Ubben Sangrenegra
Loki
23-08-2024, 08:34 AM
La sirena se movía con tal libertad y gracia en su medio que Ubben, por primera vez en mucho tiempo, decidió soltar el juego de poder y dejarse llevar. Aquel dominio del agua era algo que él jamás podría igualar, y el peliblanco se dio cuenta de que no tenía sentido intentar mantener el control en una situación donde no había peligro alguno para él. A veces... solo en contadas ocasiones, no todo se trataba de estrategia y manipulación. Por unos minutos, dejó a un lado su desconfianza habitual y se entregó a la experiencia.
–Entendido, primero las algas –dijo el moreno de cabellos blancos, mientras hundía la cara en el agua, tratando de vislumbrar el fondo del lecho marino. Pero la profundidad era tal que no lograba ver más allá de unos pocos metros. En ese momento, como una flecha, la sirena pasó a su lado en dirección a las profundidades, desplazándose a una velocidad que Ubben solo podría soñar con alcanzar. En cuestión de segundos, Asradi ya era solo una sombra oscura que se desvanecía en el vasto océano, dejando a Ubben perplejo y admirado. Sus ojos intentaban seguirla, pero a menudo la perdían de vista mientras ella se movía ágilmente entre las algas y rocas del fondo. La sorpresa de Ubben fue tal que, sin darse cuenta, expulsó todo el aire de sus pulmones, quedándose sin aliento. Rápidamente, subió a la superficie para respirar. Una vez con la cabeza fuera del agua, vio a Asradi aparecer a su lado y escuchó a la sirena de oscuros cabellos explicarle que había algas útiles a unos veinte metros de profundidad.
–Mmmm... soy capaz de aguantar la respiración sin problema hasta cuatro minutos; no preguntes cómo lo descubrí, no es una historia bonita –comentó, mitad en broma, mitad en serio. Luego, pensativo, añadió –Lo más profundo que he estado sumergido ha sido a unos diez metros, no fue nada muy terrible.– Soltó una risa ligera, consciente del peligro que implicaba para el cuerpo humano el adentrarse demasiado en las profundides del basto oceano de forma despreocupada. –Pero supongo que si voy contigo estaré seguro, ¿no? Si me desmayo, tú me sacas del agua –dijo con una sonrisa pícara, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción al depender de la sirena.
Luego de ello fue la verborrea de ubben, y las preguntas del peliblanco habían provocado una breve expresión de sorpresa en el rostro de Asradi, o tal vez fue desconcierto, no estaba seguro, pero sintió un pequeño escalofrío recorriendo su espalda, mientras pensaba rápidamente en cómo podría haber metido la pata. –¿La cagué? ¿Le falté el respeto? ¿Cómo soluciono esto? ¿Y si intenta ahogarme?– Su mente corría a mil por hora, sobreanalizando cada posible consecuencia de sus palabras. Pero entonces, la sirena soltó una pequeña risa, y el bribón de ojos dorados sintió que la tensión se desvanecía.
–¿¡Puedes hablar con los peces!?– gritó, fascinado, con un brillo en los ojos que reflejaba al niño curioso que aún habitaba en su interior, oculto entre los traumas y circunstancias que le habían obligado a madurar rápidamente. –Podemos hacer sonido bajo el agua, pero no sé si se entenderá como tal...– respondió con una mezcla de fascinación y curiosidad genuina. Sin pensarlo demasiado, propuso entusiasmado luego de escuchar a la sirena estar dispuesta a descubrirlo –¡Probemos!- Sin esperar más, Ubben se sumergió de nuevo y gritó bajo el agua –¿HOOOOLAAAA, ME ENTIENDES?– No sabía qué esperar, pero estaba ansioso por descubrir cómo reaccionaría Asradi. Ubben emergió riendo, sintiéndose más relajado y divertido que en mucho tiempo.
