Kael
El Fantasma del Mar
22-08-2024, 02:17 AM
Kael se encontraba en el corazón del bosque, con la majestuosa Venus atrapamoscas alzándose ante él como un titán de verdor y vida. El aire estaba impregnado de humedad y el canto distante de criaturas ocultas resonaba en la penumbra del pantano. Elevando su vista hacia la colosal planta, no pudo evitar que una mezcla de emociones lo invadiera; el asombro se entrelazaba con la angustia ante las decisiones que habían llevado a este momento. Allí, en el centro de todo, se erguía la gran Venus atrapamosca.
Mientras el agua cristalina brotaba del corazón de la Venus atrapamoscas, Kael sintió un impulso irresistible. Se plantó firme, sus zapatos hundiéndose en el barro fresco que se hacía uno con el propio círculo de barro que él traía consigo mismo, y alzó su voz al ecosistema vibrante que lo rodeaba. Las palabras comenzaron a fluir, un canto de alabanza que buscaba atravesar la niebla y llegar a las entrañas del bosque.
—¡Oh, Norfeo el Magno! —gritó, dejando que la reverberación de su voz se deslizara entre las ramas y hojas, resonando con el dolor y la lucha que habían compartido todos aquellos que habían cruzado su camino—. Te adoramos, espíritu de la creación, de la gloria y del desasosiego. En tu esencia hemos encontrado la chispa que enciende nuestros corazones cansados, y nos levantamos ante ti, despojados de todo temor y dudas.
Las palabras danzaban en el aire como si estuvieran imbuidas de magia. Kael podía sentir cómo la atmósfera a su alrededor se espesaba con significado, cada sílaba convirtiéndose en un hilo que tejía una conexión trascendental entre él y la planta monumental. La luz del agua irisada pareció brillar con más intensidad, como si la propia Venus atrapamoscas escuchara sus súplicas.
-Te imploro, estimado Norfeo -continuó, su voz resonando con fervor-. Guíanos en este viaje colmado de penurias y recompensas. No permitas que caigamos en el tormento de la inacción, que el peso de la desesperanza no abrume nuestros corazones. Aquellos que han caído en el camino de la impureza, ellos tienen mucho que aprender. ¡Mira cómo nos hemos enfrentado a nuestro destino, a cada adversidad! ¡Mira cómo nos hemos rehusado a doblegarnos!
La niebla, antes espesa y sombría, parecía bailar ante su invocación, un signo del favor de Norfeo, un eco de vida que respondía a la devoción de Kael. En ese instante, el mundo a su alrededor cobraba color y forma, cada susurro de viento se convertía en un canto ancestral que estrechaba el vínculo con las verdades individuales y colectivas que sustentaban la vida en el bosque.
-Los soñadores no serán olvidados, pues estamos aquí para elevar nuestras voces en alabanza y lucha. ¡Que nuestras ofrendas sean el testimonio de nuestro compromiso con esta existencia! Caminar sin miedo, levantando cada tropiezo en la sed de lo más grande, lo sublime, lo eterno.
Con sus últimas palabras, el eco se disolvió en el aire, pero el canto de Kael resonó en su interior, un legado que perduraba. La Venus atrapamoscas, un símbolo de la lucha y la esperanza, brillaba más que nunca. En el fervor de su devoción, el bosque cobraba vida, y con cada latido, Kael reafirmaba su camino en la búsqueda de la verdad y la grandeza, bajo el favor de Norfeo el Magno.
Vió a Atlas de nuevo, más adelante, frente al cartel. El lodo al rededor de mí, ese mismo lodo que llevaba acompañándome desde que vi al hombre coyote volvió a llamarme. -Si..., creo que servirá de ofrenda -Dije para mí mismo acordándome a Atlas con la mano en la empuñadura de mi arma y prepararme para desenvainar cuando estuviera a rango de él.