Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
24-08-2024, 03:54 AM
La comodidad es algo que no encuentro con muchas personas, de hecho, estaba más a gusto solo que acompañado, pero, en escasas ocasiones, podía sentir a algo de confort con otros que se acercaban para hablar conmigo, o a los que me acercaba por iniciativa propia, cuando me sentía lo suficientemente seguro o tranquilo para hacerlo, pero, como dije, la mayor parte del tiempo estaba dentro de mis planes no pasar demasiado tiempo con nadie, inclusive si me agradaban. Estaba cerrado a los vínculos, las relaciones, cuando los establecía la debilidad se filtraba en mis huesos, los recuerdos en mi mente, tal como el agua a través de las grietas, la cual busca una salida por alguna parte, por decirlo de algún modo sencillo. Porque una relación de cualquier tipo implica sentimientos fuertes por las personas, querer velar por su bienestar, y yo no deseaba estar atado a ese tipo de responsabilidad, hace tiempo había perdido el deseo de dejar al descubierto ese tipo de vulnerabilidades. Si estaba solo entonces…
Detuve ese tren de pensamiento, observando a Ubben con detenimiento, estudiando sus expresiones, sus gestos, sus palabras, el tono de su voz, recordándome, que por mucho que me sintiera cómodo con él, seguía siendo un desconocido que estaba buscando algo, que tenía interés en mí por algún motivo que, obviamente, no sacaría a la luz tan fácilmente, aunque… Tampoco había preguntado, pero, hasta ahora, las pocas preguntas que elaboré no fueron contestadas por él, sino que las había acabado deduciendo en algún punto. Aunque habíamos estado jugando este juego, yendo y viniendo, como un partido de ping pong, sin detenernos demasiado, brindábamos información rápidamente y continuamos con la contienda. Era divertido, sinceramente, quería que me siguieran el ritmo, algo me decía que Ubben también.
Fruncí los labios, evitando reírme, porque no esperaba esa contestación, también sentía que un sonrojo podría abrirse paso en mi rostro, y solo “podría” porque, después de amasar suficiente experiencia en contra de mi voluntad, había aprendido a habituarme a esos comentarios. Esos ojos provocaban que me estremezca en mi lugar, había mucha lujuria concentrada en ellos, demasiado deseo, demasiada sensualidad, tanto que la ropa se volvió algo ajustada cuando me recosté a su lado. Sabiendo que la negación solo lleva a tener más pensamientos problemáticos, fui franco, al ser deseados, los elogios me agradaban, por eso no pude evitar resoplar, desviando la mirada hacia el material del techo antes de mirar al bribón con una ceja en alto.
. – Oh vaya, y me imagino que tu sabrás con qué llenarla, o tendrás en mente con que quieres llenarla. –Entorné los ojos brevemente, sonriendo de lado mientras tamborileaba los dedos encima del techo– Quizás… Quizás quieras darme tu… –Me incliné ligeramente más cerca de él, rozando sus labios– ¿Pollo?
Me aparté suavemente, dibujando esta vez una sonrisa juguetona mientras lo miraba con una calma de la que realmente no disponía interiormente, porque, si iba a ser sincero conmigo mismo, entonces lo sería al cien por cien, y lo cierto es que jugar de esta forma era peligroso, el peligro me gusta, pero zambullirse sin ningún seguro era suicida y, si hay algo por lo que no me caracterizo es por ser tonto.
A fin de cuentas mastico vidrio, pero no me lo trago.
. – ¿Y esperas que la tuya te lleve al sol? Esa es una apuesta grande, una moneda tiene dos caras, pero eso no significa que sean iguales, o que quieras ver que hay al otro lado.
Alcé ligeramente el ala, proyectando una sombra sobre mi rostro, los iris ámbar se volvieron planos por un momento, sin el brillo que hace unos segundos los caracterizaba, sabía que no estaba seguro de querer ver mucho más adentro ¿O quizás sí? Y yo no quería que se adentrara más, lo mantuve fuera con soltura y estiraría esa capacidad del mismo modo que se estiraba el caramelo… Aun así, la expresión se disolvió en segundos y moví a un lado el ala, parpadeando rápidamente, como si la oscuridad del ala me hubiese molestado a la hora de verlo. El ruede y la atención sobre mis labios me distrajo lo suficiente para observar los suyos, correspondí al beso fugaz, probando su sabor por un momento. Quería sujetarlo y atraerlo para que deje de juguetear, pero era consciente de que era lo que él quería, y no estaba en pie de darle el placer.
