Byron
Que me lo otorguen
23-08-2024, 05:37 PM
El chico con la cabeza embotada por aquella resaca se vio engrandecido por aquel público adicto al juego. Bajo la atenta mirada de los organizadores de aquella tómbola, reafirmó sus palabras con un leve gesto de su mano derecha, apresurando el inicio del juego. Quería acelerar el proceso cuanto pudiera, su cabeza no estaba en aquel momento para esos trotes y estaba deseando desechar aquel, posiblemente amañanado, sorteo cuanto antes para seguir con la búsqueda de un remedio casero que aliviase sus síntomas.
Con los deseos de suerte por parte de una rubia y hermosa mujer, lástima que Byron no se encontrase en condiciones de probar suerte, y con una amplía sonrisa de aquellos dos organizadores, comenzó el sorteo. Agitaron su campana de forma más frenética y escandalosa, acompañando los giros de manivela, para darle más emoción y epiquismo a la situación. Hacía la situación más irritante bajo la perspectiva del muchacho, cada golpe de campana resonaba en sus oídos proporcionando unos curiosos y molestos pinchazos en su cabeza. Y así, aquel sonido del demonio paró, junto al giro de la manivela, saliendo una pequeña bola metálica de un agujero del artefacto, sobre una pequeña bandeja sobra la cual se posaba.
Dorado, un resplandeciente dorado recubría la esfera, la mayoría del público enloqueció en gritos de celebración, otros, posibles próximos participantes o simplemente ciudadanos con las imperiosas ganas de ver a alguien perder dinero, salieron de la multitud reunida cabizbajos y chasqueando sus lenguas. Aun así, eran opacados por los aplausos de los restantes que envalentonados por la situación, más de uno golpeó la espalda de Byron como muestra de apoyo, algunos con tanta fuerza que lo empujaban sobre sus pies casi haciéndolo trastabillar.
- ¡Tenemos el ganador! - Gritó a pleno pulmón agarrando una de las manos del muchacho y haciéndolo agarrar aquella esfera metálica. - ¡¿Están listos para ser conocedores del premio?! - Gritó animando al populacho, quien respondían gritando a los cuatro vientos con un claro "SI".
Por un pequeño instante olvidó su malestar y se dejó llevar por la alegría del gentío, celebrando hasta con saltos. Llevaba tanto tiempo sin un golpe de suerte, que aquello se sentía como tocar el cielo. Rió a carcajadas, y exageró tanto su victoria, que abrazó al hombre con la campana, el cual con rápidas y certeras palmadas sobre su brazo lo incitaban a parar, pues de seguir en aquel incómodo y fuerte abrazo podría acabar ahogado o con el cuello partido. Byron soltó y el hombre llevándose la mano a la garganta y respirando sofocado, con una mirada, hizo que su compañero se pusiese manos a la obra.
Debiéndose al público expectante, el que se encontraba girando la ruleta, sacó bajo el mostrador una caja, tallada en madera y con decoraciones ornamentales que combinaban distintos colores de verde con el tono de la propia madera. Sin querer demorarse, se acercó al chico de cabello violeta, y la abrió a unos cuantos palmos de su posición, mostrando el contenido acompañado de aspavientos y raros movimientos de celebración de su compañero. Desde luego, aquel duo hacía un buen trabajo en equipo, y era palpable el disfrute y empeño que le ponían a su labor, así como dejaban claro lo adictos que eran a la euforia de los lugareños.
Ante él, una delicada arma de fuego, por la longitud de su cañón parecía ser de largo alcance, aunque Byron no era ningún experto, y como podía preciarse en la cara del zagal, tampoco interés- Su felicidad se esfumó, y como si sus piernas se quedasen sin fuerzas cayó, quedando de rodillas frente al duo y la muchedumbre. Pálido, muy pálido, y abatido pues a su juicio era un premio sin valor. Intentando echarle morro a la situación, con una mueca circunstancial, una falsa sonrisa, alzó el rostro para encontrarse con la mirada dudosa y perpleja de los organizadores ante el cambio tan repentino de actitud.
Con los deseos de suerte por parte de una rubia y hermosa mujer, lástima que Byron no se encontrase en condiciones de probar suerte, y con una amplía sonrisa de aquellos dos organizadores, comenzó el sorteo. Agitaron su campana de forma más frenética y escandalosa, acompañando los giros de manivela, para darle más emoción y epiquismo a la situación. Hacía la situación más irritante bajo la perspectiva del muchacho, cada golpe de campana resonaba en sus oídos proporcionando unos curiosos y molestos pinchazos en su cabeza. Y así, aquel sonido del demonio paró, junto al giro de la manivela, saliendo una pequeña bola metálica de un agujero del artefacto, sobre una pequeña bandeja sobra la cual se posaba.
Dorado, un resplandeciente dorado recubría la esfera, la mayoría del público enloqueció en gritos de celebración, otros, posibles próximos participantes o simplemente ciudadanos con las imperiosas ganas de ver a alguien perder dinero, salieron de la multitud reunida cabizbajos y chasqueando sus lenguas. Aun así, eran opacados por los aplausos de los restantes que envalentonados por la situación, más de uno golpeó la espalda de Byron como muestra de apoyo, algunos con tanta fuerza que lo empujaban sobre sus pies casi haciéndolo trastabillar.
- ¡Tenemos el ganador! - Gritó a pleno pulmón agarrando una de las manos del muchacho y haciéndolo agarrar aquella esfera metálica. - ¡¿Están listos para ser conocedores del premio?! - Gritó animando al populacho, quien respondían gritando a los cuatro vientos con un claro "SI".
Por un pequeño instante olvidó su malestar y se dejó llevar por la alegría del gentío, celebrando hasta con saltos. Llevaba tanto tiempo sin un golpe de suerte, que aquello se sentía como tocar el cielo. Rió a carcajadas, y exageró tanto su victoria, que abrazó al hombre con la campana, el cual con rápidas y certeras palmadas sobre su brazo lo incitaban a parar, pues de seguir en aquel incómodo y fuerte abrazo podría acabar ahogado o con el cuello partido. Byron soltó y el hombre llevándose la mano a la garganta y respirando sofocado, con una mirada, hizo que su compañero se pusiese manos a la obra.
Debiéndose al público expectante, el que se encontraba girando la ruleta, sacó bajo el mostrador una caja, tallada en madera y con decoraciones ornamentales que combinaban distintos colores de verde con el tono de la propia madera. Sin querer demorarse, se acercó al chico de cabello violeta, y la abrió a unos cuantos palmos de su posición, mostrando el contenido acompañado de aspavientos y raros movimientos de celebración de su compañero. Desde luego, aquel duo hacía un buen trabajo en equipo, y era palpable el disfrute y empeño que le ponían a su labor, así como dejaban claro lo adictos que eran a la euforia de los lugareños.
Ante él, una delicada arma de fuego, por la longitud de su cañón parecía ser de largo alcance, aunque Byron no era ningún experto, y como podía preciarse en la cara del zagal, tampoco interés- Su felicidad se esfumó, y como si sus piernas se quedasen sin fuerzas cayó, quedando de rodillas frente al duo y la muchedumbre. Pálido, muy pálido, y abatido pues a su juicio era un premio sin valor. Intentando echarle morro a la situación, con una mueca circunstancial, una falsa sonrisa, alzó el rostro para encontrarse con la mirada dudosa y perpleja de los organizadores ante el cambio tan repentino de actitud.