Jack D. Agnis
Golden Eyes
26-07-2024, 10:31 PM
-King, muy bien. Nombre fuerte y pretencioso, pero no está nada mal. Me gusta- dije, mientras caminaba con cierta tranquilidad por aquellas calles, mientras podía notar como las miradas de todos los transeúntes iban directamente hacia nosotros, lo cual solo me hizo sonreír.
“Un manco y un conejo humanoide. No hay mejor circo que esto” pensé divertido, no obstante solo bastaba una sola mirada para que ellos apartaran sus ojos de nosotros. Aunque no lo quisiera tenia cierta aura que intimidaba a cualquiera que me mirara y aquel conejo había sido uno de los pocos que lo había pasado por alto.
Mientras caminábamos de manera tranquila por aquellas calles, el conejo habló recordándome que tenias algunas preguntas para él.
-Si, cierto. Pues no, esas no son mis preguntas, pero si tienes pulgas? Porque yo si- dije divertido, mientras me señalaba las rastas que tenia en la cabeza, aunque era una burda mentira, solo tenia piojos.
-Primera pregunta ¿Eres de esos seres de la historia que tiene poderes sobrenaturales y pueden convertirse en animales?- pregunté, al mismo tiempo en que en un rápido movimiento y sin que la dueña de aquel puesto se diera cuenta, robaría un par de manzanas y le entregaría una, mientras que la otra me la llevaba a la boca.
Muchos se preguntaran como hago eso con una sola mano y al mismo tiempo en que cargaba una tabla en mi hombro, pues la respuesta era simple, costumbre.
-Segunda pregunta...- dije con la boca llena y casi escupiendo todo -... ¿Estás viajando por el mundo o eres de por aquí cerca?- aquella respuesta era obvia, porque si fuera de aquella ciudad, las personas no se le quedarían mirando como tal, pero prefería escucharla de su propia boca.
-Tengo más, pero primero quiero que me contestes primero esas… y ven, es por aquí- le dije, mientras me desviaba del camino principal y me metía por un callejón el cual daba a otra calle, en la cual se podían ver casas más humildes y hasta pobres. Era obvio que aquel era el distrito bajo de aquella ciudad.
No tardamos mucho en llegar a lo que parecía una bar y tras rodearlo llegamos a unos “establos” que por ahora era “mi hogar” y que daban al desagüe de toda la ciudad, el cual llegaba hasta el mar.
-Bienvenido. No es mucho y es oloroso y sucio, pero por ahora es mio. Al menos hasta que deje de servirle a la señora de la casa y sabes a que me refiero.- exclamé con un guiño, antes de tomar la tabla y apostarla en un par de banquillos que hacían de soporte.
-El ron está allá. Sacalo y dame un trago. Y por cierto, ahí está mi orgullo- dije señalando un destartalado barco a remos, pero aun funcional, que se encontraba flotando en el rio de mierda.
“Un manco y un conejo humanoide. No hay mejor circo que esto” pensé divertido, no obstante solo bastaba una sola mirada para que ellos apartaran sus ojos de nosotros. Aunque no lo quisiera tenia cierta aura que intimidaba a cualquiera que me mirara y aquel conejo había sido uno de los pocos que lo había pasado por alto.
Mientras caminábamos de manera tranquila por aquellas calles, el conejo habló recordándome que tenias algunas preguntas para él.
-Si, cierto. Pues no, esas no son mis preguntas, pero si tienes pulgas? Porque yo si- dije divertido, mientras me señalaba las rastas que tenia en la cabeza, aunque era una burda mentira, solo tenia piojos.
-Primera pregunta ¿Eres de esos seres de la historia que tiene poderes sobrenaturales y pueden convertirse en animales?- pregunté, al mismo tiempo en que en un rápido movimiento y sin que la dueña de aquel puesto se diera cuenta, robaría un par de manzanas y le entregaría una, mientras que la otra me la llevaba a la boca.
Muchos se preguntaran como hago eso con una sola mano y al mismo tiempo en que cargaba una tabla en mi hombro, pues la respuesta era simple, costumbre.
-Segunda pregunta...- dije con la boca llena y casi escupiendo todo -... ¿Estás viajando por el mundo o eres de por aquí cerca?- aquella respuesta era obvia, porque si fuera de aquella ciudad, las personas no se le quedarían mirando como tal, pero prefería escucharla de su propia boca.
-Tengo más, pero primero quiero que me contestes primero esas… y ven, es por aquí- le dije, mientras me desviaba del camino principal y me metía por un callejón el cual daba a otra calle, en la cual se podían ver casas más humildes y hasta pobres. Era obvio que aquel era el distrito bajo de aquella ciudad.
No tardamos mucho en llegar a lo que parecía una bar y tras rodearlo llegamos a unos “establos” que por ahora era “mi hogar” y que daban al desagüe de toda la ciudad, el cual llegaba hasta el mar.
-Bienvenido. No es mucho y es oloroso y sucio, pero por ahora es mio. Al menos hasta que deje de servirle a la señora de la casa y sabes a que me refiero.- exclamé con un guiño, antes de tomar la tabla y apostarla en un par de banquillos que hacían de soporte.
-El ron está allá. Sacalo y dame un trago. Y por cierto, ahí está mi orgullo- dije señalando un destartalado barco a remos, pero aun funcional, que se encontraba flotando en el rio de mierda.