Lobo Jackson
Moonwalker
21-08-2024, 02:57 PM
Enfrascado como estaba en su importante tarea de rastreo, Lobo Jackson que ahora era un lobo por completo seguía olfateando el suelo. Su mente sólo se concentraba en encontrar al lanzador de setas, aquel a quien había declarado como su enemigo y a quien deseaba darle un saludo especial con le filo de sus colmillos. Percibía la fragancia personal de quien sólo viste la piel con la que nació y que va con la pichula completamente expuesta a la intemperie, fácil de seguir por el reciente esfuerzo físico que había desencadenado la respuesta suprarrenal de su cuerpo.
En ese instante algo golpeó su espalda de improviso, algo que había descendido desde las alturas y cuya presencia no había notado por estar sumergido en su búsqueda. Un impacto contundente que sintió a lo largo del lomo y que le hizo abrir la boca por la sorpresa del momento.
Si alguien viera aquel impacto se confundiría de la repentina aparición de una rana amorfa desde los cielos como plaga profética que, sin otro motivo que el del cruel azar, impone su castigo sobre una inocente y adorable bestia que lucía un atuendo monísimo. Una instantánea de la ridiculez de aquel lugar que tan solo podría captarse en aquel instante, pues el cuerpo del lobo cedió bajo el impacto y se estampó contra el suelo.
Pero el suelo no era de roca, granito o madera, mucho menos de algo resistente como el hormigón.
El suelo era elástico como la goma, más todavía, una superficie con una propiedad sin igual que disfrutaba devolviendo cuanto se le mandaba con el mismo entusiasmo con el que se lo daban.
Con exactamente la misma fuerza, Lobo Jackson rebotó hacia arriba dando un impacto igual de severo contra la escamosa y pringosa piel del extraño ser que se había chocado contra su peluda espalda, dando a su vez un cabezazo inverso que probablemente golpearía la mandíbula de la rana.
De nuevo, aquel hipotético espectador vería cómo los dos pintorescos seres se separarían a mitad de vuelo con caminos inciertos, probablemente magullados y desorientados.
¿Dónde caería Lobo Jackson? No habría forma de saberlo con certeza, pues al ser un lobo por completo carecía de pulgares con los que facilitar un agarre en las setas circundantes y se vería preso del capricho del rebote entre ellas hasta que, con suerte, sus fauces mordieron el cuerpo carnoso de uno de aquellos champiñones para por fin mantenerse quieto.
Indignado, creyendo que el hombre de las setas había vuelto a atraparle desprevenido, su mente se llenó de ira y sus pensamientos le hacían pensar en usar sus manos para agarrar al tipo en cuestión. Tal era la frustración que sentía que su cuerpo se transformaba mientras su boca seguía mordiendo la seta con rabia, recobrando su forma previa de mink y sujetándose al champiñón con ambas manos.
Miró a su alrededor, la niebla seguía tan espesa como siempre y volvía a estar en un lugar indeterminado, no muy lejos de donde había sufrido el golpe pero sin duda apartado del camino. ¿Lograría ver a alguien?
En ese instante algo golpeó su espalda de improviso, algo que había descendido desde las alturas y cuya presencia no había notado por estar sumergido en su búsqueda. Un impacto contundente que sintió a lo largo del lomo y que le hizo abrir la boca por la sorpresa del momento.
Si alguien viera aquel impacto se confundiría de la repentina aparición de una rana amorfa desde los cielos como plaga profética que, sin otro motivo que el del cruel azar, impone su castigo sobre una inocente y adorable bestia que lucía un atuendo monísimo. Una instantánea de la ridiculez de aquel lugar que tan solo podría captarse en aquel instante, pues el cuerpo del lobo cedió bajo el impacto y se estampó contra el suelo.
Pero el suelo no era de roca, granito o madera, mucho menos de algo resistente como el hormigón.
El suelo era elástico como la goma, más todavía, una superficie con una propiedad sin igual que disfrutaba devolviendo cuanto se le mandaba con el mismo entusiasmo con el que se lo daban.
Con exactamente la misma fuerza, Lobo Jackson rebotó hacia arriba dando un impacto igual de severo contra la escamosa y pringosa piel del extraño ser que se había chocado contra su peluda espalda, dando a su vez un cabezazo inverso que probablemente golpearía la mandíbula de la rana.
De nuevo, aquel hipotético espectador vería cómo los dos pintorescos seres se separarían a mitad de vuelo con caminos inciertos, probablemente magullados y desorientados.
¿Dónde caería Lobo Jackson? No habría forma de saberlo con certeza, pues al ser un lobo por completo carecía de pulgares con los que facilitar un agarre en las setas circundantes y se vería preso del capricho del rebote entre ellas hasta que, con suerte, sus fauces mordieron el cuerpo carnoso de uno de aquellos champiñones para por fin mantenerse quieto.
Indignado, creyendo que el hombre de las setas había vuelto a atraparle desprevenido, su mente se llenó de ira y sus pensamientos le hacían pensar en usar sus manos para agarrar al tipo en cuestión. Tal era la frustración que sentía que su cuerpo se transformaba mientras su boca seguía mordiendo la seta con rabia, recobrando su forma previa de mink y sujetándose al champiñón con ambas manos.
Miró a su alrededor, la niebla seguía tan espesa como siempre y volvía a estar en un lugar indeterminado, no muy lejos de donde había sufrido el golpe pero sin duda apartado del camino. ¿Lograría ver a alguien?