Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
Reencuentro en la urbe
Secundino Morales
El tio la vara
Habían pasado 4 años desde la última vez que había visto a el pato y bajo ningún concepto se esperaba un rencuentro. En estos últimos 4 años la vida no había sido compasiva con Secundino, trabajo, duro trabajo. Sus músculos, aunque delgados, se habían fortalecido, su rostro compartía algunas facciones con las de un hombre pero su bondadosa sonrisa estaba intacta. Su padre había decidido vender su ganado. ¿Que mejor lugar para ello que Loguetown? Secundino había decidido acompañar en el viaje a su padre para conocer, por primera vez, como es la vida fuera de su pequeña isla.

Escucha, guaje —dijo Eladio, con tono áspero—, no tengo tiempo pa’ estar cuidándote. Si quieres comer algo hoy, tendrás que buscarte la vida. Yo tengo que tratar de vender el ganado, y si no cerramos el trato, no hay ni un berrie pa’ nosotros. Así que búscate algo que hacer, o te quedas sin comer, ¿entiendes?

Secundino sintió cómo se le hundía el estómago, y no solo por el hambre. Llevaban tres días en Loguetown, y en ese tiempo apenas había probado bocado. Su padre había estado tan preocupado por encontrar un comprador para el ganado que no le había prestado atención en absoluto. Mirando a su padre, el joven trató de protestar.

Pero, papá... ya son tres días sin comer de verdad. Solo he podido pillar algo del establo... —Secundino intentó apelar a la poca compasión que su padre pudiera tener.

Eladio lo interrumpió, más irritado que antes.

¿Y qué? —bufó—. ¿Crees que el mundo es fácil, eh? ¡Pues no lo es! Yo a tu edad ya me buscaba la vida, así que haz lo mismo. No me importa cómo lo hagas, consigue algo pa' comer o aguanta el hambre. Trabaja, roba... no sé, pero no me molestes más. Yo tengo mis propios problemas.

Sin esperar respuesta, Eladio giró sobre sus talones y comenzó a alejarse, dejando a Secundino solo entre la muchedumbre. El joven se quedó inmóvil por un momento, viendo cómo su padre se alejaba. Sabía que no tenía sentido discutir. Suspiró y bajó la cabeza, llevándose una mano al estómago, que rugía de hambre.

Pues nada... —murmuró para sí mismo, resignado—. A ver cómo me las arreglo...

Comenzó a caminar sin rumbo fijo, perdido entre las calles de Loguetown. No tenía dinero, no quería robar, ni ideas claras de qué hacer, pero sabía que debía encontrar alguna forma de saciar el hambre antes de que el día terminara.  De pronto, un trilero captó la atención de Secundino, estaba sentado en una silla, frente a una mesa, con 3 cubiletes y una bolita, anunciaba a grito pelado que le daría 200 berries a quien adivinase dónde estaba la bola. ¡Un negocio redondo! Pensó Secundino al ver que una persona ganaba mas de 1000 berries jugando, lo que el chico no sabía es que el participante era un compinche del trilero. Estaba apuntado de caer en una trampa.
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Reencuentro en la urbe - por MC duck - 20-08-2024, 05:14 PM
RE: Reencuentro en la urbe - por Secundino Morales - 20-08-2024, 05:47 PM
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