Estiré mi mano hacia su chaleco para acomodar las solapas lentamente, alisando con suavidad la tela. Me reí abiertamente ante la imitación de mi voz, moviendo mi meñique hacia los botones de su camisa para jugar con ellos sutilmente, sin rozar la piel del hombre a mi lado.
. – Aunque el techo puede ser un lugar bastante público, pero las vistas sin duda compensan eso.
Mis pupilas adelgazaron por un momento mientras lo observaba, sin dejar de mover mis dedos tentativamente.
. – Para alguien que tiene muchas dudas acerca del comportamiento no verbal, no respondes mucho acerca de ti ¿Hm? –Arrojé la manta que traje sobre él cuando se recostó sobre su espalda– Deberías leer más acerca de las aves, aunque no soy una. Quizás si hubiese más información sobre los solarian o los skypean.
Las pistas, ahora mismo, eran suficientes para satisfacer su curiosidad, sino daba nada a cambio no podría presionar por más, al menos desde mi perspectiva, estaba seguro que tenía muchas manos para jugar y sorprenderme. De por sí me sorprendía que supiera, relativamente, que el movimiento de las alas, lo esponjosas que se debían, en esta situación, fueran una demostración, una señal de apareamiento, especialmente entre las aves. Que luciera mis plumas como un pájaro exótico y colorido me avergonzaba lo suficiente como para evitar, sobre mi tumba, que lo supiera a corto plazo.
Parpadeé lentamente antes de fruncir profundamente el ceño, no tener mi chaqueta cerca significaba que las armas se habían quedado dentro, una tontería, pero lo cierto es que esperaba no cruzarme con nadie mientras comía. Craso error. Antes de que pudiera reaccionar para saltar sobre él y estrangularlo genuinamente, escuchar que se había colado en el barco hizo que mis músculos se relajaran significativamente, no me había dado cuenta de que los había tensado. Que trate de suavizar las cosas mencionando el tiempo que llevaba navegando ayudó apenas, aún tenía preguntas en mente que deseaba hacerle, aunque algunas eran simplemente por confirmación. Esta vez las distracciones no fueron tan efectivas, sus ojos en mis labios, el tono y la mirada lasciva, si, me atraían, pero era un hombre con una misión también. Al igual que él.
. – Llevo navegando la mitad de tiempo que tú, desde los diecinueve, tengo veinticinco. Se nota que tienes experiencia… –Esta vez mi parpadeo fue más lento de forma deliberada, mis labios apenas se crisparon– ¿Estar tanto tiempo navegando te dio habilidades de escape? ¿O escalar edificios es lo que haces en tu tiempo libre?
Levanté mi ala lentamente, rozando su lateral, solo para dejar que las plumas se arrastren sobre su torso.
. – ¿Quieres que lo recuerde? ¿Puedes hacer que lo recuerde? Son palabras mayores ¿No crees?
Detuve ese tren de pensamiento, observando a Ubben con detenimiento, estudiando sus expresiones, sus gestos, sus palabras, el tono de su voz, recordándome, que por mucho que me sintiera cómodo con él, seguía siendo un desconocido que estaba buscando algo, que tenía interés en mí por algún motivo que, obviamente, no sacaría a la luz tan fácilmente, aunque… Tampoco había preguntado, pero, hasta ahora, las pocas preguntas que elaboré no fueron contestadas por él, sino que las había acabado deduciendo en algún punto. Aunque habíamos estado jugando este juego, yendo y viniendo, como un partido de ping pong, sin detenernos demasiado, brindábamos información rápidamente y continuamos con la contienda. Era divertido, sinceramente, quería que me siguieran el ritmo, algo me decía que Ubben también.
Fruncí los labios, evitando reírme, porque no esperaba esa contestación, también sentía que un sonrojo podría abrirse paso en mi rostro, y solo “podría” porque, después de amasar suficiente experiencia en contra de mi voluntad, había aprendido a habituarme a esos comentarios. Esos ojos provocaban que me estremezca en mi lugar, había mucha lujuria concentrada en ellos, demasiado deseo, demasiada sensualidad, tanto que la ropa se volvió algo ajustada cuando me recosté a su lado. Sabiendo que la negación solo lleva a tener más pensamientos problemáticos, fui franco, al ser deseados, los elogios me agradaban, por eso no pude evitar resoplar, desviando la mirada hacia el material del techo antes de mirar al bribón con una ceja en alto.
. – Oh vaya, y me imagino que tu sabrás con qué llenarla, o tendrás en mente con que quieres llenarla. –Entorné los ojos brevemente, sonriendo de lado mientras tamborileaba los dedos encima del techo– Quizás… Quizás quieras darme tu… –Me incliné ligeramente más cerca de él, rozando sus labios– ¿Pollo?
