Masao Toduro
El niño de los lloros
22-08-2024, 09:02 PM
(Última modificación: 23-08-2024, 01:34 PM por Masao Toduro.)
Ya estaba remangándome y dispuesto a quitarme el uniforme para pelear en el nombre de cristo nuestro señor cuando el demonio respondió como ¿Viva? Fue entonces cuando o mi cabeza comenzó a pensar, con esa fluidez y agilidad que me caracterizaban, había dicho viva, claramente un demonio no podía decir eso cierto ¿O tal vez era una trampa porque justo eso es lo que quería el diablo que pensará? Como cuando Jesús estaba atravesando el desierto y ahí estaba satanás para confundirlo y atormentarlo. Pero además llevaban uniforme ¿Acaso la marina había abrazado el satanismo? ¿No seríamos el brazo ejecutor de unas oligarquías poderosas que se viajaban de isla a isla dibujando pentagramas en el suelo? No, aquello era demasiado, aquella mujer simplemente debía ser hija de una bruja o entidad que hubiera pactado con el maligno, si, aquello debía ser la solución más lógica o al menos era algo que me podía decir el párroco de tres hermanas, Antonio Heredia, que también era un tío lejano.
Después de ese lapsus de un breve segundo, respondió al demonio, sería una infiel pero todavía albergaba esperanzas por la salvación de su alma:
—Poh yo me llamo Masao Toduro Heredia, soy el mayor de ocho hermanos y vengo del barrio de “Tres hermanas” y voy a misa los domingos ¿Y tú donde te has bautizado?— pregunté dubitativo de si realmente aquel ser era maligno, y me comería mientras dormía.
La ogra, me presento a los que parecían que iban a ser mis compañeros, todo esto asumiendo que no tuviera que exorcizarlos a todos, claro. El primero fue un rubio, el cual se estaba descojonando, una reacción que por lo que fuera no me resultaba ajena ni extraña, después de todo mucha gente se ponía contenta tras conocer a un tío como yo.
El hombre, Atlas, era un rubio de altura similar a la mía, también con una cicatriz en el rostro y parecía haber llevado una vida con altibajos. Se limitó a decir que iba a encajar bien con el grupo (mis teorías sobre las practicas exotéricas cobraban fuerza por momentos) y me comentó algo de enseñarme los barracones o algo similar.
—Sí, sí, encataoh— respondí replicando el saludo con la mano —¿No será bujarra? — me pregunté al malentender el comentario —Los cojones voy a ver yo los barracones con la rubia esta— me guardé para mis adentros, y no es que no fuera “homo” no sé qué como decía la gente “moderna”, pero vamos que tenía muy claro que aquello era ir en contra de la voluntad de dios.
A este le siguió un tipo algo más alto que yo, casi me sacaba una cabeza, y más o menos de mi edad, el tío pese a ser un palillo no era feo del todo, ni tenía cicatrices como el primer rubio. La verdad es que tenía una pinta de pijo que echaba para atrás, pero bueno también me saludo como nos saludamos la gente en el barrio así que por lo menos no era un estirado, además tenía el mismo nombre que un negro de mi barrio, así que lo mismo se había fugado de su mansión con un sueño musical a la espalda y había acabado enrolado en la marina. Bastante posible de hecho.
—Encataoh pijoh, me mola tu “flow”— respondí tratando de seguirle el rollo.
El último que le saludo, Taka, era un tío algo más alto que yo, tenía el color de pelo igual con el mismo color que las plantas de maría que plantaba mi vecina, la viuda, al igual que el anterior sus facciones le recordaban a la de un compañero de juegas, un carterista también moreno que se llamaba Salih Hu Yendo. El tipo también parecía tener algo de tirria al demonio, posiblemente su fe al igual que la mía, le impedían seguir a rajatabla los dogmas de tan exotérico culto multicultural, bueno era natural después de todo rezábamos al mismo dios, solamente que él lo hacía mal.
