¿Sabías que…?
... el Reino de Oykot ha estrenado su nueva central hidroeléctrica.
[Común] [C - Pasado] Un tango entre lágrimas en honor a la pereza
Masao Toduro
El niño de los lloros
—¡Tienes que buscarme a ese gandul, y traérmelo tirando de los pelos, te ha quedado claro! ¿llorica? — arrancó a gritos el sargento Sha, o Sarasa, en fin, el tipo duro de la chaqueta metálica.
 
—Que zhin, como usteh ordene señor— replique poniéndome más erguido que una farola, como si me acabarán de meter la escoba que tenía entre manos por el culo —Iré de incognito, azi no me vera venir— pensé para mis adentros mientras el teniente se marchaba malhumorado a gritarle cuatro cosas al próximo novato que pillara por banda, desde luego que mala folla tenía ese hombre.
 
Termine de recoger los bártulos de la cocina, y guarde todo lo necesario hasta que me volviera a tocar para la hora de la cena —Gañan, pero apañao— recordaba que había puesto Colón en mi carta de recomendación, o de traslado, lo que coño fuera el papelucho ese que me leyeron.
 
Rápidamente desfile fuera de la base, mostrando el pase que me había habilitado el superior para mi particular encargo, y es que al parecer Atlas se había vuelto a escaquear de sus tareas, y al parecer esta vez no tenían al demonio disponible para traerle de vuelta, así que le había tocado a un servidor ir a buscarle, claramente porque salvo por Ray, debía ser el tipo más profesional de los que componíamos aquella brigada. La verdad es que me daba pena tener que ir a por el rubio, la verdad es que el tipo me caía de putisima madre y era uno de los pocos que parecía entender bien el ritmo de vida del sur, donde las cosas se hacían con mimo y amor, y sobre todo llevándose su tiempo.
 
—Yo vengo de la isla, de la isla de Japón. De fumarme cuatro porros que mi novia me invitó— canturreaba mientras salía de la base, foto en mano, dispuesto a ir preguntando por lo bares habituales en los que se solía esconder, dando las palmadas pertinentes cuando el cuerpo me lo pedía.
 
Tal vez fuera el destino, el dejarme llevar por las aglomeraciones, o por la típica confianza que ofrecía un chico de barrio como yo sin su uniforme, no tardé en dar con un tablao que al parecer traía gente de tierra lejanas, tierras de las que me había hablado mi abuelo” el Petao” antes de palmar por ganar una partida de domino, y es que, en el barrio de tres hermanas, cualquier cosa que diera para apostar, resultaban en actividades de alto riesgo.
 
Siguiendo el ruido de las palmas, y dejándose arrastrar rio abaja, no tardé en quedarme embobado con el espectáculo, perdiendo por un momento, el propósito y la noción del tiempo, el hipnótico baile de la morena de los lunares y los ayeos del cantaor. No fue hasta que la guitarra se detuvo en secó para afinar que me percaté del rubio.

—Un jereh, por aquí jefe— dije sentándome al lado del rubio, sosteniéndole la espalda para evitar el impulso de escaparse del lugar —Así que te gustan los tablaos, eh “Rubia”—continue dándole unas palmadas en la espalda, algo que en mi tierra era habitual, tanto en repetición como en intensidad, la verdad es que todavía no sabía de que pasta estaba hecho Atlas.

Al menos por lo menos tenía buen gusto musical….
#2


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RE: [C - Pasado] Un tango entre lágrimas en honor a la pereza - por Masao Toduro - 21-08-2024, 07:28 PM

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