Airgid Vanaidiam
Metalhead
20-08-2024, 09:41 PM
Puede que hubiera sido un acto impulsivo, disparar de aquella manera al tiburón. Aunque bien era cierto que había procurado no apuntar a una zona demasiado vital, la reprimenda de Asradi no tardó en llegar. Le había advertido varias veces antes de que disparase, pero la ignoró. ¡Estaban en peligro! ¿Es que no lo entendía? Conocía a la sirena, quizás no lo suficiente, sabía que era buena pero no podía ser así de ingenua. Ella misma solía ser bastante maja y agradable, pero eso dentro de una situación normal, no una como la que estaban viviendo en ese momento, en un lugar extraño rodeadas de personas desconocidas y potencialmente violentas. El mundo le había enseñado a Airgid que si no quería que la vacilaran tenía que ser la de los huevos más grandes. Pero puede, solo puede, que se hubiera pasado un poquito.
Continuaba en el suelo, sin poder moverse por culpa del viento, observó al tiburón sangrando y con una expresión confundida. La mujer frunció el ceño, dejando de apuntarle por un momento. Le escuchó insinuar que debería controlarse la lengua y respetar a los demás, algo que le habían dicho taaantas veces en la vida. Airgid respondió de una forma muy elegante, sacando la lengua y bufándole. No le volvería a atacar, no si no veía intenciones por su parte de buscarla, pero eso no quitaba que no le hiciera gracia en absoluto aquel tiburón. Pero... ¿y las bolsas? Se dio cuenta en ese momento de que ya no estaban en el mismo sitio, evidentemente, el viento las había arrastrado, alejándolas unos cuantos metros hacia su izquierda. Las encontró visualmente, no estaban demasiado lejos, por lo menos. No podía olvidarse de ellas, si tan solo el puto viento parara un poco... ¿Qué coño?
¡Un tío saltó y se robó una de ellas! — ¡OYE, TÚ, TRAE ESO PA'CÁ! — ¿Quién se creía que era? ¡Ella se había jugado el pellejo por quitarle las bolsas a esos dos tipos! ¡No él! No había derecho en el mundo para hacer eso... Robar a la ladrona... A quién se le ocurría. Intentó levantarse, pero seguía sin poder hacerlo. — ¡Como me levante te va a fartá campo pa' corré! ¿¡Me ha oío, cabesa pinsho!? — El viento estaba siendo definitivamente, un problema demasiado grande, demasiado frustrante. ¿No iba a parar nunca? Además que no siempre soplaba desde el mismo lado. Un puto caos.
Aunque intentaba no quitarle el ojo de encima al pelirrojo ladrón, era inevitable que el tío gigante que decrecía de tamaño no le llamase la atención. ¿Era eso también producto de el extraño sitio donde se encontraban? El caso es que empezó a lanzar ideas al aire de que quizás alguien estaba manejando toda esa situación, un ser malvado o algo así. Ideas para Airgid, demasiado espirituales. Rodó los ojos, poniéndolos en blanco durante un momento. El joven, que fue capaz de incorporarse y adecentarse a pesar de tener la ropa medio rota le preguntó a ella directamente qué era lo que opinaba al respecto. — Ezo e' una shuminá, a vé, ¿quién va a queré jugá con nohotro'? ¿Un dió? ¿Un demonio? Tais tós emparanoiaos perdío. — La verdad es que a Airgid todo eso le sonaba a un cuento de fantasía. O quizás es que aún estaba a la defensiva, sin terminar de fiarse de nadie, y no quería mostrarse vulnerable o ligeramente dubitativa, eso podía significar debilidad.
Otro pobre diablo fue arrastrado por el viento, bocarriba, elevó los dos brazos para intentar llamar la atención de los presentes. La mujer le escuchó, total, tampoco se podía mover, poco podía hacer más que hablar. El chico dijo cosas bastante curiosas. Lo primero es que habló de Asradi y de ella como si fueran sex symbols salidas directamente de sus fantasías más privadas. La rubia no pudo evitar soltar una risa divertida por lo inesperado y repentino que resultaba una confesión así. Una pena que el chaval no fuera su tipo. Pero lo siguiente que mencionó fue realmente interesante, y es que aseguró haber muerto hacía apenas unos minutos. Y que había vuelto ahí, justo con ellos. Era cierto que había aparecido de una forma muy extraña y repentina, pero... ¿cómo vas a morir y luego revivir como si nada, recordándolo todo y con el mismo cuerpo? — ¿Te ha' golpeao en la cabesa? ¿Que é eso de que ha' muerto? ¿Qué tas fumao? ¿Te queda argo pa' compartí'? — Soltó otra risa y le guiñó un ojo en un gesto de complicidad y cachondeo. La verdad es que todo era tan raro queno les juzgaba por dejarse llevar por las teorías más locas y conspiranoicas. Primero uno diciendo que si les manipulaban, ahora este decía haber renacido o algo así. Solo faltaba que apareciera el mismo niño jesús con la paloma para darles un mensaje celestial o algo así.
Y como si ella misma lo hubiera invocado con su mente, apareció... alguien o algo que como mínimo, podía pasar por profeta. Haciendo una extraña pose en forma de cruz, moviendo las muñecas de forma hipnótica y gritando mientras transmitía el mensaje del apocalipsis. Era imposible apartar la mirada de él. ¿Llevaba peluca? A pesar de sus palabras, a Airgid no se la convencía tan fácilmente, ella era una mujer de ciencia, todo eso del fin del mundo... Simplemente no se lo creía, no así. — Vaya frikaso... — Susurró por lo bajini, haciéndose gracia solo a ella misma. Y ocurrió algo inaudito. A la vez que aquel iluminado era arrastrado por una corriente de aire, Airgid sintió que el viento dejaba a su cuerpo tranquilo. Que dejaba de presionarla contra el suelo. Que podía levantarse. Y no dudó ni un segundo.
Se levantó de un salto, ágil como un gato. Por un momento sintió el deseo de ir corriendo a por la bolsita perdida, o a por el pelirrojo con pelo de pincho, pero... — Qué coño. — Le dio la mano a Asradi, ayudándola a que se levantase. — Amono a bu'cá una salida o argo, e'toy ha'ta er coño de e'te sitio. — La verdad es que ya sentía que en cualquier momento otra ráfaga trataría de tirarla.