Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Común] [C-Pasado] Trapicheos casi legales
Byron
Hizashi
La claridad del sol de la costa hizo a Byron despertar de manera incómoda. Los rayos que solían bendecir al muchacho se sentían como agujas que atravesaban sus ojos hasta llegar a su cerebro, pues su dolor de cabeza se incrementaba drásticamente al abrir estos e intentar enfocar para encontrar nitidez en su vista. Una sensación de irritación en su garganta, molesta cuanto menos, acompañada de una sequedad extrema en el resto de la boca, y un aliento que podría embriagar y teñir el pelo de cualquiera que mantuviese una conversación con él a menos de 2 metros de distancia. ¿De dónde salían todos aquellos síntomas? Simple, estaba siendo víctima de las consecuencias de su exceso de alcohol el día anterior, una recasa catedralicia.

A duras penas pudo incorporarse, mientras desperezaba su cuerpo, llevando las manos a su rostro y sobando, mientras parpadeaba de forma repetitiva y rápida a la par que intentaba salivar abriendo y cerrando su boca sin descanso chasqueando la lengua en el proceso. Tirado en aquella playa y sin haber conseguido poner remedio a ninguno de sus malestares, rascó su vientre pensativo, su cabeza aún no había asimilado su situación, su mente en aquel momento solo estaba llena de signos de interrogación.

Observó los a los rededores, una playa, normal y corriente, unos cuantos civiles disfrutando las vista y poco más, nada que le hiciese recordar. A sus pies, una botella de cristal, con una etiqueta del whisky más barato del mercado. Como si un chispazo hiciese funcionar su mente, aparecieron en su mente flashes de su noche anterior, aquella invitación a unos bentos de atún se desmadró hasta acabar dormido en la arena. Golpeó con su puño cerrado la otra palma de su mano, exteriorizando con el gesto en haber dado en el clavo. Volvió a mirar con cara de circunstancia al lugar, buscando a sus compañeros de faena, ninguno estaba allí. Despreocupado y asumiendo que estaban bien, se levantó de su "asiento", sacudió la arena de sus ropas y se marchó al mercado para buscar algo que aliviase aquel dolor de cabeza, dejando tras de sí, su silueta marcada en la arena.

Adentrándose en el pueblo, callejeó y callejeó. El nivel de mareo que tenía el muchacho era algo que no había experimentado, no era abstemio, todo lo contrario, estaba más que acostumbrado deleitarse con licores y frecuentaba la noche con soltura, después de todo era la mejor forma de conocer mujeres a las que cortejar. Sin lugar a dudas lo que había dejado fuera de juego, era la calidad del licor, el único factor significativo que había variado, aun siendo el más barato, teniendo en cuenta los efectos secundarios, resultaba hasta caro.

La ciudad estaba especialmente animada aquella mañana, Byron no conocía el motivo, pero el gentío que encontraba dirigiéndose al mercado y en él, era algo que resaltar pues en ese trayecto se había encontrado a más personas que en todo el día anterior. Esquivando gente parada en mitad de la calle conversando con algún conocido que había encontrado y personas con una velocidad normalmente reducida por andar en las nubes, leía los encabezados sobre las puertas de los establecimientos, buscando algún lugar con hierbas medicinales o similares. Lastimosamente para él, lo único que encontró que le llamase la atención fue un corro de gente frente a una tienda de armas.

"¡PRUEBA SUERTE! ¡PREMIO ASEGURADO!" Se escuchaba a media que el joven se acercaba, así como el sonido de una campana siendo agitada locamente con tal de llamar la atención. Se abrió paso curioseando, hasta encontrarse en la parte delantera del corro, según iba avanzando pudo ver salir a gente del corro con cara de desilusión, claramente el premio para ellos no había sido asegurado.

Una tienda de armas es lo que tenía frente a sí, la calle en sí misma, repleta de este tipo de comercios. Los dueños de este, un dúo, parecía haber organizado un sorteo, una ruleta que giraba por una manivela movida por la mano de uno de ellos. Cuando paraba caía una esfera, y dependiendo del color tenías premio o no. Ataviados de forma elegante con unos trajes granates, incitaban a la gente a participar, el precio era sencillo, si salía una esfera dorada, ganabas el premio y no debías pagar nada, si salía una negra, debías pagar 10.000 berries.

Pensando que era un engañabobos Byron miraba a aquellos dos, hicieron contacto visual, y agitando fuertemente la campana lo arrastraron al centro del corro para que probara suerte.

- ¡Tenemos a nuestro siguiente jugador! ¡¿Será el afortunado que se lleve el premio a casa?!

Debido a las condiciones de Byron, no quiso discutir mucho, en aquel momento prefería gastar esos 10.000 y que lo dejasen en paz. El escándalo solo estaba intensificando el dolor de cabeza, el animado bullicio alentándolo a probar suerte le resultaba asfixiante y cargante, con los sudores fríos que recorrían su nuca y las ganas de expulsar por la boca todo lo que había tomado el día anterior no quería tener que soportar más la situación y se dejó llevar.

[Imagen: sd9uEyp.png]

DIALOGOS PARA QUE CUENTEN LOS CARACTERES
#2


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