Asradi
Völva
23-08-2024, 05:30 PM
¿Ubben quería probar lo de hablar bajo el agua? La sirena le miró no muy convencida, pero también había un ligero deje de curiosidad que se imprimía en su mirada azul, ahora clara como el océano. Se sumergió ligeramente cuando él lo hizo, y ambos se quedaron mirando el uno al otro bajo el agua. Asradi permaneció expectante. Y cuando algunas burbujas salieron de entre los labios de Ubben, no pudo evitar una risa. Alzó un dedo, el pulgar concretamente, antes de que él emergiese.
Sí le había escuchado y medio entendido. No era tan claro como si fuese un habitante del mar, con el cuerpo ya adaptado para ello, pero había servido.
— Pues sí te he escuchado. Un poco raro, pero sí. — Le sonrió divertida por la situación que se había generado. Al final, quizás no era tan malo acompañar a ese grupo. Airgid le caía bien, y tanto Hammond como Ubben parecían buena gente. Cada uno con sus cosas, obviamente. Ella también tenía lo suyo.
De hecho, cuando él le dijo que le protegerían, se le dibujó una sonrisa suave. Tierna incluso. Eso era muy caballeroso por parte de Ubben, bonito, quizás.
— Te lo agradezco, aunque sé defenderme. — Sí era verdad que en tierra tendría más problemas para moverse, pero no estaba indefensa del todo. Aún así, era de agradecer la preocupación y el interés de Ubben. — Aunque no todos los humanos son escoria.
Era consciente de eso, no iba a ser injusta y meter a todos en el mismo saco. Al fin y al cabo, ellos parecían buena gente. Y antes de ellos, Galhard había sido extremadamente amable y solícito con ella. Cuando Ubben dijo que necesitaba regresar al barco, Asradi asintió y esperó en el agua. Se sumergió unas cuantas veces más, dos o tres, solo para comprobar que no había peligro. Había unos cuantos peces por la zona, pero no había depredadores. No quería tener una situación peligrosa en el mar con Ubben cerca.
El chico no tardó demasiado, ahora equipado para sumergirse, con unas gafas de buceo y unos pantalones con algún que otro bolsillo.
— ¿Preparado? — Preguntó, después de haberle dado el tiempo que él le solicitó para tomar aire y acompasar la respiración.
Solo cuando Ubben le dió el visto bueno, sujeto a sus hombros, fue que Asradi se sumergió con él. Primero lentamente y luego fue avanzando a buen ritmo. No iba a toda la velocidad de la que era capaz, consciente de que el cuerpo del humano tendría que habituarse poco a poco. Y, aún así, seguía buceando más rápido que uno promedio. A medida que descendían, podían ver la cantidad de peces que se refugiaban en las zonas de roca del lecho marino de esa zona, los corales y otras criaturas que vivían allí. Asradi miró un momento por encima de su hombro, solo para comprobar que Ubben estaba bien. Le sonrió levemente.
— Están cerca. — Le indicó, señalando una gran roca donde un jardín de algas marrones y verdes se mecían de manera suave e hipnótica, a merced de la corriente marina. Tenían colores brillantes y también servían de refugio para crustáceos y peces pequeños. Sin dudarlo, la sirena le llevó hasta allí. — Puedes explorar si quieres, me quedaré cerca tuya.
Asradi le sonrió, mientras sacaba un cuchillo que había tomado antes de tirarse y comenzaba a hacerse con el musgo que estaba bien pegado en la roca.
Sí le había escuchado y medio entendido. No era tan claro como si fuese un habitante del mar, con el cuerpo ya adaptado para ello, pero había servido.
— Pues sí te he escuchado. Un poco raro, pero sí. — Le sonrió divertida por la situación que se había generado. Al final, quizás no era tan malo acompañar a ese grupo. Airgid le caía bien, y tanto Hammond como Ubben parecían buena gente. Cada uno con sus cosas, obviamente. Ella también tenía lo suyo.
De hecho, cuando él le dijo que le protegerían, se le dibujó una sonrisa suave. Tierna incluso. Eso era muy caballeroso por parte de Ubben, bonito, quizás.
— Te lo agradezco, aunque sé defenderme. — Sí era verdad que en tierra tendría más problemas para moverse, pero no estaba indefensa del todo. Aún así, era de agradecer la preocupación y el interés de Ubben. — Aunque no todos los humanos son escoria.
Era consciente de eso, no iba a ser injusta y meter a todos en el mismo saco. Al fin y al cabo, ellos parecían buena gente. Y antes de ellos, Galhard había sido extremadamente amable y solícito con ella. Cuando Ubben dijo que necesitaba regresar al barco, Asradi asintió y esperó en el agua. Se sumergió unas cuantas veces más, dos o tres, solo para comprobar que no había peligro. Había unos cuantos peces por la zona, pero no había depredadores. No quería tener una situación peligrosa en el mar con Ubben cerca.
El chico no tardó demasiado, ahora equipado para sumergirse, con unas gafas de buceo y unos pantalones con algún que otro bolsillo.
— ¿Preparado? — Preguntó, después de haberle dado el tiempo que él le solicitó para tomar aire y acompasar la respiración.
Solo cuando Ubben le dió el visto bueno, sujeto a sus hombros, fue que Asradi se sumergió con él. Primero lentamente y luego fue avanzando a buen ritmo. No iba a toda la velocidad de la que era capaz, consciente de que el cuerpo del humano tendría que habituarse poco a poco. Y, aún así, seguía buceando más rápido que uno promedio. A medida que descendían, podían ver la cantidad de peces que se refugiaban en las zonas de roca del lecho marino de esa zona, los corales y otras criaturas que vivían allí. Asradi miró un momento por encima de su hombro, solo para comprobar que Ubben estaba bien. Le sonrió levemente.
— Están cerca. — Le indicó, señalando una gran roca donde un jardín de algas marrones y verdes se mecían de manera suave e hipnótica, a merced de la corriente marina. Tenían colores brillantes y también servían de refugio para crustáceos y peces pequeños. Sin dudarlo, la sirena le llevó hasta allí. — Puedes explorar si quieres, me quedaré cerca tuya.
Asradi le sonrió, mientras sacaba un cuchillo que había tomado antes de tirarse y comenzaba a hacerse con el musgo que estaba bien pegado en la roca.