Lionhart D. Cadmus
Tigre Blanco de la Marina
21-08-2024, 06:02 AM
(Última modificación: 21-08-2024, 06:07 AM por Lionhart D. Cadmus.)
El quinto día de Lionhart D. Cadmus en la Base G-23 comenzó con la brisa fresca de la mañana y la promesa de una misión diferente. Tras el desayuno, Cadmus y Raiden fueron convocados por el sargento Dalton, un veterano de la Marina con una presencia imponente.
—Hoy tienen una misión en el puerto —dijo Dalton, mirando a los jóvenes marines—. Hay informes de contrabando, y quiero que lo investiguen.
Cadmus asintió, sintiendo la responsabilidad. Sabía que el contrabando era un asunto serio y estaba decidido a cumplir con su deber.
Al llegar al puerto, Cadmus y Raiden comenzaron a inspeccionar los barcos que habían atracado esa mañana. Todo parecía rutinario hasta que un pequeño barco en el extremo del muelle captó la atención de Cadmus. El capitán del barco actuaba de manera sospechosa, apresurándose en descargar varias cajas.
—Raiden, ese tipo está ocultando algo —murmuró Cadmus, observando al capitán con desconfianza.
Raiden asintió, y juntos se acercaron al hombre.
—Necesitamos revisar esas cajas —dijo Cadmus con firmeza.
El capitán intentó evadirlos, pero Cadmus y Raiden se mantuvieron firmes. Al abrir las cajas, descubrieron armas y objetos de alto valor, claramente destinados al contrabando.
—Esto no aparece en tu manifiesto —dijo Raiden con tono acusador.
El capitán, al verse descubierto, trató de huir, pero Cadmus lo interceptó rápidamente, sometiéndolo antes de que pudiera escapar. Raiden se apresuró a pedir refuerzos, y pronto el contrabandista fue arrestado.
De regreso en la base, el sargento Dalton los recibió con una sonrisa de aprobación.
—Buen trabajo, muchachos. Han demostrado que son más que capaces.
Cadmus sintió una satisfacción profunda mientras el sargento hablaba. Aunque solo era su quinto día en la Marina, cada misión lo hacía sentirse más conectado con su destino en la Marina. Y con Raiden a su lado, sabía que no enfrentaría esos desafíos solo.
—Hoy tienen una misión en el puerto —dijo Dalton, mirando a los jóvenes marines—. Hay informes de contrabando, y quiero que lo investiguen.
Cadmus asintió, sintiendo la responsabilidad. Sabía que el contrabando era un asunto serio y estaba decidido a cumplir con su deber.
Al llegar al puerto, Cadmus y Raiden comenzaron a inspeccionar los barcos que habían atracado esa mañana. Todo parecía rutinario hasta que un pequeño barco en el extremo del muelle captó la atención de Cadmus. El capitán del barco actuaba de manera sospechosa, apresurándose en descargar varias cajas.
—Raiden, ese tipo está ocultando algo —murmuró Cadmus, observando al capitán con desconfianza.
Raiden asintió, y juntos se acercaron al hombre.
—Necesitamos revisar esas cajas —dijo Cadmus con firmeza.
El capitán intentó evadirlos, pero Cadmus y Raiden se mantuvieron firmes. Al abrir las cajas, descubrieron armas y objetos de alto valor, claramente destinados al contrabando.
—Esto no aparece en tu manifiesto —dijo Raiden con tono acusador.
El capitán, al verse descubierto, trató de huir, pero Cadmus lo interceptó rápidamente, sometiéndolo antes de que pudiera escapar. Raiden se apresuró a pedir refuerzos, y pronto el contrabandista fue arrestado.
De regreso en la base, el sargento Dalton los recibió con una sonrisa de aprobación.
—Buen trabajo, muchachos. Han demostrado que son más que capaces.
Cadmus sintió una satisfacción profunda mientras el sargento hablaba. Aunque solo era su quinto día en la Marina, cada misión lo hacía sentirse más conectado con su destino en la Marina. Y con Raiden a su lado, sabía que no enfrentaría esos desafíos solo.