Importante, que no lo había especificado en mi turno anterior.
Qazan intenta tirar a Gal en mi dirección, pero tiene 0 de puntería, así que sería un milagro que le tire justamente en mi dirección. Además que Gal al estar en forma de gnomo esto no varía su peso, por lo que pesaría 80kg. Según las guías, es necesario 20 de Fuerza para mover un armario, por lo que mover a una persona de 80KG se necesitaría más, y aun así Qazan sólo tiene 17 de fuerza, no podría lanzarle, pero vamos a tomar que pudo lanzarle al río un par de metros de él para no cambiar mucho lo ya planteado.
Por eso no he reaccionado al intento de robo ya que aunque no podría haberle lanzado, y aun simulando que pudo, estaría yo en el fondo del agua hasta impulsarme hacia arriba para atacar a Qazan y Gal en la superficie. Sin contar la diferencia de la velocidad de nado entre ambos.
También calculé mal el gasto de energía:
Energía de Nagaki: 190 - (23- 5 -15 (de La Montaña))= 190 - 5(al ser el mínimo) = 185 de energía.
Después del ataque al cangrejo gigante, un nuevo desafío se presentaba ante ella, y esta vez no era un adversario como el cangrejo, sino un travieso gnomo que había peleado anteriormente con el cangrejo y que ahora la perseguía. El gnomo tenía un cazamariposas que utilizaba como arma, cosa que me parecía muy extraño.
Observé al gnomo desde la orilla. El pequeño ser estaba en medio del río después de que el cangrejo le lanzara, moviéndose rápido e intentando nadar contracorriente yendo en mi dirección ahora que emergí a la superficie. El gnomo reía, ajeno a que un cazador, yo, lo observaba a pocos pasos de distancia. Aproveché ese momento para agarrar a mi otro "yo" para acercarla a la costa, lo suficiente para que hiciera pie, ya que al quedarse sobre el cangrejo había empezado a hundirse y su cara de pánico por ahogarse era bastante notable. ¿Acaso no era una gemela suya? ¿Porqué no podría nadar?.
Le di vueltas a la situación y me quedé paralizada al caer en la cuenta de algo, acababa de atacar. Peor, acababa de atacar con intención de matar a otro ser vivo. La ansiedad y el remordimiento me comían por dentro. No podía estar haciendo esto, no otra vez, no en esta fase. Me llevé las manos a la cabeza. - No... no.. no... -murmuraba para mí misma-
Miré al horizonte, allá donde momentos antes se había escuchado un ruido que se extendería por el eco entre las montañas. Sin pensarlo dos veces, salí corriendo de allí. No era seguro que estuviera allí con tanta gente. Me lancé al agua de nuevo y nadé río arriba. En dirección de donde vino aquel ruido.
Tenía 3 fases, todo el mundo lo sabía. La fase pólipo, una fase donde soy, comparándome con los humanos, una niña pequeña. La fase normal, donde soy una adolescente. Y la fase adulta que el propio nombre lo dice. Pero cualquiera que sepa de medusas sabrá que su periodo de vida es de dos meses o incluso 4 años... ¿porqué yo sólo tenía ciclos de un mes? ¿porqué vivía tan poco en comparación a mis parientes cercanos? Por la cuarta fase.
La cuarta fase sólo se ha manifestado varias veces en el pasado. La fase adulta debería ser la versión cazadora dentro de mi evolución. Es la fase más madura y más sensata de las fases que tengo y es la que gestiona los asuntos más serios para mi bien. Y entre tantas tareas, una de las más importantes es no llegar a la fase cuatro. Incluso si eso significa acabar con su propia vida hasta el punto de volver a rejuvenecer del daño auto infligido.
La cuarta fase no es la fase cazadora, es la fase depredadora. Esta fase está pensada en hacer daño y acabar con el enemigo dejándose llevar por el instinto primario. No hay piedad, no hay arrepentimiento. Y por eso no podía dejar que pase. Y estaba pasando. Este sueño, esta pesadilla, estaba afectándome más de la cuenta hasta el punto de liberarme de mis restricciones. Había prometido no matar nunca más pero esas cadenas no estaban en este sueño, y por ser un sueño, mi instinto natural estaba despierto y sediento de sangre.
Minutos después ya lejos de toda la acción, dejé el río y remonté una montaña. Desde ahí se podía ver que se había formado un lago que previamente no estaba y un par de criaturas amarillas al lado de un cartel enorme.
-Ofrenda... Ofrenda... - una voz tenebrosa salió de mi garganta leyendo el cartel.
Sin dejar de caminar, y pegada ahora al nuevo lago voy hacia una de las criaturas amarillas y le ataco con un puñetazo directo al enorme ojo del centro (ataco el que sólo tiene un ojo) rompiendo las gafas en el proceso. Con suerte, dejándole inconsciente del golpe.
COM101
COMBATIENTE
Ofensiva Activa
Tier 1
No Aprendida
17
1
El usuario encarará de frente a su adversario propinándole un poderoso impacto directo con alguna de sus extremidades, aplicando un [Empuje] de 4 metros.
Golpe Basico + [FUEx2] de [Daño contundente]
COM201
COMBATIENTE
Ofensiva Mantenida
Tier 2
No Aprendida
33
24
1
Uniendo todos los dedos, a excepción del pulgar, que se mantendrá en una posición enfrentada a los demás creando una forma de pinza con la mano, el usuario trazara un Agarre sobre una extremidad de su víctima con una considerable fuerza, impidiéndole usar dicha extremidad o alejarse. Este agarre contará con un incremento de [Fuerza] para la comparativa durante su ejecución.
+14 [Fuerza] en la Comparativa
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
No Aprendida
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no Mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades tangibles con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o tenga una fuente de agua de al menos 10 litros a 30 metros, sus técnicas físicas basadas en la utilización del cuerpo causan +40 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un mínimo de 5 Energía). Obtiene [Colisión] +50 en tus ataques cuerpo a cuerpo con el estilo.
Le agarro de una de las piernas y tiro de él con todas mis fuerzas en dirección al lago, entrando en el lago con él a rastras y desapareciendo con él en sus profundidades. Nadando cada vez más y más abajo en este infinito lago hasta el punto que es tan profundo que no se ve casi la luz del sol. Nadando tan abajo que la criatura amarilla ha dejado de soltar burbujas de aire hace tiempo. Y allí, en la profundidad, empieza a subir el color rojo (o del color que sea la sangre de estos bichos) mezclándose junto al agua cristalina y pura convirtiéndolo en un rojo clarito a medida que voy devorando y destripando a la criatura.
-Ofrenda... Norfeo... ofrenda... - en la oscuridad de las profundidades, no paro de repetir estas palabras en el proceso.