Byron
Hizashi
20-08-2024, 03:48 PM
Celebraba de forma inconsciente, se sentía en la privacidad e intimidad de su propia habitación. A pesar de estar prácticamente rodeado de gente, el chico estaba experimentando una especie de abstracción, para él, todo estaba oscuro en ese momento, con un pequeño foco de luz enfocando a su persona, como prueba de su propia victoria a la muerte. Los gritos y silbidos que acompañaban su escena mental, no hacían más que crecerse al muchacho, elevado en el escenario, ante un público imaginario formado por todas aquellas mujeres con las que había compartido el techo de distintas habitaciones.
Un fuerte ruido hizo desaparecer aquel teatrillo. El foco se apagó, las figuras de las doncellas se unieron unas otras hasta formar una amalgama informe que explosionó como un globo insonoro. La claridad del atardecer era la que iluminaba la escena, el sonido imprevisto de aquel disparo hizo volver a Byron de sus ensoñaciones. Rascó su cogote de mala gana, su pequeño momento de gloria personal había sido interrumpido, ni el hecho de que alguien volviese de las garras de la muerte era digno de respeto en aquel lugar.
Mosqueado, escupió al suelo, y se dedicó a observar la situación real en la que se encontraba. Siendo sinceros el chico no entendía nada, hacía escasos minutos había sido volatilizado en una gran explosión purpura en un páramo helado. Y ahora, había llegado a unos peñascos flotantes, con restos de embarcaciones en su superficie, por medio de una extraña fantasía que casi se apodera de él, de lo real y convincente que se sentía, es más, su cuerpo seguía cambiado. Había algo que le llamaba todavía más la atención, no recordaba cómo había conocido a la chica con la que yacía antes de aparecer en aquel infierno helado.
Se llevó la mano a la barbilla, dubitativo, y le dedicó una mirada al resto de sujetos en aquella roca. Varios parecían haberse estrellado contra la embarcación naufragada, uno de ellos, casi tan grande como esta, ¿era responsabilidad de aquellos situados en el centro? ¿Algún ataque los había hecho salir volando?
Dos mujeres, una hermosa rubia con coleta, con buenas curvas y bien tonificada, alzando unas armas de fuego que expulsaban humo por sus cañones debido al reciente uso. Y una morena de largas, peculiares y preciosas piernas de escamas relucientes que desembocaban en unas tersas nalgas, que se veían eclipsadas, desgraciadamente, por la curiosa aleta situada en el centro de su espalda. Simplemente por estos dos caramelos, Byron se sentía mucho más optimista.
Cuanto más observaba la situación, la sentía más personalizada. Llevaba un rato barajando la posibilidad de que todo fuese un sueño, así encajarían las inverosímiles situaciones que había vivido hasta ahora. El no recordar cómo había conocido a aquella mujer, los dos pasteles que se encontraban frente a él, y lo más importante, aquel ser de alas negras que parecía salido del más profundo y oscuro recuerdo de su memoria.
Junto aquel ser de pesadilla, un enorme hombre tiburón. Parecían enfrentados a aquellas dos, pero increíblemente, con el don de la palabra y unas cuantas preguntas bien hechas apaciguó los fuegos de discordia.
Con más calma el hombre alado intentó ganar algo de distancia junto a su compañero. Mostró la intención de cargar a aquel monstruoso ser de al menos cuatro metros y 200 kilos de peso, dando un espectáculo jocoso para los espectadores. No se movieron ni un centímetro, el alado tiró y tiró, pero fue incapaz de elevar aquel cuerpo gigante, dejando una imagen ridícula ante el resto, ¿no era consciente de su condición? O era un ingenuo o se sobreestimaba demasiado.
Alguien más se unió a la conversación, aquel hombre gigante que estaba estampado y encallado en el navío. Corroboró las ideas de la chica tiburón sospechando que alguien o algo estaban jugando con ellos ¿aquella figura que vio en la tormenta? Podrían no estar muy desencaminados.
En ese momento, un fuerte viento arremetió contra Byron, haciéndolo volar un par de metros y quedando tirado boca arriba. Esto era lo que le había sucedido a aquellos estampados contra el barco. En esa posición alzó uno de sus brazos para llamar la atención de los presentes y procedió a apoyar las palabras de aquellos dos.
- ¡Un momento! ¡Tengo algo que decir! Para empezar, sospecho desde hace rato que esto es un sueño, pero, mierda, sonáis demasiado realistas y convincentes, no habláis como se habla en sueños, ya sabéis, que ni recuerdas las conversaciones bien porque tu cerebro no necesita mucho para engañarte. – Hizo una pequeña pausa para coger aire, y pensarse bien el orden de sus palabras.- Quiero decir… Joder, todo esto parece salido de mi imaginación, dos preciosas doncellas con curiosos trajes que cumplirían mis fantasías eróticas de los miércoles, la pesadilla de alas negras de mi pasado, ¡aunque no negaré que el real imponía más! Y lo más importante, yo había muerto hace escaso minutos, y aquí estoy, en otro cuerpo, pero aquí estoy! – Gritó tumbado en el suelo, aun sin poder moverse. – Entonces, con esto dicho os pregunto, ¿sois reales o me estoy volviendo loco?
