incorporé, un plan se empezaba a dibujar por mi mente mientras sacaba los guanteletes y comenzaba a calentar mis muñecas y mis dedos, aunque intentaría llevar unas buenas intenciones al realizar mi aparición, desconocía las del resto.
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
No Aprendida
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Preparado y con las palabras definidas en mi cabeza, salí por la parte derruida de la proa del maltrecho navío mientras seguía haciendo movimientos circulares con las muñecas. Levanté mis brazos hasta adquirir una postura de en cruz (†), para transmitir una apariencia profética que pudiera llamar la atención de todos los presentes y alertarlos. Puede que me tomasen por un lunático, que pasaran de mí o se me echasen encima, puede también que sembrase el pánico allí porque me tomaran en serio, que el caos se adueñase más si cabe de ellos, pero vi necesario propagar aquella información para que no cogiera a nadie de imprevisto, y sin desviarme tampoco de mi meta.
- ¡¡DESVIADES Y DELIRANTES DESCONOCIDEEES!! -
Clamé a los 4 vientos, para que todos me pudieran escuchar. Con la barbilla ligeramente levantada, y los brazos en horizontal, seguía moviendo las muñecas y haciendo extensiones de los dedos. Aquello, según mi percepción, me daría un voto que reforzase la creencia de lo siguiente que tenía que decir, y si esta no estaba muy desvariada, así sería, a no ser que causara el efecto inverso con tanto movimiento.
- Vengo desde el más allá con un mensaje importante para todes les mujeres, hombres, niñes, gyojens, pandes o gigantes.... ¡¡¡¡¡¡EL APOCALIPSIS ESTÁ PRÓXIMO!!!! -
Grité a pleno pulmón lo último, quizá, el más próximo a mí que era el panda parlante quedaría atónito ante tal noticia. Fui levantando levemente más y más los brazos un par de grados hasta cierto punto(como si fuera una Y), mi intención era generar un silencio tenso, acaparar sus miradas y oídos, mi minuto de fama.
- La ruina... LA RUINA..... ¡¡LA RUIIIINNAAAAA VAAA A VENIIII!!! -
Con un tono sumamente dramático grité para alertarlos del cataclismo que yo mismo había vivido en mis carnes, sin tener una noción fiable del tiempo que había pasado desde entonces, pero con la voz de la experiencia poseyéndome para transmitírselo a esos pobres desdichados, mientras mis muñecas seguían rotando y mis dedos extendiéndose y contrayéndose para enfatizar mi mensaje.
- Y en forma de una tormenta calamitosa, barrera con destrucción toda vida que se encuentre a su paaaaa... ¡!¡!¡! -
Y ahí fue cuando inevitablemente, una intensa y traicionera corriente de aire me zarandeó. Lo sentí como si un cañón de viento me hubiera acertado de lleno, impidiéndome terminar las últimas palabras que tenía que comunicar. El profeta que veían, podría ser la mayor pantomima que pudieran presenciar, o un desafortunado zahorí que había sido derribado.
Cualquiera como fuera aquellas conjeturas que pudieran tener hacia mí, salí despedido hacia el panda que se encontraba a mi costado izquierdo, chocaría contra él de frente, haciéndome el afortunado favor de que no fuera más allá por el viento y fuera arrastrado. Por su corpulencia y peso, puede que ni se inmutara, o puede que cayera, de lo que si que estaba seguro era que su mullido pelaje me hizo no dañarme tan estrepitosamente y la caída al suelo no resultase más aparatosa.
Me quedé tendido tras la caída tras rodar un par de veces por el suelo, quedando a unos 3 metros del gran osito, avergonzado por aquel acto tan ridículo que pudiera haber protagonizado. Sin embargo, desde allí, alcé la mano pidiendo ayuda, en este caso, el más cercano era el del amigo peludo.
- Por favor... ayúdame a incorporarme, menudo tropiezo -
Le imploré, buscando que pudiera levantarme, aunque el golpe me había dejado casi fuera de juego, además de que por otro lado, no sabía si el panda se mostraría colaborativo o simplemente se iría de ahí, dejándome tirado.