Asradi
Völva
20-08-2024, 09:07 PM
No pudo evitar esbozar una sonrisa al imaginarse a Ubben huyendo. Vale, no era un situación quizás agradable, sobre todo si iba la marina detrás tuya. Pero tal y como él lo narraba, le había hecho un tanto de gracia. Como que la situación se destensaba un poco. De todas maneras, sí se sorprendió un poco cuando Ubben se abrió un poco más con ella. Asradi le escuchó en silencio, sin interrumpirle. Y no pudo evitar sentir una punzada de lástima e indignación al mismo tiempo. No por el cartel de Se Busca que, ahora, el chico le enseñaba, arrugado.
Un chivo expiatorio. Eso lo había visto más veces de lo que le gustaría. Finalmente, le dedicó una sonrisa un tanto más suave.
— No te preocupes, me has demostrado que eres buena gente. Al menos de momento. — Hizo una mueca un poco más seria, antes de echarse a reír de manera suave. — Los carteles de Se Busca son solo eso, papeles. No cuentan el verdadero ser de una persona.
Aunque sí era verdad que algunos sí tenían merecidos eses panfletos repartidos por el gobierno y la Marina. Ubben le parecía un buen tipo, dentro de lo que cabía. Al final, ¿quién estaba exento de pecado? Permaneció sentada, todavía con el papel de Se Busca que Ubben le había dado para que lo mirase. Asradi lo dobló con sumo cuidado antes de volver a entregárselo a su dueño.
— Ten cuidado con las corrientes. — Le advirtió, cuando el moreno dijo que iría a soltar el ancla. Al fin y al cabo, todavía tendrían que esperar a que los demás llegasen. Y esperaba que llegasen y lo hiciesen sanos y salvos.
No pudo evitar mirar unos momentos hacia el mar, y luego hacia el pueblo. De momento todo parecía tranquilo.
— ¿Ellos se encargarán de los víveres? — Preguntó, refiriéndose a los demás. De hecho, se levantó del asiento y dió unos cuantos saltitos graciosos para moverse por la cubierta del barco.
Pero Ubben tenía razón, tenían un par de horas para relajarse. De hecho, se quedó unos momentos pensativa mientras el varón se quitaba parte de las ropas, zapatos inclusive.
— ¿Qué estás...? — No terminó la frase para cuando el chico se lanzó de cabeza al mar. Asradi se asomó por la borda, viéndole flotar en la superficie, disfrutando de las suaves olas. Le dió envidia, claramente, pero también le miró con una sonrisa entretenida.
— Ten cuidado, no se te coman los tiburones. — Bromeó antes de seguirle el juego.
Acto seguido, se quitó las prendas que Galhard le había regalado, antes de haberse encontrado con todo este grupo, y las dejó cuidadosamente sobre un barril del barco. Así que solo se quedó visible con su cola de sirena y con la parte superior de lo que pudiese ser un bikini de tela más fuerte que cubría esa anatomía femenina en su pecho.
Sin más, se lanzó al agua, donde se sintió totalmente a gusto. Incluso nadó y buceó un par de veces alrededor de Ubben, antes de asomar la cabeza por la superficie, dejando que las olas les meciesen.
Se le notaba libre y relajada en medio del mar. Era su elemento, al fin y al cabo. Su cola de tiburón agitándose muy suavemente bajo el agua.
— Podríamos pescar algo. Y yo podría reabastecerme de algas medicinales si hay por la zona. — Le propuso, meciéndose por las olas de manera suave. — En cuanto a lo de reunirnos, es en casa de Airgid. Deberíamos dejar el barco en la costa cercana y luego desembarcar. Creo que recuerdo el camino hacia donde vive ella. — Añadió.
Un chivo expiatorio. Eso lo había visto más veces de lo que le gustaría. Finalmente, le dedicó una sonrisa un tanto más suave.
— No te preocupes, me has demostrado que eres buena gente. Al menos de momento. — Hizo una mueca un poco más seria, antes de echarse a reír de manera suave. — Los carteles de Se Busca son solo eso, papeles. No cuentan el verdadero ser de una persona.
Aunque sí era verdad que algunos sí tenían merecidos eses panfletos repartidos por el gobierno y la Marina. Ubben le parecía un buen tipo, dentro de lo que cabía. Al final, ¿quién estaba exento de pecado? Permaneció sentada, todavía con el papel de Se Busca que Ubben le había dado para que lo mirase. Asradi lo dobló con sumo cuidado antes de volver a entregárselo a su dueño.
— Ten cuidado con las corrientes. — Le advirtió, cuando el moreno dijo que iría a soltar el ancla. Al fin y al cabo, todavía tendrían que esperar a que los demás llegasen. Y esperaba que llegasen y lo hiciesen sanos y salvos.
No pudo evitar mirar unos momentos hacia el mar, y luego hacia el pueblo. De momento todo parecía tranquilo.
— ¿Ellos se encargarán de los víveres? — Preguntó, refiriéndose a los demás. De hecho, se levantó del asiento y dió unos cuantos saltitos graciosos para moverse por la cubierta del barco.
Pero Ubben tenía razón, tenían un par de horas para relajarse. De hecho, se quedó unos momentos pensativa mientras el varón se quitaba parte de las ropas, zapatos inclusive.
— ¿Qué estás...? — No terminó la frase para cuando el chico se lanzó de cabeza al mar. Asradi se asomó por la borda, viéndole flotar en la superficie, disfrutando de las suaves olas. Le dió envidia, claramente, pero también le miró con una sonrisa entretenida.
— Ten cuidado, no se te coman los tiburones. — Bromeó antes de seguirle el juego.
Acto seguido, se quitó las prendas que Galhard le había regalado, antes de haberse encontrado con todo este grupo, y las dejó cuidadosamente sobre un barril del barco. Así que solo se quedó visible con su cola de sirena y con la parte superior de lo que pudiese ser un bikini de tela más fuerte que cubría esa anatomía femenina en su pecho.
Sin más, se lanzó al agua, donde se sintió totalmente a gusto. Incluso nadó y buceó un par de veces alrededor de Ubben, antes de asomar la cabeza por la superficie, dejando que las olas les meciesen.
Se le notaba libre y relajada en medio del mar. Era su elemento, al fin y al cabo. Su cola de tiburón agitándose muy suavemente bajo el agua.
— Podríamos pescar algo. Y yo podría reabastecerme de algas medicinales si hay por la zona. — Le propuso, meciéndose por las olas de manera suave. — En cuanto a lo de reunirnos, es en casa de Airgid. Deberíamos dejar el barco en la costa cercana y luego desembarcar. Creo que recuerdo el camino hacia donde vive ella. — Añadió.