Un fuerte ruido hizo desaparecer aquel teatrillo. El foco se apagó, las figuras de las doncellas se unieron unas otras hasta formar una amalgama informe que explosionó como un globo insonoro. La claridad del atardecer era la que iluminaba la escena, el sonido imprevisto de aquel disparo hizo volver a Byron de sus ensoñaciones. Rascó su cogote de mala gana, su pequeño momento de gloria personal había sido interrumpido, ni el hecho de que alguien volviese de las garras de la muerte era digno de respeto en aquel lugar.
Mosqueado, escupió al suelo, y se dedicó a observar la situación real en la que se encontraba. Siendo sinceros el chico no entendía nada, hacía escasos minutos había sido volatilizado en una gran explosión purpura en un páramo helado. Y ahora, había llegado a unos peñascos flotantes, con restos de embarcaciones en su superficie, por medio de una extraña fantasía que casi se apodera de él, de lo real y convincente que se sentía, es más, su cuerpo seguía cambiado. Había algo que le llamaba todavía más la atención, no recordaba cómo había conocido a la chica con la que yacía antes de aparecer en aquel infierno helado.
Se llevó la mano a la barbilla, dubitativo, y le dedicó una mirada al resto de sujetos en aquella roca. Varios parecían haberse estrellado contra la embarcación naufragada, uno de ellos, casi tan grande como esta, ¿era responsabilidad de aquellos situados en el centro? ¿Algún ataque los había hecho salir volando?
Dos mujeres, una hermosa rubia con coleta, con buenas curvas y bien tonificada, alzando unas armas de fuego que expulsaban humo por sus cañones debido al reciente uso. Y una morena de largas, peculiares y preciosas piernas de escamas relucientes que desembocaban en unas tersas nalgas, que se veían eclipsadas, desgraciadamente, por la curiosa aleta situada en el centro de su espalda. Simplemente por estos dos caramelos, Byron se sentía mucho más optimista.
Cuanto más observaba la situación, la sentía más personalizada. Llevaba un rato barajando la posibilidad de que todo fuese un sueño, así encajarían las inverosímiles situaciones que había vivido hasta ahora. El no recordar cómo había conocido a aquella mujer, los dos pasteles que se encontraban frente a él, y lo más importante, aquel ser de alas negras que parecía salido del más profundo y oscuro recuerdo de su memoria.
Junto aquel ser de pesadilla, un enorme hombre tiburón. Parecían enfrentados a aquellas dos, pero increíblemente, con el don de la palabra y unas cuantas preguntas bien hechas apaciguó los fuegos de discordia.
Con más calma el hombre alado intentó ganar algo de distancia junto a su compañero. Mostró la intención de cargar a aquel monstruoso ser de al menos cuatro metros y 200 kilos de peso, dando un espectáculo jocoso para los espectadores. No se movieron ni un centímetro, el alado tiró y tiró, pero fue incapaz de elevar aquel cuerpo gigante, dejando una imagen ridícula ante el resto, ¿no era consciente de su condición? O era un ingenuo o se sobreestimaba demasiado.
Alguien más se unió a la conversación, aquel hombre gigante que estaba estampado y encallado en el navío. Corroboró las ideas de la chica tiburón sospechando que alguien o algo estaban jugando con ellos ¿aquella figura que vio en la tormenta? Podrían no estar muy desencaminados.
En ese momento, un fuerte viento arremetió contra Byron, haciéndolo volar un par de metros y quedando tirado boca arriba. Esto era lo que le había sucedido a aquellos estampados contra el barco. En esa posición alzó uno de sus brazos para llamar la atención de los presentes y procedió a apoyar las palabras de aquellos dos.
- ¡Un momento! ¡Tengo algo que decir! Para empezar, sospecho desde hace rato que esto es un sueño, pero, mierda, sonáis demasiado realistas y convincentes, no habláis como se habla en sueños, ya sabéis, que ni recuerdas las conversaciones bien porque tu cerebro no necesita mucho para engañarte. – Hizo una pequeña pausa para coger aire, y pensarse bien el orden de sus palabras.- Quiero decir… Joder, todo esto parece salido de mi imaginación, dos preciosas doncellas con curiosos trajes que cumplirían mis fantasías eróticas de los miércoles, la pesadilla de alas negras de mi pasado, ¡aunque no negaré que el real imponía más! Y lo más importante, yo había muerto hace escaso minutos, y aquí estoy, en otro cuerpo, pero aquí estoy! – Gritó tumbado en el suelo, aun sin poder moverse. – Entonces, con esto dicho os pregunto, ¿sois reales o me estoy volviendo loco?