—Lo mismo digo, amigo— respondí con sinceridad —Por mi podemos seguir por donde lo hayáis dejao, solo quiero, si es posible, ir a la capilla que tengaí por aquí, que tengo que poneh una vela, ya sabei pa agradeceh a la virgen el llegar a buen puerto— respondí con mi peculiar acento y habitual desparpajo —Mi madre siempre deciah, es de bien nacido se agradesio— finalicé tal vez con un tono más alto de que lo que se consideraba normal.
Al parecer, iba a tener que trabajar duro en sea cofradía para reconducirla por el camino del señor.
—Dios, dame paciencia— pensé antes de mezclarme entre el grupo para ver de que iban hablando.
Después de ese lapsus de un breve segundo, respondió al demonio, sería una infiel pero todavía albergaba esperanzas por la salvación de su alma:
—Poh yo me llamo Masao Toduro Heredia, soy el mayor de ocho hermanos y vengo del barrio de “Tres hermanas” y voy a misa los domingos ¿Y tú donde te has bautizado?— pregunté dubitativo de si realmente aquel ser era maligno, y me comería mientras dormía.
La ogra, me presento a los que parecían que iban a ser mis compañeros, todo esto asumiendo que no tuviera que exorcizarlos a todos, claro. El primero fue un rubio, el cual se estaba descojonando, una reacción que por lo que fuera no me resultaba ajena ni extraña, después de todo mucha gente se ponía contenta tras conocer a un tío como yo.
El hombre, Atlas, era un rubio de altura similar a la mía, también con una cicatriz en el rostro y parecía haber llevado una vida con altibajos. Se limitó a decir que iba a encajar bien con el grupo (mis teorías sobre las practicas exotéricas cobraban fuerza por momentos) y me comentó algo de enseñarme los barracones o algo similar.
—Sí, sí, encataoh— respondí replicando el saludo con la mano —¿No será bujarra? — me pregunté al malentender el comentario —Los cojones voy a ver yo los barracones con la rubia esta— me guardé para mis adentros, y no es que no fuera “homo” no sé qué como decía la gente “moderna”, pero vamos que tenía muy claro que aquello era ir en contra de la voluntad de dios.
A este le siguió un tipo algo más alto que yo, casi me sacaba una cabeza, y más o menos de mi edad, el tío pese a ser un palillo no era feo del todo, ni tenía cicatrices como el primer rubio. La verdad es que tenía una pinta de pijo que echaba para atrás, pero bueno también me saludo como nos saludamos la gente en el barrio así que por lo menos no era un estirado, además tenía el mismo nombre que un negro de mi barrio, así que lo mismo se había fugado de su mansión con un sueño musical a la espalda y había acabado enrolado en la marina. Bastante posible de hecho.
—Encataoh pijoh, me mola tu “flow”— respondí tratando de seguirle el rollo.
El último que le saludo, Taka, era un tío algo más alto que yo, tenía el color de pelo igual con el mismo color que las plantas de maría que plantaba mi vecina, la viuda, al igual que el anterior sus facciones le recordaban a la de un compañero de juegas, un carterista también moreno que se llamaba Salih Hu Yendo. El tipo también parecía tener algo de tirria al demonio, posiblemente su fe al igual que la mía, le impedían seguir a rajatabla los dogmas de tan exotérico culto multicultural, bueno era natural después de todo rezábamos al mismo dios, solamente que él lo hacía mal.
—Lo mismo digo, amigo— respondí con sinceridad —Por mi podemos seguir por donde lo hayáis dejao, solo quiero, si es posible, ir a la capilla que tengaí por aquí, que tengo que poneh una vela, ya sabei pa agradeceh a la virgen el llegar a buen puerto— respondí con mi peculiar acento y habitual desparpajo —Mi madre siempre deciah, es de bien nacido se agradesio— finalicé tal vez con un tono más alto de que lo que se consideraba normal.
Al parecer, iba a tener que trabajar duro en sea cofradía para reconducirla por el camino del señor.
—Dios, dame paciencia— pensé antes de mezclarme entre el grupo para ver de que iban hablando.