Asradi comprendía la curiosidad de Ubben y confesó también sentir un gran interés por la vida en la superficie. Le dedicó un guiño juguetón que hizo que el corazón del peliblanco diera un vuelco inesperado saltandose un latido, incluso se sonrojó ligeramente, sorprendido de que la sirena hubiese dado el guiño, pues solía ser él quien jugaba de esa forma con la gente, no al revés. –Bueno, entonces ya no tienes excusa para no venir con nosotros – dijo Ubben con una sonrisa, todavía con las mejillas ligeramente coloradas. –Hammond y Airgid vienen conmigo –afirmó con seguridad, antes de añadir –Entre los tres te defenderemos de la escoria humana.– Las palabras salieron con facilidad, pues para él, el esclavismo era uno de los pocos límites que evitaba cruzar a no ser que realmente no tuviese otra opción a la que recurrir. Por suerte, con su experiencia en los bajos fondos podría identificar fácilmente a quienes debía evitar.
La pelinegra volvió a señalar las algas, y Ubben asintió, decidido. –Dame un segundo, en ese caso necesito hacer algo antes de sumergirme. –Nadó rápidamente hacia la cuerda que había lanzado al agua, usándola para acercarse al barco y subir a la cubierta. Una vez a bordo, se quitó la ropa empapada y corrió hacia el camarote para cambiarse por un pantaloncillo corto con muchos bolsillos, ideal para moverse con mayor agilidad en el agua. Además, se equipó con unos goggles que había robado en su paso por el puerto de DemonThoot y se aseguró de llevar una funda de cuero en el antebrazo, donde guardó sus Senbon, por si acaso. –¡Estoy listo! –gritó Ubben desde la cubierta, antes de correr y lanzarse al agua con un salto lleno de energía y emoción. Se sentía increíblemente vivo.
–Bueno, tú me guías –dijo el bribón de blancos cabellos, sujetándose sin dudar por los hombros de Asradi. No se le ocurría otra forma en la que ella pudiera llevarlo, así que se aferró a ella con confianza. –Solo dame unos segundos– pidió, comenzando a respirar profundo y constante, preparándose para la inmersión. Tras unas cuantas respiraciones controladas, tomó una última inhalación profunda y asintió con la cabeza, indicando que estaba listo para la aventura que les esperaba en las profundidades del océano.
–Entendido, primero las algas –dijo el moreno de cabellos blancos, mientras hundía la cara en el agua, tratando de vislumbrar el fondo del lecho marino. Pero la profundidad era tal que no lograba ver más allá de unos pocos metros. En ese momento, como una flecha, la sirena pasó a su lado en dirección a las profundidades, desplazándose a una velocidad que Ubben solo podría soñar con alcanzar. En cuestión de segundos, Asradi ya era solo una sombra oscura que se desvanecía en el vasto océano, dejando a Ubben perplejo y admirado. Sus ojos intentaban seguirla, pero a menudo la perdían de vista mientras ella se movía ágilmente entre las algas y rocas del fondo. La sorpresa de Ubben fue tal que, sin darse cuenta, expulsó todo el aire de sus pulmones, quedándose sin aliento. Rápidamente, subió a la superficie para respirar. Una vez con la cabeza fuera del agua, vio a Asradi aparecer a su lado y escuchó a la sirena de oscuros cabellos explicarle que había algas útiles a unos veinte metros de profundidad.
–Mmmm... soy capaz de aguantar la respiración sin problema hasta cuatro minutos; no preguntes cómo lo descubrí, no es una historia bonita –comentó, mitad en broma, mitad en serio. Luego, pensativo, añadió –Lo más profundo que he estado sumergido ha sido a unos diez metros, no fue nada muy terrible.– Soltó una risa ligera, consciente del peligro que implicaba para el cuerpo humano el adentrarse demasiado en las profundides del basto oceano de forma despreocupada. –Pero supongo que si voy contigo estaré seguro, ¿no? Si me desmayo, tú me sacas del agua –dijo con una sonrisa pícara, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción al depender de la sirena.
