Asradi
Völva
22-08-2024, 05:43 PM
Generalmente no se adentraría tan profundo en un lugar desconocido, mucho menos en una selva. Teniendo en cuenta su dificultad de movimiento en tierra, siendo mucho más torpe y más lenta que en el agua, seria una tremenda locura. Pero ahi estaba, avanzando en el más completo de los silencios a través del espejo follaje. Era consciente de que se exponía demasiado. Pero había una razón de peso. Siempre la había para ella.
Llevaba ya varias horas en ese lugar, avanzando con cuidado. Se había topado con algunas especies de lagartos interesantes. ¿Alguno sería venenoso? Le encantaría inspeccionar unos cuantos, pero no tenía ahí los materiales requeridos. Además, había venido específicamente por otra cosa: Curare.
Era un nombre extraño, pero era una planta conocida en la superficie. Bueno, conocida para quienes se dedicaban a las medicinas naturales. La planta Curare no se trata de una llamativa, sino que es bastante discreta, pero lo que a Asradi le interesaba más eran sus propiedades. Generalmente recolectaba algas y otras plantas marinas, que como sirena que era, podía conseguir con mayor facilidad.
Pero deseaba seguir aprendiendo. Y sabía que en la superficie había una gran variedad. Sobre todo en ambientes tropicales como aquella selva.
Quería conseguir unas muestras de Curare, la cual tenía doble funcionalidad. Podía ser un poderoso veneno o, utilizada de otra manera, servía también para anestesiar y controlar la fiebre. No la había usado nunca antes, pero quería experimentar con ella y, con ende, mejorar sus conocimientos.
Por ahora la selva permanecía tranquila, a medida que el sol descendía. Lo que la hizo detenerse unos momentos fueron los graznidos de unas cuantas aves que alzaron el vuelo. La sirena miró hacia arriba, hacia las copas de los árboles, pero no logró ver nada más que el espeso follaje. Frunció ligeramente el ceño.
A lo mejor había sido cualquier otro animal que los hubiese espantado. Mejor regresaba al improvisado refugio que se había hecho horas antes, cuando había llegado a nado a la isla a primeras horas de la mañana. Tendría que esperar a seguir buscando la planta que quería.
El lugar no estaba lejos, en un pequeño claro. Había reunido unas cuantas ramas y hojas grandes para proveerse un refugio por si llovía. Y una fogata que, de momento, yacía apagada, pero que una vez encendida le serviría para calentarse durante la noche y, al mismo tiempo, ahuyentar a posibles depredadores.
— Tendré que retomar la búsqueda al alba. — Hacerlo de noche era una insensatez.
Al menos había logrado conseguir algunos alimentos. Un par de lagartos inofensivos que le servirían como cena, cuando hiciese algo de fuego y los pudiese cocinar. Los tomaría crudos, pero no estaba segura de si le sentarían bien. Así que mejor cocinarlos y curarse en salud.
Mientras reunía algunas ramas cercanas para la fogata, se entretuvo tarareando alguna vieja canción. Estaba sola, o eso creía ella, por lo que, simplemente, se dejó llevar, elevando su voz de manera hipnótica y llamativa, en algún idioma extraño o antigüo, incluso.
Llevaba ya varias horas en ese lugar, avanzando con cuidado. Se había topado con algunas especies de lagartos interesantes. ¿Alguno sería venenoso? Le encantaría inspeccionar unos cuantos, pero no tenía ahí los materiales requeridos. Además, había venido específicamente por otra cosa: Curare.
Era un nombre extraño, pero era una planta conocida en la superficie. Bueno, conocida para quienes se dedicaban a las medicinas naturales. La planta Curare no se trata de una llamativa, sino que es bastante discreta, pero lo que a Asradi le interesaba más eran sus propiedades. Generalmente recolectaba algas y otras plantas marinas, que como sirena que era, podía conseguir con mayor facilidad.
Pero deseaba seguir aprendiendo. Y sabía que en la superficie había una gran variedad. Sobre todo en ambientes tropicales como aquella selva.
Quería conseguir unas muestras de Curare, la cual tenía doble funcionalidad. Podía ser un poderoso veneno o, utilizada de otra manera, servía también para anestesiar y controlar la fiebre. No la había usado nunca antes, pero quería experimentar con ella y, con ende, mejorar sus conocimientos.
Por ahora la selva permanecía tranquila, a medida que el sol descendía. Lo que la hizo detenerse unos momentos fueron los graznidos de unas cuantas aves que alzaron el vuelo. La sirena miró hacia arriba, hacia las copas de los árboles, pero no logró ver nada más que el espeso follaje. Frunció ligeramente el ceño.
A lo mejor había sido cualquier otro animal que los hubiese espantado. Mejor regresaba al improvisado refugio que se había hecho horas antes, cuando había llegado a nado a la isla a primeras horas de la mañana. Tendría que esperar a seguir buscando la planta que quería.
El lugar no estaba lejos, en un pequeño claro. Había reunido unas cuantas ramas y hojas grandes para proveerse un refugio por si llovía. Y una fogata que, de momento, yacía apagada, pero que una vez encendida le serviría para calentarse durante la noche y, al mismo tiempo, ahuyentar a posibles depredadores.
— Tendré que retomar la búsqueda al alba. — Hacerlo de noche era una insensatez.
Al menos había logrado conseguir algunos alimentos. Un par de lagartos inofensivos que le servirían como cena, cuando hiciese algo de fuego y los pudiese cocinar. Los tomaría crudos, pero no estaba segura de si le sentarían bien. Así que mejor cocinarlos y curarse en salud.
Mientras reunía algunas ramas cercanas para la fogata, se entretuvo tarareando alguna vieja canción. Estaba sola, o eso creía ella, por lo que, simplemente, se dejó llevar, elevando su voz de manera hipnótica y llamativa, en algún idioma extraño o antigüo, incluso.