Me aparté suavemente, dibujando esta vez una sonrisa juguetona mientras lo miraba con una calma de la que realmente no disponía interiormente, porque, si iba a ser sincero conmigo mismo, entonces lo sería al cien por cien, y lo cierto es que jugar de esta forma era peligroso, el peligro me gusta, pero zambullirse sin ningún seguro era suicida y, si hay algo por lo que no me caracterizo es por ser tonto.
A fin de cuentas mastico vidrio, pero no me lo trago.
. – ¿Y esperas que la tuya te lleve al sol? Esa es una apuesta grande, una moneda tiene dos caras, pero eso no significa que sean iguales, o que quieras ver que hay al otro lado.
Alcé ligeramente el ala, proyectando una sombra sobre mi rostro, los iris ámbar se volvieron planos por un momento, sin el brillo que hace unos segundos los caracterizaba, sabía que no estaba seguro de querer ver mucho más adentro ¿O quizás sí? Y yo no quería que se adentrara más, lo mantuve fuera con soltura y estiraría esa capacidad del mismo modo que se estiraba el caramelo… Aun así, la expresión se disolvió en segundos y moví a un lado el ala, parpadeando rápidamente, como si la oscuridad del ala me hubiese molestado a la hora de verlo. El ruede y la atención sobre mis labios me distrajo lo suficiente para observar los suyos, correspondí al beso fugaz, probando su sabor por un momento. Quería sujetarlo y atraerlo para que deje de juguetear, pero era consciente de que era lo que él quería, y no estaba en pie de darle el placer.
Estiré mi mano hacia su chaleco para acomodar las solapas lentamente, alisando con suavidad la tela. Me reí abiertamente ante la imitación de mi voz, moviendo mi meñique hacia los botones de su camisa para jugar con ellos sutilmente, sin rozar la piel del hombre a mi lado.
. – Aunque el techo puede ser un lugar bastante público, pero las vistas sin duda compensan eso.
Mis pupilas adelgazaron por un momento mientras lo observaba, sin dejar de mover mis dedos tentativamente.
. – Para alguien que tiene muchas dudas acerca del comportamiento no verbal, no respondes mucho acerca de ti ¿Hm? –Arrojé la manta que traje sobre él cuando se recostó sobre su espalda– Deberías leer más acerca de las aves, aunque no soy una. Quizás si hubiese más información sobre los solarian o los skypean.
Las pistas, ahora mismo, eran suficientes para satisfacer su curiosidad, sino daba nada a cambio no podría presionar por más, al menos desde mi perspectiva, estaba seguro que tenía muchas manos para jugar y sorprenderme. De por sí me sorprendía que supiera, relativamente, que el movimiento de las alas, lo esponjosas que se debían, en esta situación, fueran una demostración, una señal de apareamiento, especialmente entre las aves. Que luciera mis plumas como un pájaro exótico y colorido me avergonzaba lo suficiente como para evitar, sobre mi tumba, que lo supiera a corto plazo.
Parpadeé lentamente antes de fruncir profundamente el ceño, no tener mi chaqueta cerca significaba que las armas se habían quedado dentro, una tontería, pero lo cierto es que esperaba no cruzarme con nadie mientras comía. Craso error. Antes de que pudiera reaccionar para saltar sobre él y estrangularlo genuinamente, escuchar que se había colado en el barco hizo que mis músculos se relajaran significativamente, no me había dado cuenta de que los había tensado. Que trate de suavizar las cosas mencionando el tiempo que llevaba navegando ayudó apenas, aún tenía preguntas en mente que deseaba hacerle, aunque algunas eran simplemente por confirmación. Esta vez las distracciones no fueron tan efectivas, sus ojos en mis labios, el tono y la mirada lasciva, si, me atraían, pero era un hombre con una misión también. Al igual que él.
. – Llevo navegando la mitad de tiempo que tú, desde los diecinueve, tengo veinticinco. Se nota que tienes experiencia… –Esta vez mi parpadeo fue más lento de forma deliberada, mis labios apenas se crisparon– ¿Estar tanto tiempo navegando te dio habilidades de escape? ¿O escalar edificios es lo que haces en tu tiempo libre?
Levanté mi ala lentamente, rozando su lateral, solo para dejar que las plumas se arrastren sobre su torso.
. – ¿Quieres que lo recuerde? ¿Puedes hacer que lo recuerde? Son palabras mayores ¿No crees?