Luego de ello fue la verborrea de ubben, y las preguntas del peliblanco habían provocado una breve expresión de sorpresa en el rostro de Asradi, o tal vez fue desconcierto, no estaba seguro, pero sintió un pequeño escalofrío recorriendo su espalda, mientras pensaba rápidamente en cómo podría haber metido la pata. –¿La cagué? ¿Le falté el respeto? ¿Cómo soluciono esto? ¿Y si intenta ahogarme?– Su mente corría a mil por hora, sobreanalizando cada posible consecuencia de sus palabras. Pero entonces, la sirena soltó una pequeña risa, y el bribón de ojos dorados sintió que la tensión se desvanecía.
–¿¡Puedes hablar con los peces!?– gritó, fascinado, con un brillo en los ojos que reflejaba al niño curioso que aún habitaba en su interior, oculto entre los traumas y circunstancias que le habían obligado a madurar rápidamente. –Podemos hacer sonido bajo el agua, pero no sé si se entenderá como tal...– respondió con una mezcla de fascinación y curiosidad genuina. Sin pensarlo demasiado, propuso entusiasmado luego de escuchar a la sirena estar dispuesta a descubrirlo –¡Probemos!- Sin esperar más, Ubben se sumergió de nuevo y gritó bajo el agua –¿HOOOOLAAAA, ME ENTIENDES?– No sabía qué esperar, pero estaba ansioso por descubrir cómo reaccionaría Asradi. Ubben emergió riendo, sintiéndose más relajado y divertido que en mucho tiempo.
Asradi comprendía la curiosidad de Ubben y confesó también sentir un gran interés por la vida en la superficie. Le dedicó un guiño juguetón que hizo que el corazón del peliblanco diera un vuelco inesperado saltandose un latido, incluso se sonrojó ligeramente, sorprendido de que la sirena hubiese dado el guiño, pues solía ser él quien jugaba de esa forma con la gente, no al revés. –Bueno, entonces ya no tienes excusa para no venir con nosotros – dijo Ubben con una sonrisa, todavía con las mejillas ligeramente coloradas. –Hammond y Airgid vienen conmigo –afirmó con seguridad, antes de añadir –Entre los tres te defenderemos de la escoria humana.– Las palabras salieron con facilidad, pues para él, el esclavismo era uno de los pocos límites que evitaba cruzar a no ser que realmente no tuviese otra opción a la que recurrir. Por suerte, con su experiencia en los bajos fondos podría identificar fácilmente a quienes debía evitar.
La pelinegra volvió a señalar las algas, y Ubben asintió, decidido. –Dame un segundo, en ese caso necesito hacer algo antes de sumergirme. –Nadó rápidamente hacia la cuerda que había lanzado al agua, usándola para acercarse al barco y subir a la cubierta. Una vez a bordo, se quitó la ropa empapada y corrió hacia el camarote para cambiarse por un pantaloncillo corto con muchos bolsillos, ideal para moverse con mayor agilidad en el agua. Además, se equipó con unos goggles que había robado en su paso por el puerto de DemonThoot y se aseguró de llevar una funda de cuero en el antebrazo, donde guardó sus Senbon, por si acaso. –¡Estoy listo! –gritó Ubben desde la cubierta, antes de correr y lanzarse al agua con un salto lleno de energía y emoción. Se sentía increíblemente vivo.
–Bueno, tú me guías –dijo el bribón de blancos cabellos, sujetándose sin dudar por los hombros de Asradi. No se le ocurría otra forma en la que ella pudiera llevarlo, así que se aferró a ella con confianza. –Solo dame unos segundos– pidió, comenzando a respirar profundo y constante, preparándose para la inmersión. Tras unas cuantas respiraciones controladas, tomó una última inhalación profunda y asintió con la cabeza, indicando que estaba listo para la aventura que les esperaba en las profundidades del océano.