Airgid Vanaidiam
Metalhead
24-08-2024, 12:05 PM
La rubia se frotó los ojos, tratando de aclarar su visión, poder ver mejor quién era aquel hombre tan grande que la había ayudado. Observó con curiosidad cómo comenzó a adoptar posturas de culturista mientras decía unas extrañas palabras. No, no es que tuviera un acento diferente, es que directamente hablaba en otro idioma que Airgid no conocía. Aún así sonrió, parecía haber dicho algo positivo, o al menos parecía feliz por el tono de su voz y esas poses de victoria que le estaba dedicando. La chiquilla se rió un poco, era una escena tan inverosímil la que estaba viviendo que no estaba segura de si estaba alucinando o si estaba pasando de verdad.
Airgid ni si quiera trató de levantarse del suelo, observando el curioso comportamiento de su salvador. Cambió su rostro por otro, colocándose ahora un cubo de metal con agujeros para los ojos. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que efectivamente, se trataba de una máscara, pero aún no llegaba a imaginar el por qué no quería enseñar su verdadera cara. El hombre volvió a hablar antes de acercarse a ella un poco más. La rubia parpadeó rápidamente, terminando de recuperar la normalidad de su visión. — ¿Qué? — Preguntó sin más, pero la única respuesta que obtuvo fue ser tomada en brazos. Como si fuera una muñequita de trapo, como si no pesara nada, aquel hombre la subió hasta colocarla encima de su hombro. — ¡Hey! — Se quejó un poco, pero a la vez no opuso mucha resistencia, pensó que quizás la ayudaba a salir del vertedero y volver a las calles del pueblo, o al bosque en su defecto. No pudo evitar fijarse en los enormes músculos de ese cuerpo, lo definidos que estaban. Aquello la intimidó un poco, pero también le... ¿interesó? Se mordió la lengua, pensando en las proezas que podría hacer con unos músculos como esos. "La montañita", como ella le había llamado, volvió a decir un par de frases en aquel desconocido idioma. — No te pillo na', amigo. — Dijo ella sin perder la sonrisilla, consciente de que él tampoco entendía ni papa de lo que ella decía.
Su enmascarado salvador acabó llevándola hacia una chabola en la costa. Por el camino, Airgid se había dedicado a dejar rastros de sangre que había ido escupiendo del interior de su boca, completamente despreocupada, confiada en que aquel hombre no la estaba raptando ni nada. Aunque cuando vió aquellas cuatro paredes dudó un poco, la verdad. ¿Y si solo la había sacado de aquella otra situación para ponerla en una peor? Un poco más recuperada, más consciente y más despierta, la joven trató de zafarse del agarre del hombre. — ¡Oye! ¿Me entiendes? Hoooolaaaaa. — Le saludó con la mano, tratando de llamar su atención, de quizás, con un poco de suerte, comunicarse con él. Aunque no poder verle toda la cara no ayudaba mucho, sinceramente. — Gracias por la ayuda. — Sorprendentemente, como estaba intentando que la entendiera lo mejor posible, comenzó a pronunciar mejor. — ¿Cómo te llamas? Tú nombre. Nooombre. — Le señaló a él directamente con el dedo, y alargó las letras, quizás a base de gestos y de idioma no verbal podía llegar a entenderse con él. Y quizás pudiera entender qué buscaba al llevarla a aquel lugar. Puede que no fuera nada raro, que como la veía herida quisiera ayudarla a recuperarse dándole un lugar donde descansar, pero la verdad es que era difícil confiar en ese momento.
Airgid ni si quiera trató de levantarse del suelo, observando el curioso comportamiento de su salvador. Cambió su rostro por otro, colocándose ahora un cubo de metal con agujeros para los ojos. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que efectivamente, se trataba de una máscara, pero aún no llegaba a imaginar el por qué no quería enseñar su verdadera cara. El hombre volvió a hablar antes de acercarse a ella un poco más. La rubia parpadeó rápidamente, terminando de recuperar la normalidad de su visión. — ¿Qué? — Preguntó sin más, pero la única respuesta que obtuvo fue ser tomada en brazos. Como si fuera una muñequita de trapo, como si no pesara nada, aquel hombre la subió hasta colocarla encima de su hombro. — ¡Hey! — Se quejó un poco, pero a la vez no opuso mucha resistencia, pensó que quizás la ayudaba a salir del vertedero y volver a las calles del pueblo, o al bosque en su defecto. No pudo evitar fijarse en los enormes músculos de ese cuerpo, lo definidos que estaban. Aquello la intimidó un poco, pero también le... ¿interesó? Se mordió la lengua, pensando en las proezas que podría hacer con unos músculos como esos. "La montañita", como ella le había llamado, volvió a decir un par de frases en aquel desconocido idioma. — No te pillo na', amigo. — Dijo ella sin perder la sonrisilla, consciente de que él tampoco entendía ni papa de lo que ella decía.
Su enmascarado salvador acabó llevándola hacia una chabola en la costa. Por el camino, Airgid se había dedicado a dejar rastros de sangre que había ido escupiendo del interior de su boca, completamente despreocupada, confiada en que aquel hombre no la estaba raptando ni nada. Aunque cuando vió aquellas cuatro paredes dudó un poco, la verdad. ¿Y si solo la había sacado de aquella otra situación para ponerla en una peor? Un poco más recuperada, más consciente y más despierta, la joven trató de zafarse del agarre del hombre. — ¡Oye! ¿Me entiendes? Hoooolaaaaa. — Le saludó con la mano, tratando de llamar su atención, de quizás, con un poco de suerte, comunicarse con él. Aunque no poder verle toda la cara no ayudaba mucho, sinceramente. — Gracias por la ayuda. — Sorprendentemente, como estaba intentando que la entendiera lo mejor posible, comenzó a pronunciar mejor. — ¿Cómo te llamas? Tú nombre. Nooombre. — Le señaló a él directamente con el dedo, y alargó las letras, quizás a base de gestos y de idioma no verbal podía llegar a entenderse con él. Y quizás pudiera entender qué buscaba al llevarla a aquel lugar. Puede que no fuera nada raro, que como la veía herida quisiera ayudarla a recuperarse dándole un lugar donde descansar, pero la verdad es que era difícil confiar en ese momento.