Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
24-08-2024, 02:54 PM
No fue ninguna sorpresa que la actuación de aquel... personaje, pues no tenía otro nombre más apropiado, generase más de una carcajada. No ocurrió solo entre sus compañeros, sino que Masao llamó tantísimo la atención que varias personas del puerto detuvieron momentáneamente sus quehaceres para fijarse en lo que estaba ocurriendo allí. Los espectadores se conformaban principalmente por civiles, pero también se encontraban algunas patrullas de marines en las proximidades. Como no podía ser de otro modo, entre los variopintos grupos también se produjeron sonoras carcajadas y risas ahogadas. Mentiría si dijera que Camille no se sintió ligeramente abochornada por la situación, pero prefirió dejarlo estar mientras se ajustaba la gorra blanca que formaba parte de su uniforme, dejándoles un rato para las presentaciones.
«¿Por qué tienen que pasarme estas cosas a mí?», se preguntó a sí misma, negando despacio con un aire de incredulidad. Sentía que si alguien le pellizcaba en ese momento se despertaría de un mal sueño, pero probó a pincharse en el dorso de la mano y lo sintió tan real como la vida misma. No tendría tanta suerte.
Cuando las presentaciones concluyeron, Atlas propuso aplazar la visita por la base y dejarla para el final, de modo que pudieran aprovechar que ya se encontraban fuera del G-31 para visitar la ciudad y sus zonas más relevantes. Camille no tenía ningún problema con ello, de modo que se encogió de hombros y respondió con un tranquilo «como prefiráis», esperando a que el resto del grupo opinase al respecto. Todos parecían estar de acuerdo, pese a que el imbécil de Takahiro tuviera que soltar un comentario de mierda. En cualquier otra situación, posiblemente lo hubiera hundido en el suelo de un puñetazo, pero hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para, simplemente, responder con palabras.
—Por suerte para la Marina, no todos actuamos como descerebrados —su gesto fue brusco y su tono evidentemente borde, pero duró apenas unos segundos, lo que tardó Masao en comentar algo sobre... ¿La capilla?
La oni se quedó pensando un momento. En cierto sentido, tras la presentación que se había marcado y las formas en que hablaba, no le sorprendía en absoluto que el recién llegado del South Blue fuera una persona devota. Tampoco era muy complicado percibirlo; después de todo, llevaba un rosario de oro al cuello que estaba muy lejos de ser un accesorio discreto. Personalmente, ella no solía acercarse a la iglesia de Loguetown porque sentía que generaría respuestas similares a las de Masao al hacerlo. Digamos que, dentro de la simbología religiosa, los seres con cuernos como ella no eran lo que se dice bien recibidos, así que entrar en un lugar sagrado para los feligreses casi que podría considerarse un insulto o una provocación.
Asintió y le dedicó una sonrisa amistosa al chico. Dentro de que había sido una presentación de lo más peculiar, no era el tipo de persona que juzgase a la gente por las apariencias o las primeras impresiones. Excepto a Takahiro, claro, ¿pero podía considerarse «persona» a semejante impresentable?
—Hay una iglesia cerca de la plaza que hay en todo el centro de Loguetown. No es muy grande, pero lo suficiente para acoger a todos sus fieles. Tenía pensado pasar por allí porque también está el mayor mercado de la ciudad y es conveniente que lo conozcáis, tanto porque tendréis que patrullarlo y vigilarlo de vez en cuando como porque se puede comprar de todo allí —les explicó amigablemente, procurando relajar las tensiones un poco. Iban a ser sus compañeros al fin y al cabo—. Yo os llevo, no tardaremos mucho desde aquí.
Ahora que ya tenían un rumbo claro que seguir, Camille se apresuró a liderar de nuevo al grupo e ir explicándoles la forma más sencilla de llegar hasta el mercado, tanto desde los puertos como desde la base. Al final, eran las dos localizaciones de la isla en las que más tiempo pasarían a lo largo de los días, más allá de sus patrullajes. Esta vez, picada por la curiosidad, decidió poner un poco la oreja y prestar atención a las conversaciones de sus compañeros. Tenía... interés por saber qué tipo de temas surgirían. Quizá la presencia de Masao fuera el principal aliciente.
«¿Por qué tienen que pasarme estas cosas a mí?», se preguntó a sí misma, negando despacio con un aire de incredulidad. Sentía que si alguien le pellizcaba en ese momento se despertaría de un mal sueño, pero probó a pincharse en el dorso de la mano y lo sintió tan real como la vida misma. No tendría tanta suerte.
Cuando las presentaciones concluyeron, Atlas propuso aplazar la visita por la base y dejarla para el final, de modo que pudieran aprovechar que ya se encontraban fuera del G-31 para visitar la ciudad y sus zonas más relevantes. Camille no tenía ningún problema con ello, de modo que se encogió de hombros y respondió con un tranquilo «como prefiráis», esperando a que el resto del grupo opinase al respecto. Todos parecían estar de acuerdo, pese a que el imbécil de Takahiro tuviera que soltar un comentario de mierda. En cualquier otra situación, posiblemente lo hubiera hundido en el suelo de un puñetazo, pero hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para, simplemente, responder con palabras.
—Por suerte para la Marina, no todos actuamos como descerebrados —su gesto fue brusco y su tono evidentemente borde, pero duró apenas unos segundos, lo que tardó Masao en comentar algo sobre... ¿La capilla?
La oni se quedó pensando un momento. En cierto sentido, tras la presentación que se había marcado y las formas en que hablaba, no le sorprendía en absoluto que el recién llegado del South Blue fuera una persona devota. Tampoco era muy complicado percibirlo; después de todo, llevaba un rosario de oro al cuello que estaba muy lejos de ser un accesorio discreto. Personalmente, ella no solía acercarse a la iglesia de Loguetown porque sentía que generaría respuestas similares a las de Masao al hacerlo. Digamos que, dentro de la simbología religiosa, los seres con cuernos como ella no eran lo que se dice bien recibidos, así que entrar en un lugar sagrado para los feligreses casi que podría considerarse un insulto o una provocación.
Asintió y le dedicó una sonrisa amistosa al chico. Dentro de que había sido una presentación de lo más peculiar, no era el tipo de persona que juzgase a la gente por las apariencias o las primeras impresiones. Excepto a Takahiro, claro, ¿pero podía considerarse «persona» a semejante impresentable?
—Hay una iglesia cerca de la plaza que hay en todo el centro de Loguetown. No es muy grande, pero lo suficiente para acoger a todos sus fieles. Tenía pensado pasar por allí porque también está el mayor mercado de la ciudad y es conveniente que lo conozcáis, tanto porque tendréis que patrullarlo y vigilarlo de vez en cuando como porque se puede comprar de todo allí —les explicó amigablemente, procurando relajar las tensiones un poco. Iban a ser sus compañeros al fin y al cabo—. Yo os llevo, no tardaremos mucho desde aquí.
Ahora que ya tenían un rumbo claro que seguir, Camille se apresuró a liderar de nuevo al grupo e ir explicándoles la forma más sencilla de llegar hasta el mercado, tanto desde los puertos como desde la base. Al final, eran las dos localizaciones de la isla en las que más tiempo pasarían a lo largo de los días, más allá de sus patrullajes. Esta vez, picada por la curiosidad, decidió poner un poco la oreja y prestar atención a las conversaciones de sus compañeros. Tenía... interés por saber qué tipo de temas surgirían. Quizá la presencia de Masao fuera el principal aliciente.