Takahiro
La saeta verde
20-08-2024, 06:40 PM
Su instinto le decía que la capitana Montpellier iba a regañarle en cuanto volviera al cuartel, ya que la probabilidad de que alguno —o algunos— de los vecinos fuera a visitarla por la mañana para pedirle explicaciones era bastante alta. A la capitana no le gustaba que le hicieran trabajar de forma innecesaria, pero esa situación era el pan de cada día. En otras circunstancias, el peliverde habría esbozado una sonrisa en su rostro al pensarlo, pero la preocupación que sentía por sus compañeros opacaba cualquier otro sentimiento que no fuera el de preocupación. Había escuchado disparos y eso no era normal. Les habían atacado sin lugar a dudas.
«No os preocupéis mis niños, que ya voy va para allá», dijo el espadachín para sus adentros, mientras de manera completamente inconsciente, casi por instinto, su mano se aferró con fuerza a la empuñadura de su katana y se deslizaba a gran velocidad por aquella instalación gubernamental.
La recorrió lo más rápido que pudo. Todo se encontraba repleto de polvo y con materiales de construcción distribuidos por todos lados; nada fuera de lo común. Sin embargo, pasó por el lado de dos grandes vigas de metal que estaban tiradas sobre cajas de materiales, completamente destrozadas por su peso. «¿Qué diantres ha pasado mientras estaba fuera?», pensó el peliverde.
Frente a él parecía estar ya su destino: una puerta entreabierta desde donde se podía escuchar el inconfundible sonido de la batalla. En otros tiempos le habría dado miedo cruzarla, pero no era el caso. Al hacerlo se topó con toda la acción. Ray en su forma de abeja mutante estaba luchando contra un sujeto con un discutible sentido de la moda. ¿Un traje blanco en una isla como aquella? No era lo ideal, mientras que Atlas parecía estar en peor posición luchando contra dos sujetos.
Lo impactante de todo es que había un tren en aquel lugar. ¿Sería eso lo que querían aquellos maleantes? A saber. Takahiro se recorrió gran parte de aquella sala, cuya longitud era aproximadamente de treinta metros y, en cuanto estuvo a la distancia adecuada, flexionaría su pierna derecha y se impulsaría hacia uno de los contendientes de Atlas, concretamente al que consideraba más deshonroso de todos: el que tenía un arma de fuego —el Nº1 según la imagen—, tratando de ensartarle el pecho con la espada, retorciéndola justo antes de sacarla mediante una patada en el torso del hombre.
—¿Me echabais de menos? —preguntó el peliverde, colocándose en guardia media, sujetando su katana con ambas manos.
«No os preocupéis mis niños, que ya voy va para allá», dijo el espadachín para sus adentros, mientras de manera completamente inconsciente, casi por instinto, su mano se aferró con fuerza a la empuñadura de su katana y se deslizaba a gran velocidad por aquella instalación gubernamental.
La recorrió lo más rápido que pudo. Todo se encontraba repleto de polvo y con materiales de construcción distribuidos por todos lados; nada fuera de lo común. Sin embargo, pasó por el lado de dos grandes vigas de metal que estaban tiradas sobre cajas de materiales, completamente destrozadas por su peso. «¿Qué diantres ha pasado mientras estaba fuera?», pensó el peliverde.
Frente a él parecía estar ya su destino: una puerta entreabierta desde donde se podía escuchar el inconfundible sonido de la batalla. En otros tiempos le habría dado miedo cruzarla, pero no era el caso. Al hacerlo se topó con toda la acción. Ray en su forma de abeja mutante estaba luchando contra un sujeto con un discutible sentido de la moda. ¿Un traje blanco en una isla como aquella? No era lo ideal, mientras que Atlas parecía estar en peor posición luchando contra dos sujetos.
Lo impactante de todo es que había un tren en aquel lugar. ¿Sería eso lo que querían aquellos maleantes? A saber. Takahiro se recorrió gran parte de aquella sala, cuya longitud era aproximadamente de treinta metros y, en cuanto estuvo a la distancia adecuada, flexionaría su pierna derecha y se impulsaría hacia uno de los contendientes de Atlas, concretamente al que consideraba más deshonroso de todos: el que tenía un arma de fuego —el Nº1 según la imagen—, tratando de ensartarle el pecho con la espada, retorciéndola justo antes de sacarla mediante una patada en el torso del hombre.
—¿Me echabais de menos? —preguntó el peliverde, colocándose en guardia media, sujetando su katana con ambas manos.
ESP200
ESPADACHíN
Pasiva
Tier 1
No Aprendida
Incompatible con "Camino de la Brutalidad"
+5 [Destreza]
ESP201
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 2
No Aprendida
33
1
Una estocada que el usuario realiza al mismo tiempo que realiza en un solo paso un [Dash] de hasta 8 metros en los que busca ensartar a todo lo que encuentre a su paso con la punta de su arma, llevando consigo a su víctima con un [Empuje] en caso de conectar hasta el final del recorrido del Dash.
Golpe Basico + [FUEx2,2] de [Daño perforante]