Ray
Kuroi Ya
25-08-2024, 11:40 PM
El tipo del traje blanco abandonó la estancia junto a sus subordinados heridos como si nada, con movimientos calmados. Como si fuera perfectamente consciente de que, por mucho que quisieran, los marines no podían hacerle nada.
El zángano apretaba con fuerza sus puños mientras trataba de controlar la rabia que sentía. Le inundaban las ganas de abalanzarse sobre aquel delincuente que estaba chantajeándoles con la amenaza de provocar un verdadero atentado terrorista de grandes proporciones si no le dejaban marchar.
Cuando sus enemigos abandonaron la estancia cerrando la puerta tras de sí el joven marine estaba aún lívido de ira. No era un desenlace justo, ni mucho menos. Las personas sin escrúpulos siempre partían con ventaja en aquel tipo de situaciones, pues la ausencia de límites morales ampliaba enormemente el abanico de opciones a su disposición. Y si además no tenían miedo a inmolarse si no se salían con la suya... Aunque esto último a ojos de Ray resultaba dudoso. Cabía la posibilidad de que fuera un farol, ya que muy poca gente tenía en tan poca estima la propia vida.
Las palabras de Atlas le devolvieron al mundo real, sacándole de sus furiosas ensoñaciones. Si, al menos habían saciado su curiosidad descubriendo qué era lo que con tanto celo ocultaba el Gobierno Mundial en el interior de los astilleros. Aquella gigantesca máquina que parecía sin ninguna duda un medio de transporte y que, por suerte, habían conseguido salvar más allá de mínimos daños y de las manchas de chocolate que había sufrido.
- Bueno chicos, creo que deberíamos salir y continuar nuestra vigilancia hasta que acabe el turno. - Dijo, aunque su ánimo para proseguir con la tarea que les habían encomendado no era especialmente alto.
La puerta presentó una ligera resistencia, probablemente debido a algo que el delincuente trajeado habría hecho para proteger su huida, pero no fue nada que empujando entre los tres no consiguieran superar.
Cuando la hubieron traspasado tres compañeros aparecieron ante ellos. Al parecer habían sido enviados por la Capitana Montpellier para averiguar qué estaba sucediendo después de que varios vecinos acudieran al Cuartel General a avisar de los ruidos y la explosión que se habían producido en la zona.
- Si hubieran llegado solo cinco minutos antes... - Pensó el marine de pelo blanco, ligeramente contrariado al darse cuenta del escasísimo margen que había permitido escapar a los saboteadores.
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La Capitana Montpellier les felicitó por su desempeño impidiendo la destrucción del tren, lo que extraño al joven ya que no habían logrado cumplir al cien por cien con su cometido. Incapaz de contener su frustración y su rabia, el marine contestó a su superiora:
- No merecemos que nos felicite, Capitana. No logramos capturar a esos delincuentes, no fuimos lo suficientemente fuertes. Pero no se preocupe, eso va a cambiar. Lo prometo.
Justo después Atlas preguntó a su superiora acerca del tren, a lo que esta respondió contándoles la verdad. Se trataba de un proyecto secreto para unir varias islas del East Blue entre sí a través de este vehículo, lo que permitiría agilizar mucho tanto el transporte de civiles como el de militares entre ellas. Sin duda se trataba de un gran proyecto que mejoraría la vida de mucha gente, lo que siempre atraía la ira de quienes se benefician de que la gente viva peor.
Tampoco habían sido capaces de identificar a los saboteadores, ni siquiera teniendo en cuenta que su líder contaba con un rasgos tan distintivo como ser usuario de Akuma no mi. El joven deseaba con todas sus fuerzas que se le localizara cuanto antes. Y que cuando se hiciera se les enviara nuevamente a ellos a detenerle para así enmendar su fracaso.
Lo que desde luego tenía claro es que el rostro del tipo del traje blanco no iba abandonar sus recuerdos. O al menos no hasta que le derrotasen.
El zángano apretaba con fuerza sus puños mientras trataba de controlar la rabia que sentía. Le inundaban las ganas de abalanzarse sobre aquel delincuente que estaba chantajeándoles con la amenaza de provocar un verdadero atentado terrorista de grandes proporciones si no le dejaban marchar.
Cuando sus enemigos abandonaron la estancia cerrando la puerta tras de sí el joven marine estaba aún lívido de ira. No era un desenlace justo, ni mucho menos. Las personas sin escrúpulos siempre partían con ventaja en aquel tipo de situaciones, pues la ausencia de límites morales ampliaba enormemente el abanico de opciones a su disposición. Y si además no tenían miedo a inmolarse si no se salían con la suya... Aunque esto último a ojos de Ray resultaba dudoso. Cabía la posibilidad de que fuera un farol, ya que muy poca gente tenía en tan poca estima la propia vida.
Las palabras de Atlas le devolvieron al mundo real, sacándole de sus furiosas ensoñaciones. Si, al menos habían saciado su curiosidad descubriendo qué era lo que con tanto celo ocultaba el Gobierno Mundial en el interior de los astilleros. Aquella gigantesca máquina que parecía sin ninguna duda un medio de transporte y que, por suerte, habían conseguido salvar más allá de mínimos daños y de las manchas de chocolate que había sufrido.
- Bueno chicos, creo que deberíamos salir y continuar nuestra vigilancia hasta que acabe el turno. - Dijo, aunque su ánimo para proseguir con la tarea que les habían encomendado no era especialmente alto.
La puerta presentó una ligera resistencia, probablemente debido a algo que el delincuente trajeado habría hecho para proteger su huida, pero no fue nada que empujando entre los tres no consiguieran superar.
Cuando la hubieron traspasado tres compañeros aparecieron ante ellos. Al parecer habían sido enviados por la Capitana Montpellier para averiguar qué estaba sucediendo después de que varios vecinos acudieran al Cuartel General a avisar de los ruidos y la explosión que se habían producido en la zona.
- Si hubieran llegado solo cinco minutos antes... - Pensó el marine de pelo blanco, ligeramente contrariado al darse cuenta del escasísimo margen que había permitido escapar a los saboteadores.
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La Capitana Montpellier les felicitó por su desempeño impidiendo la destrucción del tren, lo que extraño al joven ya que no habían logrado cumplir al cien por cien con su cometido. Incapaz de contener su frustración y su rabia, el marine contestó a su superiora:
- No merecemos que nos felicite, Capitana. No logramos capturar a esos delincuentes, no fuimos lo suficientemente fuertes. Pero no se preocupe, eso va a cambiar. Lo prometo.
Justo después Atlas preguntó a su superiora acerca del tren, a lo que esta respondió contándoles la verdad. Se trataba de un proyecto secreto para unir varias islas del East Blue entre sí a través de este vehículo, lo que permitiría agilizar mucho tanto el transporte de civiles como el de militares entre ellas. Sin duda se trataba de un gran proyecto que mejoraría la vida de mucha gente, lo que siempre atraía la ira de quienes se benefician de que la gente viva peor.
Tampoco habían sido capaces de identificar a los saboteadores, ni siquiera teniendo en cuenta que su líder contaba con un rasgos tan distintivo como ser usuario de Akuma no mi. El joven deseaba con todas sus fuerzas que se le localizara cuanto antes. Y que cuando se hiciera se les enviara nuevamente a ellos a detenerle para así enmendar su fracaso.
Lo que desde luego tenía claro es que el rostro del tipo del traje blanco no iba abandonar sus recuerdos. O al menos no hasta que le derrotasen.